SALUD
Estudios sugieren que la práctica ancestral de sumergirse a bajas temperaturas sería beneficiosa para la salud mental.
En un video de TikTok de enero, la autora de autoayuda Mel Robbins sostenía un martillo en su patio en Vermont; la temperatura era de 11 grados Celsius bajo cero. “Estamos a punto de hacer el chapuzón en frío”, dijo a la cámara, después de romper una capa de hielo en la superficie de un barril y dejar al descubierto el agua debajo. A continuación, se subió al barril y, respirando profundamente, se sumergió en el agua hasta que le llegara al pecho.
Robbins adoptó el método Wim Hof, que combina la exposición al frío con la respiración y la meditación, para ayudar a controlar la ansiedad y el estrés. El agua helada provoca lo que al principio parece un ataque de pánico, dijo en una entrevista reciente. Pero al final, su cuerpo se relaja y su mente se calma. “El agua sigue estando fría, pero la respuesta de ansiedad desaparece”, explica.
La inmersión en agua fría ha suscitado mucha atención últimamente, sobre todo por sus supuestos beneficios para lasalud mental. Wim Hof, atleta extremo y gurú de la actividad física que desarrolló la técnica, apareció en un reciente documental del músico e influencer Jacob Sartorius. Su régimen también fue objeto de un episodio de The Goop Lab, de Netflix, estrenado el año pasado.
El método Wim Hof suele consistir en sumergirse en un baño de hielo o en una ducha fría, pero otros han recurrido a una versión más activa para gestionar su salud mental. Mental Health Swims, una organización sin fines de lucro que organiza natación en agua fría en toda Gran Bretaña, ha pasado de tener un solo grupo a más de 80 desde 2019.
La gente ha utilizado el agua fría para promover la salud durante siglos. Hipócrates creía que la terapia acuática podía aliviar la fatiga, y los médicos del siglo XVIII recomendaban los baños fríos para tratar afecciones como la fiebre y el raquitismo.
Hoy en día, los que confían en los beneficios del agua fría dicen que los hace sentir vigorizados, con la cabeza despejada y más capaces de manejar el estrés. Algunos dicen que les ha ayudado a superar el dolor, la ansiedad, la depresión y otros problemas de salud mental. Las pruebas preliminares sugieren que pueden estar en lo cierto, pero la base científica detrás de cómo o por qué el agua fría afecta a la salud mental aún no está clara.
Salud mental
Ningún estudio ha demostrado que el método Wim Hof o la inmersión en agua fría por sí solos mejoren la salud mental, pero algunas investigaciones sugieren que la natación en agua fría puede mejorar el estado de ánimo y el bienestar. Varios equipos de investigadores, especialmente en Europa, han explorado los efectos psicológicos de la natación en aguas frías y han obtenido resultados alentadores. Un estudio realizado en 2020 en el Reino Unido descubrió que 61 personas que siguieron un curso de diez semanas para aprender a nadar en el mar helado experimentaron mayores mejoras en el estado de ánimo y el bienestar que 22 de sus amigos y familiares que los observaron desde la orilla.
Algunos científicos también sospechan que un chapuzón en agua helada podría ayudar a tratar enfermedades mentales, como la ansiedad y la depresión. Un estudio de caso de 2018, también en el Reino Unido, describe a una mujer de 24 años con depresión y ansiedad que emprendió la natación en aguas frías y, después de cuatro meses, ya no necesitaba medicación. Desde entonces, los investigadores han hecho un seguimiento con un ensayo más amplio, pero los resultados aún no se han publicado.
Estos primeros resultados son prometedores, pero conseguir pruebas sólidas es todo un reto, afirma Jeremy Howick, investigador sénior del Centro de Investigación de Ensayos de la Universidad de Cardiff que estudia medicina basada en evidencias. Los investigadores no pueden ocultar el hecho de que alguien está recibiendo un tratamiento con agua fría, dijo, y sus buenas expectativas pueden llevarlos a experimentar un efecto placebo. Hof lo ha sugerido en su libro El método Wim Hof, al escribir que “para sacar el máximo provecho del método, hay que comprometerse mentalmente con él”.
Incluso si no es el efecto placebo, todavía no está claro qué componente de la natación en aguas frías puede contribuir a las mejoras reportadas en el estado de ánimo y el bienestar, dijo Mike Tipton, profesor de fisiología humana y aplicada en la Universidad de Portsmouth en el Reino Unido, quien estudia la reacción del cuerpo a los ambientes extremos. Los nadadores no solo se sumergen en aguas gélidas, sino que también suelen hacer ejercicio, socializar, pasar tiempo al aire libre y asumir un reto, todo lo cual puede mejorar la salud mental. “Nadie ha realizado estudios para determinar el ingrediente activo”, afirma.
Lo que cree la gente
Hay varias razones para pensar que el agua fría puede aportar beneficios para la salud mental. Sumergirse en agua helada provoca la liberación de hormonas del estrés, como la noradrenalina y el cortisol. Es probable que por eso la gente diga que un chapuzón en agua fría los despierta, dijo Tipton.
Algunos estudios también han informado de un aumento de las sustancias químicas cerebrales que regulan el estado de ánimo, como la dopamina, tras un baño frío, lo que podría explicar la euforia que siente la gente después de nadar.
Además, meter la cara en agua fría puede activar la rama parasimpática del sistema nervioso, que hace que el cuerpo se relaje después de un acontecimiento estresante. Esto puede ayudar a las personas a sentirse tranquilas y a reducir la inflamación. Varias enfermedades, entre ellas la depresión, están relacionadas con la inflamación crónica, afirma Mark Harper, consultor de anestesiología del Royal Sussex County Hospital, que estudia la natación en agua fría como tratamiento de la depresión.
Algunos investigadores también plantean la hipótesis de que la adaptación al choque del agua fría puede mejorar la capacidad de una persona para hacer frente a otras tensiones. Un pequeño estudio de 2010 demostró que las personas habituadas al agua fría presentaban una respuesta reducida al estrés cuando se las sometía a otro esfuerzo, en este caso, hacer ejercicio en un entorno con poco oxígeno. Sin embargo, no es lo mismo soportar el ejercicio hipóxico que el estrés psicológico, y se requiere trabajo adicional.
Aunque está claro que la inmersión en agua fría brinda algunos efectos fisiológicos, “no hay suficientes estudios de alta calidad” para recomendarla como tratamiento de salud mental, afirma Sophie Lazarus, psicóloga clínica de la Universidad Estatal de Ohio. Otros tratamientos para la ansiedad y la depresión, como la terapia cognitivo-conductual, tienen más respaldo científico, dijo. También pueden ser más seguros.
¿Puede ser perjudicial?
Sí. Los investigadores saben más sobre los peligros del agua fría que sobre sus posibles efectos terapéuticos. Uno de los más evidentes es la hipotermia, que en los adultos suele aparecer al cabo de, más o menos, unos 30 minutos de exposición. Pero el agua fría presenta riesgos importantes mucho antes.
El shock inicial de sumergirse en agua helada puede provocar arritmias y ataques cardíacos. El riesgo de arritmias aumenta cuando la gente pone la cara bajo el agua mientras experimenta este “choque frío” inicial.
La combinación activa ramas opuestas del sistema nervioso, que envían señales contradictorias al corazón. El choque frío también desencadena el reflejo de jadeo, seguido de la hiperventilación. Si las vías respiratorias están bajo el agua, esto puede llevar al ahogamiento. Al riesgo de ahogamiento se suma el hecho de que nadar en agua helada te agota rápidamente.
La mayoría de los expertos recomiendan consultar al médico antes de lanzarse al agua fría. Las personas que planean nadar al aire libre también deben considerar la posibilidad de unirse a un grupo, asegurarse de que conocen los peligros locales del agua, evitar tirarse de cabeza y asegurarse de que tienen una forma de salir del agua antes de entrar.