Médico uruguayo ganó concurso internacional de cocina para personas ciegas y de baja visión

David Bogacz ganó en el Golden Eye Chef (India) el premio del jurado al plato más creativo y el del público a la mejor receta.

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Bogacz con su amiga Kenny, quien le dio la idea de hacer un cordero con el que ganó el concurso. Foto gentileza: David Bogacz.

En 2019 se hizo por primera vez en India el concurso local Golden Eye Chef para personas con ceguera total o baja visión. En 2020, con la pandemia, la competencia se transformó en virtual. Y en 2022 se abrió al mundo. Un año después, contaba con 32 participantes de naciones tan distantes como Estados Unidos, Mauricio, Macedonia del Norte y Uruguay. La celeste estuvo muy bien representada por el médico David Bogacz, quien ganó el premio del jurado al plato más creativo y el del público a la mejor receta.

David Bogacz (66) es un médico neurofisiólogo clínico (especializado en el estudio del sistema nervioso) que se jubiló hace dos años por sus problemas de visión. Estos comenzaron a afectarlo en 2002 y avanzaron de forma progresiva. “En 2009 perdí la visión en el ojo derecho. Fue como si me empezaran a bajar un telón, arrancó por la parte superior del campo y me fue aumentando. No me encontraban nada. Pero se me había apagado la luz. Un colega que está en Chicago hace muchos años me atendió y me dijo: ‘Bueno, olvidate de este ojo, vamos al otro’”, recuerda Bogacz en entrevista con Domingo.

La visión de su ojo izquierdo también fue disminuyendo, al punto que se vio impedido de seguir trabajando. De todos modos, advierte que no está completamente ciego: “Me queda un poquitito de la parte inferior del campo, cada vez menos, veo muy borroso. No se sabe la causa, me hice todo tipo de estudios acá y en Estados Unidos. También me hice el tratamiento de células madre, que al principio caminó bien, pero después, la segunda vez que lo hice, ya no tanto. Era mucha inversión, económica y emocional. Al final, largué la toalla”.

El “Cordero de Kenny”

Bogacz fue uno de los participantes (el primero de Uruguay) del Golden Eye Chef 2023 entrevistados por The Week Magazine de la India. “Mi familia (su esposa Mariella, psicóloga y actriz de teatro, y sus dos hijos) quedó sorprendida con mi decisión de participar en el concurso. Se alegraron mucho cuando gané. Están contentos no solo por el premio sino también por el hecho de que puede aceptar el desafío”, afirmó el médico a ese medio de prensa.

Bogacz, que hace una excelente pizza que aprendió de su madre, preparó especialmente el Kenny’s Lamb (Cordero de Kenny) para la competencia. “Quería cocinar algo que fuera relativamente nuevo, con algunos ingredientes típicos de mi país. Lo hablé con mi amiga Kenny, que es una buena cocinera pero no una profesional”, agregó a The Week Magazine.

“Siempre me gustó la cocina, pero nunca había tenido la posibilidad de aprender”, dijo el médico a Domingo. Y añadió: “Empecé a hacer el curso del Crandon pero era como para abrir un restaurante, tenías dos años de economía, no era para mí, lo que yo quería era cocinar. Cuando estaba haciendo rehabilitación en el Centro Tiburcio Cachón apareció un curso de gastronomía, que lo empecé a hacer en marzo del año pasado. La profesora, Carolina Irurtia, me dio manija para participar del concurso. Y me animé. Fui el único de Latinoamérica”.

A Kenny la conoce hace 40 años. Fue ella quien le dio la llave para entrar por la puerta grande. “Me dio una idea y yo le cambié algunas cosas. Hice el cordero macerado con mostaza de dijon, salsa de tomate, limón, aceite de oliva, comino y jengibre. También le puse mermelada de arazá, un fruto típico del norte de Uruguay y el sur de Brasil, que no es fácil de conseguir. Lo dejé macerando 24 horas y después lo hice a la cacerola en un sofrito de cebolla, ajo, romero, morrón rojo y amarillo”, describe.

La carne la acompañó con papas al natural, con aceite de oliva y romero fresco. “Y le hice un chutny de nísperos que puse como un ‘caminito’ entre la carne y la papa”, anota.

