Min8, la artista que retrató a Suárez y a Artigas y le enseñó a graffitear al Pistolero

Compartir esta noticia
Luis Suárez junto a los artistas que pintaron el mural: Min8 y Maxi Bocca.

ARTE

La graffitera Min8 cierra un 2022 sublime: plasmó a Luis Suárez en una pared del Gran Parque Central y pintó a Artigas en la única escuela pública uruguaya en el exterior (Paraguay).

No es hincha de Nacional y tampoco le gusta el fútbol, aunque creció entre fanáticos tricolores. El padre de Verónica Gazzarata -conocida en el mundo del graffiti como Min8- es socio de nacimiento del club con sede en La Blanqueada y a su sobrino lo matricularon con la fotito de la ecografía.

Verónica no heredó ese amor por el rojo, azul y blanco y en su casa tampoco pudieron contagiárselo por más esmero que pusieron. Aún así, su familia le expresó su sueño de que pintara algo vinculado a Nacional apenas mostró talento con los aerosoles. Ella, en cambio, hizo caso omiso: estaba ensimismada con la naturaleza y los felinos. (Dato: varias psicólogas le dijeron que retratarlos es su forma de canalizar la ira).

Su parentela no se rendía, y aunque se hizo esperar, el anhelo se volvió realidad y superó las expectativas: Verónica terminó pintando, junto a Maxi Bocca (Emexem), en la puerta 12 del Gran Parque Central un mural dedicado a Luis Suárez, con la imagen del ídolo que recorrió el mundo y lo trajo de vuelta al club que lo vio nacer.

Ella, que jamás había pisado el estadio del Bolso hasta entonces, no aceptó el reto para homenajear a Luis Suárez, ni para conocerlo o sacarse una foto con él (aunque las tres cosas terminaron sucediendo): su único objetivo era zanjar una deuda familiar.

“Fui pensando en hacerle un regalo a mi familia”, cuenta a Revista Domingo. Y revela que en medio de la fiebre por el Pistolero, que puso a Nacional y Uruguay en boca del mundo entero, su familia se organizó para insistirle que aceptara la propuesta.

“Lo querían de manera pasional y tuve una semana de reflexión para decidir. Era tanta la euforia que pensé que, si con esta acción son tan felices, lo voy a hacer como un regalo para ellos, por más que no sea hincha y el fútbol no sea lo mío”, relata.

Cierra un año redondo con la satisfacción de haber retratado a dos leyendas. A Suárez se le sumó Artigas, a raíz de una convocatoria hecha por la embajada de Uruguay en Paraguay en noviembre para plasmar al prócer en un muro de la escuela Artigas, la única escuela pública uruguaya en el extranjero.

Mimo

Verónica eligió retrató a Artigas junto a un ibirapitá en la única escuela pública uruguaya en el extranjero.
Verónica retrató a Artigas junto a un ibirapitá en la única escuela pública uruguaya en el extranjero.

El romance de Verónica con Paraguay inició en 2016, cuando fue invitada al festival Latidoamericano con el cometido de cambiar la fachada del centro de Asunción, junto a otros 30 artistas extranjeros. Posteriormente, fue declarada ciudadana ilustre de ese país. Seis años después, volvió a tomarse un avión con destino a la capital paraguaya para vivir otra experiencia inolvidable. En esta ocasión, el escenario fue el recinto donde nuestro prócer pasó sus últimos años de su vida.

Los 300 alumnos de la escuela Artigas, cuya directora y maestras son uruguayas, la recibieron con un cariño inmenso. Dos niños le hicieron una visita guiada por el centro educativo y le contaron la historia fecha por fecha. “Ellos tienen muchísima más información de lo que pasó en esos 30 años que Artigas estuvo en Paraguay. Le decían Karaí-Guazú, en guaraní, cuya traducción es gran hombre sabio. Querían rendir homenaje a la persona que ellos veían, y a la vez, al que nosotros vemos, como una autoridad, un prócer”, se explaya.

La magia estuvo latente desde la idea inicial. A Verónica se le ocurrió sumar al retrato un ibirapitá, conocido por ser el árbol de Artigas, ya que el original que se encuentra en la escuela lleva tres años sin florecer. El espíritu era impulsarlo a rebrotar.

