El poder de la mente

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Terapia Sandplay. Foto: Marcelo Bonjour
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Marcelo Bonjour/Archivo El Pais

DE PORTADA

Jugar con figuras en arena, mover los ojos o encontrar un punto de vista son formas novedosas de hacer terapia psicológica.

Querer estar bien es un anhelo que se refleja, por ejemplo, en el simple acto del brindis, cuando se desea buena salud. Un bienestar que también la mente necesita. La vida tiene sus idas y venidas, situaciones límites y dolores que muchas veces dejan huellas en las personas. Lo que sucede con estas marcas es que no se ven o no se identifican, y que para poder enfrentarlas hay que enmarcarlas, entenderlas o, al menos, conocerlas. 

Estar bien es un proceso que implica trabajo. Ya sea con los tratamientos tradicionales —psicoanálisis terapia cognitivo-conductual y Gestalt, entre otras— o terapias que nos resultan novedosas aunque tengan ya cierta historia.

El EMDR (“Eye Movement Desensibilization and Reprocessing”, que en español es “Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares”), el brainspotting, la terapia sandplay o el PNIE (psiconeuroinmunoendocrinología) son algunas de estas terapias, que apuntan a problemas específicos para encontrar una solución en menos tiempo y de forma más directa. Cada vez llegan más o se extienden y popularizan en el territorio uruguayo. Además, están las opciones complementarias o alternativas, como las constelaciones familiares, que desde fuera de la ciencia, también ponen foco en los problemas de la mente.

Florencia (38) es psicóloga, pero además de estar del lado del terapeuta, también es paciente. Desde hace unos tres años empezó a tratarse (y también se formó) en EMDR, y hace más o menos un mes, está probando con brainspotting. “Hacía mucho trabajaba en EMDR (y sigo), pero recurrí al brainspotting un día que tuve una gran crisis personal, porque mi psicóloga ya me había hablado de eso”, comenta. Lo que encontró en estas terapias fue otra vía para poder entenderse y sentirse bien. ¿Pero qué son realmente estas terapias? ¿Cómo funcionan y por qué son importantes? En Domingo conversamos con varios especialistas sobre esta temática.

EMDR

“Hace cinco años, si decías EMDR, nadie sabía de qué hablabas. Hoy las personas llaman pidiendo esta terapia”, señala Ivonne Spinelli, directora de EMDR Uruguay. De la mano de esta organización sin fines de lucro también se han formado muchos profesionales de la salud que quieren incorporar esta terapia a sus procedimientos. En la web del sitio, figuran 82 terapeutas en EMDR: 62 son de Montevideo y el resto se reparte entre Canelones, Lavalleja, Rivera, Salto, Soriano, Colonia, Maldonado, Río Negro, Rocha, San José y Tacuarembó.

El EMDR surgió como un descubrimiento casual, por parte de la psicóloga Francis Shapiro en 1987, cuando “notó que si movía los ojos en una y otra dirección, la perturbación emocional que sentía disminuía notablemente. Se empezó a investigar y al día de hoy es uno de los pocos modelos terapéuticos que cuenta con gran evidencia científica”, explica Spinelli. La Organización Mundial de la Salud lo recomienda para tratar adultos y niños con Trastorno por Estrés Postraumático. La doctora comenta que la hipótesis más extendida del funcionamiento sostiene que en los humanos hay un sistema de procesamiento de información con el que enfrentamos la realidad, y que cuando ocurre un evento traumático la capacidad del sistema se ve sobrepasada, y la información queda “congelada”. Se convierte en un trauma que se activa cada vez que el sistema recibe un estímulo interno o externo.

Lo que se busca desde la terapia EMDR es trabajar con ese trauma, activando el sistema con estímulos de simulación bilateral (a través de sonidos, movimientos oculares o toques en las rodillas o en las palmas de las manos) para que pueda hacer un reprocesamiento de la información. “Se estimula uno y otro hemisferio y eso ayuda al procesamiento”, añade Spinelli.

