Mujeres decanas en lo suyo

| Dos reivindican la cuestión de género, dos no quieren saber nada de eso. Pero las cuatro le dan su impronta femenina a la gestión de la Universidad pública.

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FELIPE LLAMBÍAS

Cinco asientos, al menos, separan a una decana de otra en la mesa redonda del Consejo Directivo Central de la Universidad de la República. Entre medio, todos hombres. Son solo cuatro las mujeres que ocupan el más alto cargo de las facultades públicas, aunque este es el mayor número que se ha registrado hasta ahora. En Derecho, Enfermería, Ciencias Sociales y Veterinaria la autoridad viste polleras. Los otros 11 decanatos, como en la mayor parte de los altos cargos universitarios, son acaparados por el sexo masculino.

Es que si bien alcanzar uno de estos puestos no es nada fácil, más cuesta arriba todavía es para ellas. Aunque por cada hombre que ingresa a estudiar a la Universidad hay dos mujeres, de acuerdo a cifras oficiales, a los altos grados docentes llegan pocas. La institución es un verdadero "Club de Tobi".

Perla Cabrera, por ejemplo, fue la primera fémina en llegar al decanato de la Facultad de Veterinaria, en 2008; algo que hasta entonces, asegura, "era inconcebible". "En mi facultad hay muy pocas mujeres que sean grado 5, entonces eso indudablemente acarreaba esa consecuencia. Que yo llegara al decanato fue una sorpresa para mí", agrega. Sucede que para presidir una facultad, además de tener que ser electo por docentes, alumnos y egresados, los postulantes deben ser grado 5, el nivel académico más alto dentro del ámbito universitario.

A Susana Mallo le pasó lo mismo. Ella pensaba en retirarse del ámbito académico, pero en 2010, tras candidatearse a pedido expreso de colegas y compañeros universitarios, fue electa de forma unánime como máxima autoridad de la Facultad de Ciencias Sociales, algo inédito para esa institución. No solo no dejó la academia, sino que ahora le dedica el doble de tiempo. "Fue una absoluta sorpresa. No me lo esperaba y me sentía saliendo. Tuve un enorme apoyo estudiantil, pero ellos me exigieron que no abandonara la docencia", señala.

Cualquier facultad es un esfuerzo muy grande para llevarla adelante, para elevar el nivel académico y que funcione como debe funcionar, dice por su parte Dora Bagdassarian, quien llegó por primera vez a comandar la Facultad de Derecho en 2006 y luego fue reelecta en 2010. "Pero sobre todo nos dan alegría los logros que se consiguen. Todos los que estamos en esto realmente queremos mucho a la universidad, especialmente a la pública", asegura. Ella, que es la segunda mujer que llega al decanato de la institución, cree que las cosas buenas que se hacen allí no se conocen, pero cuando hace poco pensó en publicar un aviso publicitario, prefirió destinar el dinero a refaccionar el salón 28 de su facultad. "Creo que la Universidad marcha bien y no se ve que marcha bien", dice.

Alicia Cabrera, que desde 2008 ejerce el cargo en Enfermería, no es la primera sentada en ese sillón. Su facultad, dice ella, es eminentemente femenina por la profesión que enseña.

El trabajo de las cuatro es full time. Entran a las siete y media u ocho de la mañana y a veces la jornada laboral se estira hasta las once de la noche. Si se van temprano para sus casas, siguen trabajando en la computadora, contestando mails y demás.

Ejercer sus funciones en el decanato, además de atender todas las cuestiones socialmente asignadas a las mujeres, no es fácil. Mallo tiene dos hijas y una nieta, Perla Cabrera tiene un hijo. Bagdassarian y Alicia Cabrera tienen dos. Esta última, en el momento de la entrevista, no los veía desde hacía cuatro días. La jornada anterior, por ejemplo, se fue a Salto a las cinco de la mañana y volvió a las tres de la madrugada del día siguiente. En el momento que cuenta esto, su celular suena. "Debe ser uno de ellos".

CUESTIÓN DE GÉNERO. "Transité toda mi vida profesional en un mundo muy masculino y nunca hice un asunto de género en la carrera, pero ahora sí me veo obligada a reflexionar sobre cosas en las que antes no pensaba", señala Perla Cabrera.

Asegura, sin embargo, que no hace una reivindicación de género desde su posición y que no le interesa hacerlo. "Me molestaría que el día de mañana se dijera: `Perla Cabrera fue la primera mujer`. Si eso es lo que queda de la gestión que hice...".

Esta postura la comparte la decana de Enfermería, Alicia Cabrera. "Tengo mis resistencias propias a colocar el género como un elemento distintivo. Creo que las personas tienen elementos para distinguirse que son superiores", dice.

Bagdassarian y Mallo disienten con sus colegas. "Yo sí puedo reivindicar una cuestión de género, porque si no lo hago en mi facultad...", dice la decana de Ciencias Sociales. Y agrega: "Todos los días, de una manera u otra, hay una forma de discriminación. O porque intentan saltearte, o porque no se te informa, o porque `vos qué vas a opinar sobre el auto si de autos no sabés`, y te miran raro".