La artista pintó durante 12 horas divididas en dos jornadas y lo hizo a solas porque esos días hubo censo nacional y los niños no asistieron a clase. A la directora se le ocurrió cubrir el mural con telas y hacer un acto para que lo descubrieran. “3, 2, 1”, contaron, y al destapar el retrato la sorpresa fue inmensa. Hubo aplausos y ovación. Y todo quedó registrado en un video: “Cada vez que lo miro se me caen las lágrimas. La reacción fue increíble. Pienso y se me eriza la piel. Era mucha emoción”, rememora.

Todo vuelve

Verónica le enseñó a usar los aerosoles a Suárez para que pudiera dejar plasmada su firma.
Verónica le enseñó a usar los aerosoles a Suárez para que dejara plasmada su firma en el mural.

Dicen que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad y algo así le sucedió: tanto le dijeron a Verónica en la escuela que dibujaba mal que se lo creyó. Hasta que en 1998 coincidió con integrantes de La Teja Pride en el liceo Bauzá, se metió en el hip hop y empezó a graffitear sencillamente porque bailar o ser DJ se le daba menos que la pintura.

Todo lo que sabe lo aprendió a base de ensayo y error. “Ahora hay cursos y talleres hasta en Domestika pero cuando yo empecé apenas teníamos acceso a Internet, era todo practicar en la calle”, cuenta.

La que dejó su huella artística en Italia, Brasil, Argentina, Perú y Paraguay durante años solo se animó hacer su tag (firma) acompañado de bombitas. Todavía sobrevive alguno por Bella Vista, su barrio. Su firma empezó siendo Mindless (sin sentido en inglés) por una banda de rap, hasta que decantó a MIN por un afán de buscar simetría. Eligió el número 8 por el infinito.

Su primer realismo data de 2006: hizo el afiche del filme Harry el sucio en una pared del desaparecido bar Amok (hoy Bluzz Bar). Esa pintura ya no existe porque entre tanto cambio de dueño la taparon.

Seguro esa poca suerte no correrá para el inmenso mural de Luis Suárez que la dejó sin dormir dos días seguidos para poder tenerlo pronto la madrugada que llegó el ídolo (31 de julio). “Fue una maratón, tengo una lesión en la mano y fue sin dormir, con frío, pero cumplimos. Nunca pongo mi apellido en las obras pero esta vez sí, colocamos una plaquita y es parte de la herencia familiar: están mi abuelo, mi padre, y todos ahí. Están súper felices, siempre que van al Parque lo ven”, dice.

Los cuentos de Verónica van y vienen, dan una vueltita y siempre retornan al mismo lugar: su historia, su origen, su familia. Los alumnos de Asunción le hicieron varios regalos, pero ella elige destacar uno muy especial: unas semillas de ibirapitá.

“Mi padre tiene un árbol de 42 años en su casa de San Luis que es un retoño de ese ibirapitá. Unas tías viajaron a Paraguay, le trajeron semillas y siempre fue el árbol deArtigas”, relata. Acto seguido, reflexiona: “Todo lo que pinto siempre vuelve a la familia”. Y adelanta que en 2024 volverá a Paraguay para festejar el centenario de la escuela Artigas como se debe: pintando una nueva pared con los niños.

de montevideo a asunción

Entre flashes, murales, niños e ídolos

Oasis educativo uruguayo en Asunción: La escuela Artigas es la única institución pública uruguaya en el exterior y una de las cinco mejores de Paraguay. Solo el 10% de sus 300 alumnos son uruguayos. Se rigen por el programa de nuestro país y solo le añaden guaraní y geografía local a la currícula.

Whisky: salió la foto con el Pistolero: El Club Nacional coordinó un día para que ambos artistas se sacaran una foto con Suárez, y aunque no hubo tiempo para charlar, a Verónica se le ocurrió llevar un aerosol para que el ídolo dejara su firma. “Le enseñé cómo se usaba y lo ayudé, le costó un poquito”, dice entre risas.

Trabajar en absoluta libertad: Las autoridades de la escuela dieron completa libertad a Verónica para pintar y ella eligió retratar a Artigas basándose en el cuadro de Blanes para también rendir tributo a quien puso rostro e identidad al prócer. La obra le llevó 12 horas y las repartió en dos jornadas.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar