El próximo 10 de julio se cumplirán 100 años del peor temporal que azotó a la ciudad de Montevideo. La tormenta destruyó partes importantes de la costa, derribó casas, hundió barcos y dejó a la capital a oscuras e incomunicada. También forzó, a la postre, algunos cambios que necesitaba y venía postergando la ciudad, como la construcción de la nueva rambla y la demolición del “Bajo” que, con sus prostíbulos y piringundines, desvalorizaba a la Ciudad Vieja.
Los planes de la eliminación del “Bajo” eran anteriores a 1920. Sin embargo, fue este famoso temporal el que precipitó el avance de la “piqueta fatal del progreso” y la construcción de la Rambla Sur, una obra faraónica de las que ya no se hacen más en la capital. “Toda la Rambla Wilson ha desaparecido, así como los balnearios de Ramírez y Pocitos”, tituló El País luego del temporal que costó varias vidas y pérdidas multimillonarias. Poco después se conformó la Comisión Financiera de la Rambla Sur, la cual permitió dar comienzo a las obras en el tramo que va desde Río Negro hasta la calle Médanos (actual Javier Barrios Amorín), así como rellenar las playas que existían en Palermo y de las que hoy solo se conservan fotografías.
Los vientos huracanados de aquel 10 de julio de 1923 soplaron a más de 150 kilómetros por hora y las aguas se elevaron hasta 3,30 metros llegando hasta la Plaza Independencia. La furia de la crecida hizo desaparecer parte del muro de la rambla, levantó el empedrado de Ciudad Vieja y hundió o hizo encallar a muchos barcos que se hallaban en el puertito del Buceo.
El diario El País del 12 de julio informó que el temporal también afectó considerablemente a la principal terminal portuaria del país: “Las escolleras Este y Oeste, estas dos obras de abrigo del puerto de Montevideo, han sufrido grandes perjuicios, los que pudieron constatarse ayer. La escollera Este ha experimentado grandes daños, solo comparables a los sufridos el 31 de julio de 1920 que, como se recordará, fue también de gran violencia. La escollera Oeste, que hasta ahora había resistido todos los temporales, también sufrió serios perjuicios en su superestructura. En el espigón norte del muro de ribera, en el cual se almacena un valioso material de la Dirección de Hidrografía, han desaparecido boyas, balizas, anclas, cadenas, etc.”
Daños por todos lados
Según detalló El País el 12 de julio, el temporal dejó incomunicada a Montevideo: “Puede afirmarse que no ha quedado una línea telegráfica ni telefónica en condiciones de ser utilizable. Se han caído numerosos postes. Las comunicaciones se hacían imposibles. EI Telégrafo Nacional ha sufrido pérdidas enormes, pues las líneas están todas en el suelo. En muchas partes de la ciudad se han caído los cables eléctricos, paralizándose el tráfico de tranvías por completo desde las seis de la tarde. En todas las calles han desaparecido los letreros anunciadores, sobre todo los luminosos. En las playas han sido arrancados los árboles y se han notado muchos techos que han volado”. A todo esto, se sumó que la corriente eléctrica tuvo que ser cortada para evitar accidentes.
El País también informó que el famoso conventillo Mediomundo quedó tremendamente dañado. Y lo hizo con un particular estilo que nos revela las licencias que podían tomarse los periodistas en aquella época: “Era un enorme conventillo de una cuadra de largo. Habitaban allí 460 personas. (…) Entre las ruinas está Estanislao Saidivia, un pobre idiota que llora y grita desesperadamente y no es posible retirar de allí”.
Bajo el título “Cuadros de dolor provocados por el temporal”, se publicó el viernes 13 un resumen de las actuaciones llevadas a cabo hasta el día anterior, que incluían el salvamento de los buques en peligro”. Había, entre ellos, barcos de gran porte que encallaron o quedaron muy dañados. Entre los conspicuos pasajeros afectados, que llegaron a figurar incluso con su fotografía en los periódicos, se destacó a “una bella viudita” del buque Rugia, la baronesa Elizabeth Hager.
El País también criticó la falta de previsión para hacer frente a una catástrofe que -justo es decirlo- nadie pensaba que podía alcanzar tal magnitud: “A pesar de la enormidad del acontecimiento, casi tan magno como la catástrofe ha sido el fracaso de la administración pública, que ha dejado transcurrir los primeros momentos del siniestro sin tomar la rigurosa intervención que le corresponde. Las seccionales policiales -especialmente la 2ª- con su escaso personal, quedaron libradas a su suerte, teniendo que luchar no solo contra los elementos sino contra los propios damnificados, muchos de los cuales se negaron, por ignorancia o por no comprender la situación en que la que encontraban, a aceptar los auxilios que los policías les llevaron en los primeros momentos”.
La imagen inferior corresponde a la destrucción de la terraza del Hotel de los Pocitos por el temporal. El lujoso hotel se encontraba sobre la misma playa (aproximadamente a la altura de Avenida Brasil) y era una enorme construcción que probablemente hoy no se autorizaría por la protección de la costa. El temporal del 10 de julio de 1923 marcó un antes y después en cuanto a la calidad del establecimiento. Doce años más tarde, en 1935, otra tormenta volvió a causar grandes daños en su estructura y le dio el golpe de gracia. El hotel fue demolido en los años siguientes. El temporal del que este mes se están cumpliendo 100 años también aceleró los planes de demolición del “Bajo” de Montevideo y parte del Barrio Sur, la cara “fea” y “desvalorizada” de la ciudad, zona de bohemios y fama singular por sus garitos, lúmpenes y prostitutas. Y determinó la construcción de la nueva rambla, una de las obras más importantes que se han hecho en Montevideo.