NOMBRES
Tiene 22 años y pasó de lavar platos en un bar y vivir en el ático de la casa de su madre a estar entre las figuras de La casa del dragón.
Esa tarde que Milly Alcock grabó, en plena pandemia, dos cintas junto a un amigo para un proyecto desconocido de HBO lo hizo sin mucha expectativa. A esta australiana de 22 años jamás se le pasó por la cabeza que a un año de ese casting habría casi diez millones de espectadores mundiales viéndola interpretar a la reina Rhaenyra Targaryen en el debut de La casa del dragón, el pasado 22 de agosto por HBO Max, ni que el primer papel que haría fuera de la televisión de su país sería en la precuela de la multipremiada Juego de tronos.
Hoy no le caben dudas de que la vida te cambia en un periquete, pero aún así le cuesta caer. No sale de su asombro. Todo la maravilla. Y cada tanto se pellizca para comprobar que no está soñando.
“Me sentí como si alguien me hubiera recogido de Australia y me hubiera dejado caer en medio del océano sin una balsa salvavidas. Muy al estilo de La vida de Pi, varada y alucinando: ¿es esto real? ¿Qué está pasando? Fue increíble. Era la primera vez que rodaba en un plató y con servicios artesanales”, contó a Estándar.
Al agua Milly
Creció en un hogar donde se hablaba mucho de rugby y nada de arte. Y quizás por llevar la contra le dio por ahí: “Creo que obtuve mi interés en la actuación porque a nadie le interesaba actuar”, dijo a Vogue. Eso sí, quedaba hipnotizada cada vez que veían una película en el cine.
Pisó por primera vez un escenario en la escuela para hacer Caperucita roja y con apenas seis años supo que ese era su lugar en el mundo. “Tenía este sentimiento de euforia. Pensé, ‘quiero sentirme así el resto de mi vida'”, reveló.
Convicción e independencia son señas típicas de Milly. A los cuatro años sentó a su madre y le planteó, ‘es hora de que me vaya de casa a una gran escuela’. Si bien tuvo que esperar una década, cumplió y sin titubear: audicionó en la Newtown High School of the Performing Arts para estudiar actuación y quedó elegida.
Hizo varios papeles menores hasta que en 2018 llegó la serie Upright y con ella la chance de protagonizar junto al talentoso Tim Minchin. Le tocó elegir entre filmar tres meses en comunidades aisladas de la Australia rural o terminar la escuela, y se inclinó por no dejar pasar ese tren.
“No lo dudé ni un segundo. Era demasiado impulsivo. ‘Esto es en lo que he estado trabajando y me han dado esta increíble oportunidad con este increíble elenco, con este hermoso guión'. No podía decir que no y no podía dejar que el miedo y la ansiedad de no terminar la escuela me persiguieran, porque eso habría frustrado todo el propósito de irme”, indicó a Vogue.
Esa corazonada dio frutos: el rol de Meg en Upright fue un éxito rotundo. Más sorpresas le regaló la vida y recibir la noticia de que grabaría La casa del dragónfue tan hermoso como inesperado. “Antes estaba lavando platos en un restaurante, viviendo en el ático de mi madre. Este tipo de cosas no le pasan a gente como yo, fue todo muy rápido”, dijo a Daily Telegraph.
Y así, se tomó un avión y pasó del calor hogareño en Sydney a la soledad londinense. “Era la primera vez que vivía sola. Aprendí mucho. Fue duro pero gratificante. Tuve la suerte de contar con un equipo increíble. Eran conscientes de que yo era una joven de 21 años sola en una pandemia global al otro lado del mundo, haciendo un trabajo que estaba tan fuera de mi alcance”, se sinceró con Filo News.
Agridulce
Se embarcó en La casa del dragón consciente de que este proyecto era un trampolín único para su carrera. Sabía que si quería que se viera su mejor versión, debía entrenar a morir.
Dos actrices interpretan a Rhaenyra Targaryen en la serie: Milly en la fase adolescente y Emma D’Arcy en la juventud. Un dato curioso es que ninguna había visto antes un solo episodio de Juego de Tronos. “Sabía que era muy popular. Después de obtener el papel, me vi las ocho temporadas en dos semanas para prepararme. Fue intenso, me convertí en fan y comprendí por qué todo el mundo amaba la serie”, admitió Milly al New York Post.
Fuego y sangre, la novela de George RR Martin en la que se basa la precuela de Juego de tronos, también sirvió de inspiración para esta actriz veinteañera. Contó que iba en bici a la biblioteca cada día y la estudiaba como si fuera un examen. Aunque aclaró que no leyó el libro completo porque es muy extenso y no le daban los tiempos, pero sí la sección ‘Heredero por un día’, clave para construir su personaje.
El trabajo implicó, además, aprenderAlto Valyrio, antiguo idioma que proviene de Essos, considerado el lenguaje de las elites, y usado por los personajes de las novelas de George R. R. Martin. La actriz admitió que el desafío resultó complejo -en ocasiones se le trababa la lengua porque tiene erres muy vibrantes- pero se divirtió durante el proceso.
“Me aprendía toda la escena en inglés y tenía mis diálogos impresos en una hoja con la pronunciación vocal. Luego escuchaba un audio y lo repetía. Básicamente lo memorizaba, a veces no sabía qué significaba”, contó sobre la técnica usada.
La serie batió récords de audiencia en su primera emisión superando, incluso, el estreno de Juego de tronos en 2011 en casi un 350 % en materia de espectadores. Milly se llevó todos los aplausos y elogios por su performance pero hubiera dado lo que no tenía para vivirlo al lado de sus seres queridos, y no a miles de kilómetros.
“Desearía que mi madre pudiera estar aquí, porque esto podría no volver a suceder nunca más. Así que es un poco agridulce... cosas como esta no le pasan a la gente como yo”, reiteró a Estándar días antes del ansiado estreno.
Es tan perfecto que asusta
Ni en sus mejores sueños se vio en un rol como el que tiene en La casa del dragón. Milly dijo que no logró dimensionar cuán grande era el set hasta que lo pisó. Todo es nuevo e impactante para esta joven de 22 años que está en la cresta de la ola. “Al principio estaba mortificada porque solo había hecho TV australiana y esto es otro nivel. Luego me adapté, pero los primeros tres meses pensaba constantemente que me iban a despedir”, dijo.