Tenía 17 años cuando se fue de la casa de sus padres. Hasta allí el camino no había sido muy fácil, pero todo lo que se vendría dejaría muy en el pasado aquellos días de búsqueda de sí misma y de exclusión.

Mina Serrano, actriz y modelo, nació y creció en Granada, ciudad al sur de España, conocida como la cuna del flamenco. Allí vivió una infancia y una adolescencia solitarias marcadas por transitar todas las letras de la sigla LGBTQIA+, lo que causó el rechazo de una parte de su familia y el bullying en la secundaria.

En su ciudad natal no habían personas en las que pudiera verse reflejada y además era introvertida. Entonces se refugió en el arte en sus distintas expresiones. “Pasaba mucho tiempo sola, leyendo, viendo cine y dibujando. Si hubiera sido más popular entre los niños, seguramente no hubiera hecho nada de eso”, contó en entrevista con El País de Madrid.

Mina siempre supo que era distinta, que no encajaba, y desde temprano decidió que no haría el esfuerzo para ir en contra de lo que realmente sentía. Sin embargo, aunque tenía claro que debía ser fiel a sí misma, su forma de vestir, de pensar y hasta de hablar se convirtieron en motivo de exclusión.

“Eran tantas cosas que ni sabían por dónde atacarme, así que simplemente me desplazaron y hacían como que no existía”, contó en entrevista de 2021 con Shangay. “Fue duro, porque en los primeros años de instituto no intercambiaba en todo el día una sola palabra con nadie. Me sentía un fantasma. Aunque, a la vez, sabía que no pertenecía ahí, y tampoco hacía un esfuerzo por integrarme. Mi familia, por suerte, sí me ha aceptado. No sabían exactamente qué estaban aceptando, porque he pasado por muchas fases. Aceptaron que era distinta, sin más”, añadió en dicha entrevista.

Foto: Archivo

Todo eso le generó una cierta urgencia de encontrarse y buscar su lugar en el mundo. Así fue como se mudó a Madrid, allí reconstruyó su entorno y empezó a estudiar teatro en la Real Escuela de Arte Dramático. Teniendo en mente referentes como Marina Abramovich —considerada la madrina del arte performático— fundó junto a un grupo de amigos la compañía La Dalia Negra y se muñó de experiencias en el teatro independiente.

En la primera obra en que actuó hacía de vedete, lo que le permitió explorar su estética y sensualidad y, visto con las lentes de hoy, era un presagio de todo lo que vendría.

En esos años fue atravesando su proceso de transición de género de manera fluida e “intuitiva”. “Nunca hubo un momento en el que dije: ‘¡Soy una mujer!’ Siempre tuve una imagen muy andrógina y poco a poco fui avanzando hacia donde yo quería. Me permití hacer lo que quería sin ponerle nombre. Me centré más en la euforia que en la disforia”, contó a Revista Gente sobre el síndrome que sufren muchas personas trans, en función de que su cuerpo no corresponde con su identidad de género.

Con su transición en proceso, también lo laboral se fue reformulando a medida que Mina, que en un principio era vista como un chico andrógino, se fue mostrando como una mujer trans. “Si hace un año y medio alguien me trataba en masculino, me parecía bien; pero ya no me suena correcto, así que tienes que poner unas reglas. Aunque sienta que mi persona es muy flexible, para temas profesionales tengo que reforzar mi identidad y pedir que se me trate en femenino o neutro, para que las cosas no se vayan de madre”, dijo a Shangay.

Después de algunos años viviendo en Madrid, su 1,85 de altura y su fotogenia empezaron a llamar la atención de las agencias de modelaje. Exploró su talento artístico también desde ese lugar y se mudó a Berlín.

Un día le llegó un e-mail que volvería a barajar las cartas de su vida profesional. Ricardo Tisci, entonces director creativo de Burberry y diseñador que descubrió a Lea T —una de las primeras modelos trans en ser mundialmente conocida— quería conocerla. “Me mandaron a Londres, a las oficinas centrales de la firma. Aquello parecía El diablo viste a la moda y, nada más salir, me llegó otro e-mail confirmando que me hacían exclusiva para la firma. De pronto me vi en una fiesta con Kate Moss, Naomi Campbell y la propia Lea T”, contó a El País de Madrid quien ha sido portada de revistas y estrella de editoriales de moda para Calvin Klein y otras marcas famosas.

