MARTIN FABLET
En estos últimos días, usuarios, medios y popes han gustado de ensañarse con nuestra banda ancha. Variadísimos diagnósticos y estudios comparativos, concluyen que nuestra querida banda no es tan ancha. Como siempre digo, las comparaciones son odiosas. Cien mega es la velocidad que disfrutan los hogares en los Estados Unidos y un mega es el estándar uruguayo. ¿Pero es realmente tan importante obtener esa información en 15 segundos en lugar de 3 minutos? ¿Hace a la cosa? Por lo que pude investigar son pocos los usuarios locales que necesitan de alta velocidad para realizar sus tareas. Eso no quiere decir que no sea importante y que no amerite una correspondiente reforma. Pero quizás lo que "conspire" de forma certera contra nuestro monopólico proveedor de Internet sea la extraña psiquis de los usuarios en general. Qué quiero decir con esto, bien sencillo, todos queremos más sin saber porqué. "No sé si la necesito pero si hay más velocidad disponible, la quiero, ¡y la quiero ya!".
Lo mismo sucede con los píxeles en las cámaras de fotos, con los gigas en las memorias, con los caballos de fuerza en los automóviles, con los watts en los equipos de audio. No hay argumentos contra estos berrinches tecnológicos, y posiblemente mamá Antel deba incorporar más fibra óptica.
Ese fascinante invento es relativamente joven. Data de 1977, y su origen es Inglaterra. Los primeros experimentos que pretendían transmitir información a través de luz, fueron utilizando el temido rayo láser. Rápidamente científicos y marcianos se dieron cuenta que se podía transmitir gran cantidad de información a velocidad inusitada.
Por un tema práctico el láser cayó en desuso, ya que resultaba difícil de encausar o canalizar. Fue entonces cuando los científicos y técnicos especializados en óptica, dirigieron sus esfuerzos a la producción de un ducto o canal, conocido hoy como la fibra óptica. La clave está allí en un canal que permita transmitir la información a través de luz.
Es realmente revolucionario, este luminoso vehículo de información, aunque sólo se trate de ondas electromagnéticas, muy parecidas a las ondas de radio (con la única diferencia que la longitud se mide en micrómetros en lugar de metros o centímetros.)
¿QUÉ ES? Básicamente, la fibra óptica son filamentos de vidrio de altísima pureza extremadamente compactos. Su grosor es muy similar a la de un cabello humano. Se fabrica a muy alta temperatura y su base es de silicio. El ancho de banda que proporciona la fibra óptica es descomunal. Estamos hablando de 10 Giga bits por segundo. Eso significa que usted -adulto- puede ver una película porno a medida que la va bajando. (Ni le cuento en 2011 cuando lleguemos a 100 Giga bits por segundo).
Con un cable de seis fibras se puede transportar la señal de más de cinco mil canales de TV, mientras que se requiere de 10.000 pares de cable de cobre convencional (coaxil) para brindar servicio a ese mismo número de usuarios, con la desventaja que este último medio ocupa un monumental espacio en ductos y requiere de grandes volúmenes de material, lo que por supuesto eleva los costos.
Al parecer la mejor forma de llegar a esta clase de velocidad sea utilizando fibra hasta la puerta de su casa. Lo que se llama FTTH (Fiber To The Home).
Es tanta la información que se puede transferir, que proyectos como el Cardales (verdadero, voz, banda ancha y TV) se vuelven factibles con la utilización de fibra óptica.
Existe una creciente inquietud por una banda más ancha, y los argumentos son diversos. Seguramente para satisfacer esa necesidad, la inversión en fibra óptica será millonaria. Pero también la implementación de esa tecnología permitirá nuevas oportunidades de negocios. Oportunidades que algunos todavía no imaginamos.