El EMDR después del tornado en dolores

El 16 de abril de 2016 será recordado como el día en el que hubo un tornado en Dolores. Hubo destrucción y dolor, heridas físicas y emocionales. Todo lo que puede causar una catástrofe de esa índole. Ante esto, un grupo de la asociación científica EMDR Uruguay, que trabaja con un área especializada en ayuda humanitaria, concurrió hasta la ciudad para dar su aporte desde esa terapia. En su caso, trabajaron específicamente con personal de la salud (médicos, enfermeras, personal de limpieza, camilleros). “Esas personas estaban sumamente afectadas porque eran los que recibían el primer impacto, y además trabajaron muchísimas horas en esa situación y sin dormir”, cuente Ivonne Spinelli, directiva de EMDR Uruguay. Fue una intervención breve, de un fin de semana, y grupal, en la que se trabajó con los recuerdos traumáticos para reprocesarlos.

Y para poder entender en qué casos funciona esta terapia, es importante comprender el concepto de trauma, que es cualquier situación que desborda la capacidad natural de procesamiento de la información. Se puede diferenciar entre los traumas excepcionales, como las grandes catástrofes o situaciones médicas importantes. Pero también están los traumas cotidianos, que son situaciones del diario vivir, desde una descalificación o una humillación, un duelo o un abuso, negligencia o cualquier sufrimiento de violencia.

Aunque es un tratamiento que tiende a sesiones individuales (que pueden ir desde tres encuentros a terapias que duran un año o más), también se puede hacer en grupos con personas que vivieron una misma situación o, por ejemplo, pacientes oncológicos. “Vivir es potencialmente traumático”, remarca Spinelli, y añade que el EMDR trabaja con el “pasado que está interviniendo en el presente”, reprocesando y logrando un cambio de perspectiva del problema.

Brainspotting

 Derivada del EMDR, la técnica del brainspotting también surgió de casualidad, en 2003. El terapeuta David Grand estaba trabajando en simulación bilateral a través de movimientos oculares con una patinadora sobre hielo que se paralizaba ante un salto específico. “En cierto punto, vi su ojo empezar a temblar y luego inmovilizarse, así que mantuve la mano en ese lugar, sin saber muy bien por qué lo hacía, y durante los 10 minutos siguientes toda clase de material profundo y otras cosas empezaron a aflorar”, cuenta Grand en un video publicado por Instituto Galene, un centro español para tratamientos psicoterapéuticos.

Terapia brainspotting
Azar. En 2003, trabajando con EMDR, David Grand descubrió el brainspotting.

La psicóloga Karina Maufinet comenta que esta terapia, todavía poco extendida en Latinoamérica, fue lo último que incorporó a sus herramientas de trabajo (desde abril de 2018). Está formada en varias técnicas (Terapias Avanzadas, Cromoterapias y EMDR) que apuntan a “reprogramar el cerebro”. En este caso, se trata de encontrar un punto visual que permite llegar al cerebro reptiliano, “donde se almacena toda la información transgeneracional y donde se activa la amígdala que funciona en los trastornos de ansiedad, en los ataques de pánico, en los problemas de agresividad. Además, es básicamente lo más importante que tenemos entre la vida intrauterina y el tercer año de vida, cuando se forma nuestra memoria de funcionamiento, con la que estamos todo el tiempo relacionándonos, y es básica porque es donde tenemos los patrones de conducta primordiales”, explica la psicóloga.

Lo que hace el brainspotting es desactivar los patrones de comportamiento negativos que puede tener el cerebro. Porque, como explica Maufinet, tienen que ver muchas veces con creencias negativas que la persona tiene de sí misma, cuando se siente insuficiente, insegura o, incluso, “puede llegar a sentirse mala. Hay un montón de creencias y de patrones nuestros que son nocivos que nos hacen mal, y estas terapias lo que hacen justamente es abordar al cerebro para poder reprocesarlo, reprogramarlo”.

