MASCOTAS
Este adiestramiento es una corriente de adiestramiento que focaliza en el bienestar del animal y su vínculo con los humanos.
Andrea, la adiestradora, sube las escaleras y, ni bien la escuchan, Margo y Noah ladran desde su puerta en el cuarto piso. Es la segunda vez que la van a ver, pero ya la reconocen. Mueven la cola y replican el ritual de bienvenida habitual cuando llegan visitas: la puerta se abre y los perros bajan desesperadamente por el último tramo de la escalera. Si todo sale bien, en unos meses ese alboroto estará controlado y nuestros perros recibirán con alegría, pero con menos intensidad.
Andrea continúa subiendo las escaleras, con dificultad, y pone sus brazos entrecruzados, con las manos agarrando los hombros. Como un abrazo. Cuando los perros saltan, sus dueños y las visitas debemos hacer lo mismo y, además, no mirarlos a los ojos, porque de lo contrario creerán que les estoy autorizando a tener ese comportamiento efusivo. Si todo sale bien, el éxtasis se modificará por autocontrol y ese protocolo humano ya no será necesario.
Los perros se calman, Andrea se pone a la altura de ellos, la olfatean sin parar.
Lo que viene después es una seguidilla de ejercicios de jerarquía. Los mismos que teníamos que replicar mi pareja y yo entre la primera visita de la adiestradora —la contratamos hace una semana— y esta. Algunos los hicimos, otros no, pero ya se nota el cambio. Los ejercicios previos al paseo harán que estén más predispuestos y tranquilos para lo que toca hacer en la calle. Y hay palabras claves y tonos adecuados que serán herramientas importantes en el paseo. Además de pedacitos mínimos de premio que Andrea irá dándole a Margo cada vez que obedezca. De eso se trata, parece, el refuerzo positivo.
Lo admito. Son perros dulces, pero extremadamente mimados. Además, si bien cumplo con sus paseos diarios y ejercicio, hay un montón de actividades que —estoy aprendiendo ahora— les faltan para tener una calidad de vida satisfactoria. Por ejemplo, ofrecerles ejercicios cognitivos que ayuden a desarrollar el olfato, su gran sentido aliado, y que puedan resolver problemas por si solos.
Margo es macho, tiene 4 años, su primer hogar después de la calle fue una residencia estudiantil —demasiados humanos y reglas distintas— y tiene bastante ansiedad que se va canalizando en diferentes problemas. Lo último, tironear excesivamente en los paseos y ladrar sin control a otros. Noah es hembra, tiene 7 años, siempre vivió conmigo —la adopté cuando vivía con amigas— y desde muy chiquita tiene fobia a los paseos. Tiembla con el tránsito y si hay demasiado movimiento se queda paralizada. Los espacios verdes y alejados le permiten disfrutar más, pero siempre está alerta y ante cualquier ruido fuerte, activa el miedo.
Hasta hace una semana creía conocer todo sobre ellos, pero ahora descubrí que no, que hay mucho por aprender y que sus problemas no son irreversibles. Aprendí, también, que hay una corriente de adiestramiento canino que trabaja desde la amabilidad y el afecto, que prioriza el bienestar del animal y busca lograr un equilibrio entre todos los puntos de la Pirámide de Maslow Canina (ver recuadro). ¿Qué se necesita? Predisposición, presupuesto y paciencia.
La pirámide de Maslow canina, pero adaptada
Maslow. Para entender las necesidades del perro existe la Pirámide de Maslow versión canina. En la base están las necesidades biológicas (nutrición, agua potable, ejercicio, refugio interior, aire y sueño, etc.) pasando por las necesidades emocionales, las sociales, el entrenamiento amable y, en la punta, las cognitivas (debe tener opciones, novedad y retos mentales). Por ejemplo, poniéndole pastillas en un mapple de huevo, cubiertas con tapas de bebida, para que ellos logren llegar a su comida tras un esfuerzo.