El chutny es algo típico de la India. “El níspero hay que pelarlo, sacarle la semilla y cortarlo en pedacitos. Luego lo ponés con azúcar y vinagre en un sartén, donde se salta durante 10 o 12 minutos sin que llegue a transformarse en caramelo. Queda algo agridulce, porque el vinagre le saca un poco lo dulce del níspero”, explica.

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Bogacz con su nieta Vera, quien tiene 4 años y medio y comparte su pasión. Foto gentileza: David Bogacz .

Cuando lo sencillo es difícil

Bogacz utiliza la aplicación TalkBack de Android, que lee la pantalla de su celular y transforma los mensajes de texto en voz. Y otro programa que le permite identificar fotografías, aunque este último es mucho menos efectivo.

“Este tipo de aplicaciones te permiten también usar la computadora o navegar por Internet. La tecnología cambió la cosa. Yo por ejemplo leo muchísimo, no necesariamente con audiolibros, sino con el programa @voice, que transforma textos (de un PDF por ejemplo) a audio. Es una voz robótica que se puede regular para que sea más amigable”, comenta.

En Uruguay se utiliza el bastón blanco para casos de ceguera total y el verde para baja visión. El blanco con franjas rojas combina baja visión con sordera o hipoacusia. Bogacz tiene el verde. Y confiesa que incorporar este elemento a su vida tuvo para él, al principio, un gran impacto psicológico.

También destaca los apoyos que ha recibido en el Centro Nacional de Discapacidad Visual Tiburcio Cachón, que le han permitido solucionar problemas básicos -y no por ello poco importantes- de su cotidianeidad.

“Como médico conocía la existencia del Tiburcio Cachón, pero no tenía idea de lo que hacían. Y la verdad es que es maravillosa la labor que hacen. Son gente joven (la mayoría mujeres) de una gran calidad humana, te hacen una contención psicológica enorme”, comenta. Y recuerda: “La primera vez que agarré el bastón me puse a llorar, el valor simbólico que tiene eso es terrible. Valentina, la chica que me apoyó, me dejó llorar, me dijo que lo dejara de usar y después que volviera a hacerlo, hablamos mucho. Fue muy importante para mí el trabajo que hizo conmigo”.

En el centro Tiburcio Cachón hay un taller llamado “habilidades diarias” que fue fundamental para que Bogacz pudiera moverse en su propia casa. “Te enseñan a barrer, a hacer la cama, asearte, planchar o incluso cortarte las uñas. Son cosas que parecen bobas, pero que son muy importantes”, destaca. Y añade con respecto a los desafíos que representa la cocina para una persona ciega o de baja visión: “Te explican cómo moverte sin quemarte o sin andar tirando todo. No hay que usar sartén sino una olla, que es menos peligroso. Te dicen que utilices manoplas y las hornallas del fondo para no quemarte. Además, aprendés a reconocer cosas por el olfato, el peso o el sonido. Por ejemplo, cuando ponés agua en un vaso, el sonido va cambiando mientras se llena”.

Pequeños placeres de la vida

Bogacz comenta que la cocina le permite jugar con su nieta Vera, que tiene 4 años y medio y lo “ayuda” con las recetas. “El concurso también me permitió enterarme de la cocina de otros lados. ¿Cuándo iba a saber algo de Macedonia del Norte o de Mauricio? Ni sabía que existían. Y además, me gusta comer, mentalmente soy un gordo”, dice y se ríe.

Hay otros placeres de la vida que sigue disfrutando junto a sus hijos, como la música (a él le encanta el jazz e ir a los espectáculos del Sodre).

“Uno de mis hijos, Rodrigo, hace cine, es ayudante de dirección. Participó en La sociedad de la nieve cuando grabaron en Uruguay. También es músico y toca el bajo en Los Nuevos Creyentes, un grupo que tiene con mi otro hijo menor, Santiago”, relata. Este último es egresado de la Facultad de Artes de la Udelar (donde hoy es docente), e hizo un máster en Composición Electrónica en Colonia, Alemania.

Además, David Bogacz ha estado involucrado con la música desde su juventud. A la salida de la dictadura tuvo una revista llamada Ganzúa, en la que publicaba sus entrevistas y comentarios de discos. “Tuve el placer de entrevistar a Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Facundo Cabral y Chico Buarque, entre otros”, remata.

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