Las formas de discriminación "son sutiles", añade Perla Cabrera. "Las percibes, por supuesto que no las marcas, pero a tu manera las podés plantear. Lo que tenemos las mujeres es una ductilidad o plasticidad en cuanto a manejar las situaciones, algunas que son muy dolorosas y que quizás podrían hacer quebrar al otro género", afirma la decana de Veterinaria en referencia a los hombres.

Bagdassarian y Alicia Cabrera, por el contrario, dicen que no ven discriminación en sus respectivas instituciones.

La titular de Enfermería asegura, sin embargo, que la Universidad les hace sentir que son mujeres, aunque de manera "muy subliminal".

GESTIÓN FEMENINA. Un cargo tan alto como el decanato se ejerce de manera diferente desde la óptica femenina, aseguran las implicadas. "El rol femenino es inherente a los genes que tenemos -afirma Perla Cabrera-, es como venimos programados. Tenemos dos cerebros diferentes, miradas y enfoques distintos". Como ejemplo, señala que en su facultad instaló una sala de lactancia, atienden problemas de carácter social y que formó una comisión de equidad y género. Hizo frente a cierta s resistencias y a preguntas respecto a por qué habría que preocuparse por esos temas en Veterinaria.

"Las decanas cumplimos nuestra función con el mismo amor que lo hacen también los decanos, pero siendo mujeres también tenemos un instinto de dedicarnos a todo, como en nuestra propia casa, y entonces estamos en todos los detalles", dice la titular de Derecho, Bagdassarian.

Mallo agrega que ellas tienen una "sensibilidad con respecto a la estética de la facultad y al relacionamiento con los jóvenes". Ella, además, impulsó la creación de un diploma de posgrado en género y políticas públicas en la institución que comanda.

Alicia Cabrera fue la responsable de que ahora las alumnas puedan congelar la carrera de Enfermería y retomarla más tarde en los casos en que quedan embarazadas.

Contando también las universidades privadas, son nueve las mujeres que están en la dirección de una facultad, de los 39 decanatos existentes.

En la Universidad Católica hay tres: Adriana Aristimuño en Ciencias Humanas, María del Luján González en Psicología e Isabel Cal en Enfermería. En la Universidad de Montevideo Eileen Hudson ejerce el decanato de Comunicación y en la Universidad de la Empresa Franca Rosi tiene a su cargo la Facultad de Diseño y Comunicación. En la ORT y en el Claeh no hay mujeres ocupando estos cargos.

Cuando la entrevista con las decanas de la UdelaR culmina, lo femenino también. Deben ir corriendo al Consejo Directivo Central, al mundo de los hombres, para cumplir con la reunión de cada quince días. Pero así, de a poco y buscando su lugar, la Universidad se va haciendo cada vez menos de Marte y un poco más de Venus.

Educación "conflictiva" y "preocupante"

La situación de la educación en Uruguay hoy es "preocupante", según la decana de Veterinaria, Perla Cabrera, y "conflictiva", de acuerdo con su par en Ciencias Sociales, Susana Mallo. "Hay que dar un paso grande y todos tenemos que tomar conciencia de que se está jugando el futuro del país", dice esta última. Y agrega: "Tenemos que entender que los jóvenes han cambiado, que tienen otras formas de aprendizaje, otras formas de ver el mundo y otras herramientas también. De alguna manera tenemos que aprender a entenderlos y a intentar, ante estos aceleradísimos cambios, dar respuestas acordes". Para Mallo, lo conflictivo se ve en el desnivel que presenta la demanda de los jóvenes frente a los intentos de respuesta, "a veces retrasados", de toda la educación, no solamente la universitaria.

Perla Cabrera asegura que le preocupa "lo que está pasando en Secundaria" y "que haya chiquilines que no estén en condiciones mínimas de acceder a un empleo donde se pide que tengan el liceo terminado". Según ella, hay que buscar nuevas formas para captar a los jóvenes.

"Hasta hace poco tiempo, cada uno creía que en su subsistema podía resolver las cosas. Los que pertenecemos a la enseñanza universitaria creíamos que si mejorábamos y aggiornábamos un plan de estudios, más o menos se podía mejorar. Pero cuando se empieza a ver de forma global y se ven los problemas que tenemos hoy, que arrancan en Primaria y siguen después, tenemos que replantearnos todo el sistema. Eso está clarísimo", afirma Alicia Cabrera, decana de Enfermería.

Sin embargo, luego aclara: "No le pidamos peras al olmo tampoco. A la educación hay que pedirle lo que puede resolver. Hay otros problemas que no los va a solucionar la educación y con esta estructura social, veamos lo que podemos hacer. El margen es acotado".

La decana de Derecho, Dora Bagdassarian, dice que la Universidad hace "muchas cosas buenas que no se conocen", pero que la falla está en la familia, en la sociedad y en la pérdida de valores. "Cada uno tiene que poner su granito de arena, porque si no tenemos que decir como Mafalda: ¡Paren el mundo que me quiero bajar!".

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