Menopausia y cambios en la piel

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DR. PABLO PERA PIROTTO

Desde el punto de vista hormonal, uno de los eventos más importantes que ocurre luego del retiro de las menstruaciones en las mujeres es el descenso del nivel de estrógenos. Esto se manifiesta de distintas formas, como por ejemplo los conocidos sofocos y calores tan característicos y molestos, en una menor densidad de los huesos (osteoporosis), en un incremento de la aterosclerosis con las consiguientes consecuencias que esto tiene a nivel cardiovascular, cambios en la esfera psicológica y alteraciones a nivel de la piel. Por ejemplo, después de la menopausia, la secreción de sebo disminuye, lo que tiene como consecuencia un aumento de la sequedad cutánea.

Esto se manifiesta muchas veces por una molesta picazón y una mayor sensibilidad a irritaciones y alergias. A eso se le suma que la cantidad de sudoración también decrece y que se produce un descenso en la elasticidad cutánea. Todas estas alteraciones provocan un aumento del número y la profundidad de las arrugas de la cara.

Las mucosas también se secan, lo que se evidencia sobre todo a nivel genital y, con respecto al pelo, éste se afina y se acorta, aumentando su caída, salvo en algunas zonas del rostro en donde ocurre todo lo contrario.

Pero, más allá de estos cambios, lo importante es lo que se puede hacer para retrasar la aparición o combatir los efectos del climaterio. Lo primero a considerar es la restitución de esas hormonas que han disminuido. La terapia hormonal sustitutiva ha mostrado mejorar la calidad de la piel y del pelo, pero existen dos opiniones contrapuestas en el ámbito médico: por un lado están los que promueven su indicación, y por el otro, aquellos que no la recomiendan, basados en el mayor riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer.

Por esa razón se han popularizado desde hace algunos unos años los fitoestrógenos, que son compuestos que se encuentran en algunos vegetales y que tienen acciones similares a los estrógenos, pero sin sus efectos secundarios. Entre los más conocidos y estudiados están las isoflavonas, que se hallan sobre todo en legumbres como la soja y en el trébol rojo. Estudios científicos apoyan que su ingesta mejora los sofocos, retrasa la pérdida de masa ósea, tiene una acción preventiva frente a la aparición de enfermedades cardiovasculares e incluso protegería de algunos tipos de cánceres. Específicamente a nivel de la piel, los fitoestrógenos estimulan la renovación celular y evitan que se produzca la degradación de las fibras de colágeno y elastina, elementos vitales para el sostén cutáneo. Hoy en día, muchos laboratorios los han incluido como componentes clave en sus cremas antienvejecimiento, tanto para uso facial como corporal.

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