Funciona encontrando un punto en el campo visual del paciente que permite acceder a los traumas que no fueron procesados por quedar “mal almacenados”, en el hemisferio del cerebro que no le corresponde. “El hemisferio derecho es el que tiene todo el sistema límbico y tiene el manejo de lo emocional, es irracional. El izquierdo es el que tiene noción de tiempo, entiende que algo ya pasó. Cuando tenemos un trauma, nos hace sentir como si estuviéramos en aquel momento”, sostiene y narra que a ella le sucedió que luego de que le tiraran un fuego artificial en la Copa América de 1995, se alteraba sobremanera cuando sentía olor a pólvora o escuchaba fuegos lejanos. Sentía que la pirotecnia le caería encima. En su caso lo trató con EMDR, pero ha logrado resultados similares con brainspotting, aunque considera que este es un procedimiento más rápido y que permite un abordaje menos estricto. “Con brainspotting no solo estamos trabajando el trauma que la persona tiene, sino que estamos entrenando una mirada de autocompasión que va generando una mayor conciencia del propio cuerpo”, añade.

Sandplay

En este caso (cuya traducción es “juego de arena”), cambian el mecanismo y el objetivo. Frente al paciente hay dos cajas (con medidas específicas, 57 de ancho, por 72 de largo y siete de profundidad, como la que está en la foto principal), una con arena seca y otra húmeda (que se puede mojar más), y estantes repletos de figuras, muñecos, árboles, pirámides, animales, edificios y todo lo que se pueda encontrar por ahí que sirva para jugar en la caja. La consigna del psicólogo, es que el paciente juegue, que dé lugar a la creatividad, que moldee con la arena o que tan solo la remueva, y que si quiere, incorpore las figuras de los estantes. Hay libertad total y en ese momento el terapeuta solo observa, alejado del campo visual del paciente.

Una técnica para lenguas distintas

Aunque la terapia de sandplay puede usarse como complemento del diálogo entre paciente y terapeuta, también puede prescindir de las palabras. Por eso, hay especialistas que la están implementando para trabajar con poblaciones vulnerables, como lo son los inmigrantes que llegan a Alemania, donde se la usa con niños. “Hacen una escena en cada reunión durante 12 semanas. Y ese proceso no se interpreta, simplemente es acompañado por alguien que se haya preparado para la terapia”, comenta el psicólogo uruguayo y especialista en sandplay, Juan Elizalde. La finalidad, en ese caso, es ver cómo se transforma el mundo interno de los niños tras cada escena que crean en la arena. “Empiezan con escenas muy desarmadas o muy violentas, que expresan claramente lo que habían sufrido. Y luego van logrando más armonía. Esto refleja el impacto en ellos de una terapia no verbal”, añade. Y además, tener ese espacio para la creatividad ayuda a reforzar el autoestima de esos niños.

Juan Elizalde, psicólogo y uno de los fundadores del Grupo de Sandplay Uruguay (con nueve integrantes) y miembro de la Sociedad Internacional de Sandplay, explica: “La idea es que la persona vaya armando la escena y en determinado momento, cuando siente que ya está, le cuenta lo que hizo al terapeuta. Después, le puedo preguntar y pedirle que arme una historia”. Pero no se interpreta la escena, aunque cada elemento e incluso la posición que eligió para estos estén cargados de significados y hablan del inconsciente de la persona y de cómo influyen en ella los signos arquetípicos, provenientes del inconsciente colectivo. “Los movimientos de la arena también hablan del paciente”, añade, sobre la técnica creada por la suiza Dora Klaff en los años 60, y que tiene su origen en la terapia jungiana.