Equilibrio. Pero en el conductismo que practica Alberto —su primera incursión fue con una maestra venezolana, Marianela García, en la escuela Paso a paso con tu perro, que viene de la academia del venezolano Carlos Bentancourt — y que transmite en @adiestradoguy— busca un equilibrio entre todo eso. “Los perros que solo salen a correr, se terminan transformando en perros atletas, pero eso requiere que cada vez necesiten más y más ejercicio. Lo que les falta, al final, son otro tipo de desarrollos que se logran con el olfato o juguetes interactivos”. Además de socialización.
Dedicación. Una de las preguntas que hace a los dueños es sobre el tiempo. Es que para ellos es fundamental que haya dedicación, al menos media hora por día para el aprendizaje del animal.
Por cuestión de números —aunque tampoco es excesivamente costoso y vale la pena—, primero trabajamos con Margo y, cuando esté más avanzado, en un par de semanas o el tiempo que indique su adiestradora, seguiremos con Noah —ahora ya sé que parte de su miedo viene de la hipersensibilidad en sus patas, que capta vibraciones y no la deja concentrarse en su paseo—.
El refuerzo positivo
Andrea es colombiana y trabaja adiestrando perros en Uruguay desde hace dos años, aproximadamente. Su técnica inicial es la de luring —guiar al perro con un señuelo, suele ser una comida que le guste mucho, a partir del olfato— y hace unos meses aplica conocimientos del conductismo que está aprendiendo con Alberto García, un colega venezolano y su maestro.
El conductismo actúa sobre la conducta del perro y tiene como base tratar al animal “con coherencia”, dice Alberto, consultado para esta nota. Entre las técnicas está el refuerzo, que en la web española Sentido Animal se define como “el procedimiento que aumenta las posibilidades de que una conducta se repita, bajo la aplicación de un estímulo”, y eso es lo que observo en el paseo que hacemos con Margo.
Surgen entonces frases como “barreras invisibles”, “estímulo”, “positivo y negativo” y la idea de que los perros —si necesitamos comparar— tienen la inteligencia de un niño de tres años. Pero, sobre todo, que “si somos coherentes con los perritos, ellos van a estar bien. Es muy importante ser coherentes con cómo se le habla al animal”, remarca Alberto.
Uno de los problemas que los adiestradores suelen encontrar entre los perros y sus humanos es, dice, que tanto tratarlos como hijos los convierte en “dependientes emocionales”. Lo confirmo. Mientras lo entrevisto, en el espacio verde al que suelo llevar a mis perros a pasear, Andrea deambula en los alrededores intentando que Margo entienda que puede mantenerse alejado de mí, porque —descubrimos— tiene hiperapego y no le hace nada bien. Pero sí, “se cura”.
Alberto llegó a Uruguay hace dos años, con su pareja. Su perrita, una salchicha que se llama Pepa, quedó en Venezuela con su suegra, pero la extraña y dice que es un apasionado por los perros. En Venezuela se formó en la escuela Paso a paso con tu perro, de la adiestradora Marianela García —aunque es licenciado en Administración— y acá, mientras sigue realizando cursos para perfeccionarse, fue el camino que encontró para trabajar. Lo más importante, dice, es “tener sangre “ para los perros. Es una cuestión de química y también la notó en Andrea. Además, ha trabajado con refugios, para mejorar la convivencia y preparar a los perros ante la adopción.
Le pregunto si ha tomado de esos casos que parecen irrecuperables, como perros violentos. Me dice que sí, pero que solo toma mascotas que, sabe, van a tener dueños comprometidos. Porque esta técnica depende muchísimo del vínculo del humano y el perro, de replicar los ejercicios en casa. No es como una varita mágica que tocará al animal y este se comportará bien para siempre. Para decidir tener mascota hay que estar dispuesto a educar. El adiestramiento positivo trata de entender al perro, ver qué necesita para estar mejor.
“Puede haber rehabilitación de conducta, pero es fundamental el compromiso del dueño. Más si son casos complicados. Yo antes de tomar un caso, estudio el entorno, si veo el compromiso, lo tomo”. ¿Y qué se considera falta de compromiso? “Sin tiempo, no hay forma. El perro puede ser una gran compañía, pero hay que entender que tiene necesidades. Si no cumplimos con ellos, no van a tener buen comportamiento. Y la cosa no es solo cumplir con los paseos, hay que darle al perro un equilibrio de todo”.