PRIMERAS FRONTERAS Y CIUDADES
Los primeros planos nacieron por la necesidad de advertir a los navegantes sobre los peligros naturales de la costa y planificar las ciudades
Primero fueron las cartas náuticas que demarcaban las costas, con las profundidades y características del lecho marino cercano, que representaban un peligro para la navegación por su escasa profundidad y los accidentes naturales. Luego siguieron los planos interiores, con su topografía, una vez que el hombre bajó de los barcos a explorar y colonizar nuevos territorios.
Ya en la expedición descubridora de Juan Díaz de Solís (1516) se comenzó a dibujar la fisonomía del Río de la Plata, que subyugó a los primeros navegantes. También el famoso pirata Francis Drake hizo interesantes anotaciones sobre las características del estuario, que recorrió en 1577 en la segunda vuelta al mundo después de la de Fernando de Magallanes. Drake ancló su nave capitana, la Golden Hind, dentro de la bahía de Montevideo frente al Cerro. Y algunos miembros de su tripulación consignaron interesantes referencias geográficas. En Maldonado, por ejemplo, avistaron la “Isla de las Focas” (Lobos) y divisaron una punta que llamaron “Cabo Alegría” (Punta del Este) por haber encontrado en ese lugar un barco que habían dado por perdido. Al parecer, el famoso pirata conocía bastante bien el estuario, pues tenía en su poder copias de las notas de navegación de Magallanes que le habían sido facilitadas por espías.
Habrá que esperar 150 años para que alguien ponga en negro sobre blanco el primer plano de Montevideo, ya con las primeras familias españolas asentadas en la pequeña península que hoy conocemos como Ciudad Vieja.
Durante todo el período colonial, Montevideo prácticamente se ciñó al plano damero original elaborado por el ingeniero español Domingo Petrarca, quien durante el proceso fundacional (1724-1730) planeó y ejecutó distintas obras militares de defensa y delineó las primeras calles de la ciudad.
Colonia y Maldonado
Durante los primeros años de la época colonial se mapeó la Colonia del Sacramento, fundada por los portugueses mucho antes que Montevideo, en 1680, y los españoles hicieron lo propio con la bahía de Maldonado y su pequeño poblado levantado hacia 1757. Así como Colonia fue un enclave estratégico por encontrarse frente a Buenos Aires, Maldonado, por su proximidad al Atlántico, se transformó en habitual fondeadero para los barcos a vela que cruzaban el océano.
Los mapas más antiguos que existen sobre Maldonado ya dan algunas indicaciones sobre los riesgos de la costa, como el realizado en 1741 por orden del jefe de escuadra José Pizarro, quien visitó ese año la ensenada mientras intentaba dar caza a una flotilla inglesa. En esa carta náutica se establecen las distintas profundidades en cada parte de la bahía y se advierte de la existencia de un peligroso lecho marino conformado, según la zona, por “lama” (lodo blando), “arenilla”, “arena gruesa”, “cascajo” y “piedras”. Variables que podían transformarse en una trampa mortal para los barcos de gran calado y pesadas maniobras. Ese viejo plano delimita con bastante éxito la Isla Gorriti, a la que identifica con su antiguo nombre de “Maldonado”, e incluye una anotación marginal en la que da cuenta que la bahía era buena para el aprovisionamiento de agua dulce, o para “hacer aguada”, como se decía en aquel entonces, mas no para obtener leña, ya que el monte más cercano se hallaba “a cuatro leguas al noroeste”.
En otro plano de 1769 se destaca el área de la bahía entre Punta del Este y la “Punta de la Ballena”, ya con sus denominaciones prácticamente actuales. También figura en lo que sería Piedras del Chileno la “Punta del Arrecife”, el arroyito de “La Aguada” en lo que hoy es Las Delicias y una batería de seis cañones ubicada al oeste y muy cerca de allí, así como las defensas de artillería, un depósito de pólvora y un “pozo de agua dulce” en la isla. Con el nombre “Punta Negra”, se señala una irreal entrante del lado de la Mansa. Y se identifica una pequeña “guardia y batallón” en la península.
Más imaginación que otra cosa
En el año 2007 el uruguayo César Gómez Rivero se hizo mundialmente famoso por robar de la Biblioteca Nacional de España una serie de mapas incunables (impresos entre 1452 y 1500 a partir de la invención de la imprenta de Johann Gutenberg). Entre ellos se encontraban el famoso mapamundi de Ptolomeo en proyección cónica -creado 1.300 años antes- y 26 planos regionales: diez de Europa, cuatro de África y 12 de Asia, con una representación del mundo muy desigual por los escasos conocimientos que había en la época de zonas “remotas” como lo eran el norte de Europa, África Central, el Medio y Extremo Oriente.
En algunos casos, los planos presentan fronteras absolutamente irreales, como en la actual Sri Lanka, que fue representada como una isla enorme en comparación con la península india. Y en otros, visiones totalmente imaginativas, como el Océano Índico que parece transformado en un mar interior unido por el sur del continente africano con el oriente asiático. De todas formas, el trabajo era una verdadera proeza si se toma en cuenta que para la época el común de la gente nacía y moría sin alejarse a más de 70 kilómetros de su hogar. Por ello, el mapa de Ptolomeo presentaba para la mayoría una visión del mundo que hoy podría ser interpretada como de ciencia ficción.
Pero, ¿por qué reimprimir a fines del siglo XV una serie de planos y estudios geográficos que tenían 1.300 años de antigüedad? La razón era la misma por la que se imprimía la Biblia: en ese amplísimo período, casi nada había cambiado en las fronteras geográficas e ideológicas de la humanidad.
El mapa del tesoro
Por mucho que les pese a los productores de Hollywood, la realidad es que hacia fines del siglo XV apenas si había mapas sueltos como los que se despliegan en las películas de piratas. Todos formaban parte de un atlas o un estudio “científico”. Y con seguridad, Cristóbal Colón poseía una Cosmografía incunable anterior a 1492, en la que más allá de la aceptable precisión que tenía para la época, había errores y horrores de cálculo que incluso habrían inducido al navegante a buscar la tan anhelada ruta hacia las Indias a través del Atlántico.
Se cree que la longitud desmesurada del continente euroasiático en la obra de Ptolomeo fue uno de los motivos que llevaron al descubridor a emprender sus viajes hacia lo desconocido. Como experto navegante y apasionado de la cartografía, Colón solo conocía el mundo descrito 13 siglos antes, cuando el cartógrafo también propagó la idea egocentrista del Universo según la cual la Tierra ocupa el centro y los planetas giran a su alrededor.
Una colección de "joyas" con El País
A partir del lunes 20 de setiembre y con una frecuencia semanal, El País ofrecerá a sus lectores una serie de 40 libros con mapas históricos. Se trata de una colección finamente presentada, con tapas duras, realizada por Salvat. En ella, el lector podrá descubrir la historia de la humanidad a través de la cartografía: desde la antigüedad hasta nuestros días, con la evolución de los valores, conocimientos y creencias de las civilizaciones a través de su reflejo en los mapas y planos de cada época.
La colección incluye 300 mapas históricos, fotografías e ilustraciones, y un análisis en profundidad de 60 “joyas” que atesoran prestigiosas instituciones de todo el mundo. Entre ellas, se encuentran la Bibliothèque Nationale de France, la British Library, el British Museum, la Yale Map Collection, la Universidad Ryu Koku de Kyoto y la Biblioteca Nacional de España.