Era la noche del 24 de noviembre de 2019 y Mariana Pomiés (51 años) estaba muy segura de lo que iba a decir. Mientras sus colegas le aconsejaban anunciar un empate técnico, los periodistas de Telemundo le recomendaban cautela. “Ustedes hagan lo que quieran. Yo no adivino, trabajé con todos los circuitos y sé cómo se comportaron; confío haber hecho bien mi trabajo. Trabajé cinco años para esto”, les respondió. Ese día anunció que Luis Lacalle Pou era el nuevo presidente del Uruguay, si bien hubo que esperar tres días para la confirmación de la Corte Electoral.
Era su primera elección sin Luis Eduardo “El Sordo” González, el fundador de Cifra que se hizo famoso, entre otras cosas, por ser quien tenía la última palabra el día de cualquier elección. “Cada vez que salía a decir quién ganaba, nos sentábamos frente a la pantalla para ver cómo lo hacía. Pasábamos unos nervios aunque ya sabíamos lo que iba a decir”, recuerda sobre cada una de las elecciones en las que trabajó desde 1994 a esta parte. “Luis primero lo hizo con Néber Araújo, luego con Aldo Silva y ahora me toca a mí estar ahí”, acota con orgullo. “En ese momento en lo único que pienso es en lo que estoy diciendo y el impacto que tiene para el país”, agrega.
“El Sordo” falleció y Cifra pasó a ser comandada por partes iguales por Mariana y Adriana Raga, viuda de González y cofundadora de la empresa. “El Sordo fue como un padre para mí, crecí profesionalmente mirándolo, aprendí muchísimo de él. Era un tipo con un nivel de autoexigencia muy grande y nos lo transmitía”, destaca sobre su mentor. De él le quedaron —como a la mayoría de quienes pasaron por Cifra— dos frases muy marcadas: “¿Te dejarías cortar las manos por esto que hiciste?” —y entonces nadie entregaba nada hasta revisarlo mil veces— y “Acá hay que calentar silla, el que no calienta silla no avanza”.
Mariana llegó a Cifra gracias a que una compañera de facultad le avisó que estaban contratando estudiantes para trabajar como asistentes de investigación. Entró el 15 de agosto de 1994 y nunca más se fue.
Confiesa que de estudiante nunca había imaginado que se iba a dedicar a la consultoría de empresas. “En mi época, la investigación de mercado era vista como la pata negativa de la sociología”, acota. Y si vamos más atrás en el tiempo, tampoco se había imaginado siendo socióloga. “Cuando llegó el momento de anotarme en facultad, me inscribí en tres carreras: antropología, administración de empresas y sociología. El primer año hice las tres, casi me vuelvo loca, pero salvé todo. Igual dije ‘voy a elegir una’”, cuenta.
Se inclinó por la que tenía más amigos y donde más se divertía. “Si no me gusta, me cambio”, pensó. Se recibió estudiando en la Universidad de la República y luego hizo un MBA en Administración de Empresas en la ORT y cursos de especialización en la Universidad de Salamanca. “No soy politóloga”, aclara sobre un error que muchos cometen al presentarla.
Comunicadora
Mariana creía que se iba a dedicar a la investigación académica, pero el bichito de la comunicación ya se había colado en uno de los tantos trabajos que tuvo en su época de estudiante. “Trabajé armando un programa de televisión en Canal 5. Aprendí a usar la isla de edición, algo que ya no existe más”, rememora.
Reconoce que nunca tuvo una vocación marcada, pero siempre hubo algo que se le daba naturalmente: “Tengo una lista de 1.800 defectos, pero una virtud que es que comunicar me parece que me sale bien”, alega y no se equivoca. Por ejemplo, es una de las características que hoy más le destaca la gente que la reconoce en la calle. Las redes sociales directamente no las lee, es un mundo que prefiere ignorar.
Esa necesidad de comunicar la llevó a estudiar teatro durante muchos años, primero en el Colegio Seminario en el que se formó y luego con el mismo profesor —“Juan González, un tipo muy bueno del que aprendí mucho”— presentando obras en la Asociación Cristiana de Jóvenes y otro teatro que alquilaban especialmente.
“Me sirvió muchísimo para mi trabajo. No sería lo que soy hoy si no hubiera hecho teatro. Me enseñó a manejar la comunicación, el cuerpo. Hoy cada vez que voy a presentar un informe con un cliente o que estoy en la radio o en la TV, hay cosas que las tengo aprendidas. Me dio pila de herramientas”, admite.