Terapia Sandplay. Foto: Marcelo Bonjour
Figuras. La terapia sandplay usa elementos cargados de significados. Foto: Marcelo Bonjour

La idea de esta terapia, dice Elizalde, es ajustarla a cada paciente, a sus tiempos, e ir intercalando con el diálogo que se da en una terapia convencional. Recalca la importancia de que se haga en forma sistemática, para hacer un registro de la evolución del paciente. “Hay pacientes que tienen un poco más de resistencia y otros a los que les encanta, pero en algunos casos, el simple hecho de tocar la arena los hace descargar algo, y puede que si están trabados, empiecen a contarnos algo”, comenta. Para el psicólogo, la terapia sandplay es como una ecografía que permite tener una idea visual de si la terapia fue avanzando. Por ejemplo, en un juego de arena que viene organizado, limpio, si se altera y pasa al caos, seguramente sea un reflejo de un problema del paciente. Y eso es lo que se trabaja aparte, hablando, como en cualquier terapia.

Elizalde destaca que se trabaja con el potencial de salud del paciente, en lugar de verlo como “un enfermo al que vos vas a intervenir y curar, ves que el que se va a curar es el propio paciente, y tu función es sacar las piedras que están impidiendo que surja el poder autocurativo de la mente”.

PNIE

 No es una terapia, sino que puede definirse como un enfoque que atiende a la salud del paciente desde una perspectiva integral, donde se valoran los aspectos del cuerpo, la mente y el entorno. Como las corrientes vistas con anterioridad, la finalidad es la misma: el bienestar. “La práctica profesional médica y psicológica, así como la observación de la vida cotidiana, permiten constatar que conflictos psicológicos conllevan a trastornos a nivel orgánico. Así como las patologías orgánicas cursan siempre con alteraciones psíquicas y de las relaciones interpersonales”, escribe a Domingo la doctora Margarita Dubourdieu, presidente honorífico de la Federación Latinoamericana y Sociedad Uruguaya PNIE.

Añade: “Hay una red neuroquímica que vincula los distintos sistemas, las emociones, la personalidad, las relaciones interpersonales, los hábitos cotidianos (sueño, alimentación, ejercicio, relajación) así como factores físicos, ambientales, culturales y espirituales (sentido de vida)”. Por lo que con este enfoque interdisciplinario pueden tratarse desde estados de depresión, ansiedad, estrés, problemas de pareja, familiares, de trabajo o de aprendizaje, y alteraciones alimentarias, cardiovasculares, oncológicas, hormonales, entre otras tantas problemáticas.

Este procedimiento, que cuenta con tres fases (desde la explicación de las relaciones bioemocionales a la elección del tratamiento que dependerá del diagnóstico), surgió en los setenta, y desde 1995 se forman profesionales en el país, que trabajan tanto en consultas privadas como en instituciones públicas (Hospital de Clínicas y Pereira Rossell).

¿El objetivo último? Dubourdieu responde: “Una búsqueda activa por potenciar la salud conjunta. Es un derecho del paciente la atención integral de los aspectos biológicos y anímicos”.

Una opción en grupo, fuerte y para problemas específicos

Todavía se discute si llamarla terapia, pseudoterapia o psicoterapia. Pero las Constelaciones Familiares, que fueron descubiertas por el teólogo alemán Bert Hellinger en los años ochenta, están cada vez más extendidas en Uruguay y el mundo. Se trata de abordajes grupales a un problema emocional. Está quien “constela” (la persona que plantea el problema), los asistentes, los representantes (que, como dice la palabra, ayudarán a recrear la familia del que constela) y quien dirige, el constelador. También pueden ser individuales, pero Carlos Bernués, director del Centro Bert Hellinger de Uruguay, considera mejor la opción grupal: “Hay más potencia, y surge mejor la información que la persona desconocía”. Tampoco recomienda ir por curiosidad, y sí con un problema específico a trabajar. Tania Camargo, consteladora y psicóloga forense del Poder Judicial, apoya integrar las disciplinas: “Aplicar la mirada sistémica de las constelaciones en las situaciones jurídicas, es dar una mirada más abstracta y profunda, y permite resolver un conflicto pacíticamente”.

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