Luego de eso, empezó a trabajar para una compañía de danza francesa y se mudó a París. Allí debutó en el cine con una pequeña participación en la película Le favolose (2022).

Un día supo que había un proceso de selección para la biopic de una vedette que ella no solo conocía, sino que también la inspiraba. Había leído sobre Cris Miró en la novela de la escritora Camila Sosa Villada, Las Malas, y la descripción de la argentina la marcó.

“Yo no sabía quién era hasta que en una página hace una descripción muy poética de ella. Algo me resonó tan fuerte que cerré inmediatamente el libro y salté al ordenador para buscar quién había sido. Desde que la vi, Cris siempre ha estado ahí para mí como un faro. Y de vez en cuando volvía a buscarla”, contó a El País de Madrid.

“La primera vez que me caractericé para hacer el casting se me erizó el vello al verme. Noté que algo inexplicable estaba sucediendo”, dijo la granadina que, tras saber que el papel era suyo, se puso a trabajar en su acento junto a una coach vocal. Un trabajo que llevó ocho meses y le acercó a la cultura rioplatense.

“Fue un proceso bonito, porque todo el rato estaba escuchando la radio, vi mucho cine argentino para empezar a incorporar el acento. Creo que la primera palabra que se me pegó fue ‘chongo’, me pareció un gran concepto”, dijo entre risas a La Nación.

Mina reveló que los episodios más difíciles de grabar fueron los de la enfermedad de Miró. “Fue muy duro porque creo que Cris era una de esas personas a la que todos queremos ver triunfar, queremos que le vaya bien, todos desearíamos que siguiera estando con nosotros. Fue duro interpretarla y verla debilitada”, dijo.

Hace unas semanas la española fue invitada al programa de Mirtha Legrand. Pasadas más de dos décadas de aquella primera e histórica entrevista donde Cris Miró se enfrentó a las preguntas invasivas de la conductora argentina, salteándolas con clase, es como si la presencia y el trato que se le dio a Mina hoy viniera a saldar una deuda histórica. Además, ahora, con toda la exposición que la serie le ha dado, Mina no sabe qué esperar del futuro, pero, ha dicho, se está permitiendo soñar a lo grande.

La serie sobre una vida corta e inspiradora

Se estrenó el 24 de junio y desde entonces no ha dejado de ser tema de conversaciones. Cris Miró (Ella) explora, a lo largo de ocho capítulos de alrededor de media hora cada uno, la vida de la primera vedete trans que logró llegar a los medios masivos en Argentina. La biopic está basada en el libro Hembra, Cris Miró - Vivir y morir en un país de machos, del periodista Carlos Sanzol.

A 25 años de su fallecimiento, a los 33 años, a causa de un cáncer, la serie transmite la vida de Miró al borde del cambio de siglo. Allí el espectador puede adentrarse al cruento y glamoroso medio del espectáculo y la televisión, y el apogeo de la revista porteña.

Además del gran parecido físico, la actuación de Mina Serrano en la piel de Cris sorprende. Por otro lado, la reconstrucción de época es un punto favorable de la serie, que utiliza imágenes reales en muchos momentos, como cuando Miró fue invitada a los programas de Mirtha Legrand y Susana Giménez, donde vemos a la verdadera Cris Miró interactuar con las divas, llevando al espectador directamente a los años 90. Una época en que la diversidad de género era poco o casi nada conocida.

La serie, que ha tenido buena crítica, es una producción creada por Martín Vatenberg en co-dirección con Javier Van de Couter y tiene además de Serrano un elenco destacable: Katja Aleman y César Bordón como los padres de Miró, Nilda y Sergio Vargas, Victorio D’Alessandro, el comediante Agustín Aristarán, y Martín Campilongo. Está disponible en TNT, Flow y Max.

Foto: Difusión.