NOMBRES
Es la única artista argentina en estar nominada a los Grammys. Tiene 26 años y sus canciones son tendencia.
El primer video del canal de Youtube de Nathy Peluso es de febrero de 2015, tiene casi dos millones y medio de visitas y se llama Yo quiero un sound. Es una canción que grabó junto a River Stone Sound y que puede ser una declaración de principios, de ideales, de intenciones.
En el medio de la pantalla, sobre un fondo negro, Nathy Peluso tiene el pelo recogido en un moño, un buzo blanco, unas caravanas grandes casi rozándole los hombros. Mira a cámara y apenas mueve los brazos. La canción empieza con un grito que tiene la fuerza de un blues: es un grito intransferible, un grito que sale desde algún lugar al que nadie, salvo ella, puede acceder. Sin embargo, veinte segundos después, el tema cambia, sale de esa zona borrasca y de un momento a otro se transforma en un rap que no termina de ser rap, en un pop que no termina de ser pop, en un reguetón que no termina de ser reguetón. Dice así: “Yo quiero un sound que me haga re-re-resonar / Yo quiero un sound que no te deje apalancar / Yo traigo un sound que directo me va a delatar / Acumular sonido para estallar”. Ella mueve la cara, los brazos, el tronco, se suelta el pelo, lo sacude. Nathy Peluso tiene 20 años, trabaja en bares y en teatros de Madrid y canta donde puede. Cuando le queda tiempo escribe canciones, va y las graba en lo de sus amigos. Nathy Peluso tiene 20 años y un sueño -que su música suene, llegue, se expanda, crezca- y una certeza: que lo logrará.
Seis años después tiene 26 y acaban de anunciar, en una ceremonia en Las Vegas, que su disco Calambre (de 2020), es el ganador del Grammy Latino a Mejor álbum de música alternativa. En el escenario, con el pelo cayendo pesado sobre la espalda, con un vestido negro medio transparente, escotado y un número uno estampado en el frente, toma el micrófono y dice: “Muchísimas gracias por hacerme sentir especial. Gracias a la música por darme esta oportunidad tan especial en mi vida de aprender tanto por un camino tan hermoso”. Tira un beso con la mano, mira hacia arriba, sonríe y grita: “Gracias Calambre, te amo”.
Pasó un mes desde ese momento y anunciaron los nominados a los premios Grammy 2022, que reconocen a la mejor música mundial. Nathy Peluso es la única artista argentina en esa lista. Compite en la categoría Mejor álbum de rock latino o alternativo, que en la edición anterior ganó Fito Páez, por Calambre.
El disco se llama así, Calambre, por el impacto: por la manera que tienen las 12 canciones que lo componen de golpear, de atravesar, de romper. Se llama Calambre por la energía, por la electricidad. Y quizás porque de eso está hecho el personaje que Natalia Peluso eligió para transmitir su música: de una luz fluorescente y eléctrica.
De Buenos Aires al mundo
Era 2004 cuando Natalia y su familia se mudaron de Argentina a España. Ella tenía diez años y desde entonces vive con una nostalgia punzante de Buenos Aires: recuerda las veredas de Saavedra, el barrio en el que vivía, los árboles y la música. Sobre todo recuerda la música. Porque cuando uno se va de su lugar, hay que aferrarse a esas cápsulas que activan los recuerdos. En su casa escuchaban a Atahualpa Yupanqui y a Astor Piazzolla, a Mercedes Sosa y a Luis Alberto Spinetta, a Serú Girán y a Pappo. Ella creció con esas canciones, tan suyas, tan argentinas.
Pero también escuchaba a Shakira, a Thalía, a Chayanne, a Bandana y a João Gilberto y a Caetano Veloso y a Ella Fitzgerald y a Ray Charles.
Todos esos sonidos - la mezcla del folklore y del rock y del pop y de la canción norteamericana y de la brasileña- dejaron algo en ella, como una reverberación, como una marca en el cuerpo. Por eso, capaz, es casi imposible definir la música de Nathy Peluso hoy: ¿qué es? ¿en qué genero se coloca? ¿es pop? ¿es salsa? ¿es hip hop? Todo lo que se puede decir, quizás, es que está hecha de retazos, de muchas cosas que se unen para generar algo que tiene algunas pistas pero que no se parece a nada, una mezcla de ritmos y de lenguajes, una pieza extraña y adictiva.
Las canciones más escuchadas
a primera canción conocida fue Esmeralda, que le da nombre a su primer disco, de 2017. Ese mismo año, sin embargo, sacó Corashe, que fue la canción que explotó, sobre todo en Argentina, adoptada por las mujeres como himno feminista en plena expansión de la Ola verde. El siguiente en romper todos los récords fue la session con Bizarrap, esa que dice I’m a nasty girl, fantastic, que rápidamente se convirtió en la session más escuchada del productor argentino. Entre los últimos lanzamientos de Nathy Peluso, están una colaboración con C. Tangana, Ateo, y otra, Pa mis muchachas, con Thalía, Becky G y Nicki Nicole.
Volvió a Buenos Aires solo dos veces desde que emigró a España. Una en la adolescencia, y no recuerda prácticamente nada. Otra en 2018, el momento en el que todo empezó. Después de años de cantar en bares y en teatros y de escribir poesía a cambio de algún euro, después de un tiempo en el que no pasaba nada, después de la certeza de que en algún momento todo sucedería, Nathy grabó un par de canciones y las puso en un disco, Esmeralda. Era 2017. Casi a la par sacó un single, Corashe. Esa canción, que le canta a un hombre diciendo que le hace falta coraje para enfrentarse a ella, fue tomada como himno feminista en Argentina, donde la Ola verde por la legalización del aborto y los feminismos estaban empezando a explotar. Así fue cómo Nathy Peluso - el fenómeno- empezó a construirse. Volvió a Buenos Aires convertida, sin quererlo, en ícono feminista. Hizo shows en distintos escenarios de la ciudad y agotó localidades.
Desde entonces Nathy Peluso -tan auténtica, tan políticamente incorrecta, tan poco convencional- es una artista a la que todos conocen, de la que todos hablan: sus canciones lideran los rankings de las más escuchadas y sus shows - este año hizo una gira por ciudades de España, Calambre Tour- se agotan en horas. Ella sigue haciendo lo que quiere y cómo quiere. Esa es la gracia: que su música sea tan extravagante como seductora, tan refinada como popular, tan voluptuosa como opulenta. Esa es la gracia: que Nathy Peluso tiene todo premeditado, todo gestado desde hace años y sin embargo, cuando se para sobre un escenario parece no importarle nada, como si fuera capaz de cruzar cualquier límite, como si no existiesen ninguna norma.