También toca la guitarra y canta. “Me subo al auto, voy a hacer carretera y me pongo a cantar. Estoy triste o contenta y siempre me viene la letra de una canción. Para mí siempre hay música”, destaca quien formó parte de varios coros. Con uno de ellos, con el que se presentaba en eventos, cantó en el casamiento de Azucena Arbeleche, la Ministra de Economía. “Todos los años digo lo mismo: ‘El año que viene vuelvo a los coros’”, confiesa... pero no lo logra.
Dice que su familia es muy musical. Su hijo Juan Ignacio (22) toca el saxo y trabaja como DJ, y su hija María Carolina (20) toca la guitarra y canta.
“Ahora estoy desarrollando lo artístico por otro lado. Descubrí de grande todo lo manual”, comenta al mencionar que aprendió a hacer telar, crochet y tejido a dos agujas, y que el año pasado incursionó en la cerámica.
Otra pasión es el deporte. “No me luzco, pero me gusta”, afirma quien practicó hockey en la escuela y el liceo, llegó a jugar federada por el Seminario, pero finalmente dejó por falta de tiempo. Siempre hizo gimnasia y desde hace dos años se ha vuelto fanática de los trails. “Empecé a caminar y correr con un grupo de amigas y ahora me encantan las caminatas a campo traviesa. Este año voy a Salta y Jujuy a hacer el Raid Columbia”, anuncia sobre una actividad que va de la mano con un mayor contacto con la naturaleza. “Aunque soy muy montevideana y conozco muy poco del campo, pero me encanta”, dice.
También disfruta mucho del deporte como espectadora. “Soy muy futbolera, no voy a decir de qué cuadro soy porque trabajo para varios clubes”, se excusa. En familia miran tanto fútbol uruguayo como la Liga española —“soy muy hincha del Barça desde antes de casarme”— o la liga inglesa —“la empecé a seguir cuando Suárez estaba en el Liverpool”, aclara. Miró mucho básquetbol, pero abandonó porque su marido —Elbio Medina— no es tan seguidor. Además, la atraen los partidos de los grandes tenistas. En resumen, canales y programas deportivos son parte fundamental de su grilla de fin de semana.
Se define como “fanática de La Paloma”. Hace 21 años que veranea en este balneario con su barra de 12 amigas, cada una alquilando una casa con su respectiva familia. “No concibo las vacaciones sin la playa de Rocha y sin mis amigas”, sostiene entre risas.
Si solo hay ratos libres, el cuidado del jardín de la casa del Prado en la que vive hace 22 años pelea un lugar. Ahí están sus tres perras labradoras.
Reconoce que duerme poco, con suerte unas seis horas. “Porque hago muchas cosas”, se defiende y añade que como católica practicante integra el movimiento mundial Comunidad de Vida Cristiana (CVX), del que hoy es su vicepresidenta en Uruguay. “Nos reunimos todas las semanas, compartimos la vida, charlamos y cenamos cada 15 días”, señala.
Su familia también ocupa buena parte de su tiempo y, cuando este escaseaba, se las ingeniaba para ser una madre presente. Fueron muchas horas trasladando niños haciendo las famosas cadenas o llevando a sus hijos a sus actividades, cumpleaños de 15 o bailes. “Creo que las conversaciones más interesantes con mis hijos las tuve en el auto. Ese tiempo me ayudó mucho porque cuando todos vamos mirando para adelante y no te estás viendo la cara, es más fácil preguntar y que te cuenten. Ahí agradecí la distancia y para mí ese tiempo fue muy rico”, destaca.
Mariana también es docente universitaria, en la Udelar y en la Universidad Católica. Disfruta de conducir grupos motivacionales tanto como de las salidas en Telemundo o en los programas de La Tele que lo demanden ya que Canal 12 es su cliente. Esa visibilidad determinó que no pasara desapercibido el cambio físico que mostró este año.
“Tuve una menopausia muy temprana, a los 41 años, que me afectó mucho mi estado físico. Aumenté mucho de peso y por más que me matara a dietas no lograba bajar. Hace unos años me estabilicé y eso me permitió volver a mi peso original”, cuenta y lamenta lo sola que tuvo que afrontar esta etapa porque la época era otra.
Volviendo a su rol de directora de Cifra, vaticina una elección muy reñida y violenta porque los tiempos han cambiado. Pero, como viene sucediendo, confía en su trabajo y de su equipo para ser quien anuncie el próximo presidente de los uruguayos. “Vivo de mi credibilidad en la investigación y para mí es fundamental hacer las cosas bien. Me puedo equivocar, pero me equivoco tratando de hacer las cosas bien”, concluye con firmeza.