"¿No querés correr una carrerita?” Esa pregunta le cambió la vida a Nelly Portillo (62 años). Tenía 47 años y hacía dos que había empezado a practicar actividad física por un tema de salud. “Estaba bastante gordita, consumía antidepresivos. Me tiraba en la cama y no encontraba la solución”, recuerda en diálogo con Domingo sobre un cambio que fue paulatino, pero que encaró de forma firme y segura.
Su vecina del barrio de Capurro salía a caminar todos los días por el Prado y un día la invitó. Fue así que a las 6 de la mañana, antes de irse a trabajar en el edificio de Shangrilá donde hasta hoy hace limpiezas, caminaban juntas. “A partir de ahí empecé a mirar corredores y a pensar ‘¡qué lindo es correr!’”, cuenta.
Su compañera abandonó, pero Nelly siguió porque realmente estaba empecinada en conseguir un cambio. “Cuando querés algo tenés que ponerte las pilas, por eso seguí, seguí y seguí”, dice.
Entonces, en uno de sus recorridos se cruzó con un entrenador y se le ocurrió pedirle ayuda para bajar de peso y dejar los cigarrillos y los antidepresivos. También necesitaba cambiar su alimentación porque comía muchos bizcochos y eso restaba.
“Yo te ayudo”, le dijo el profesor. Y así Nelly se sumó a un grupo en que había varios corredores, lo que la fue motivando poco a poco a cambiar la caminata por el trote. Comenzó con 500 metros porque estaba muy pesada y se cansaba mucho. A medida que iba bajando kilos (llegó a pesar 70), iba sumando kilómetros hasta que logró dar unas cuantas vueltas en el Prado. “Tranquila, suavecito, parando…”, aclara de esos primeros intentos en los que lo importante era llegar.
Volvía a su casa “molida”, sin fuerzas ni para tomar pastillas, solo con ganas de acostarse. “Mi cuerpo estaba que no daba más porque no estaba acostumbrada a tanta preparación física”, comenta.
Y entonces el entrenador hizo la pregunta: “¿No querés correr una carrerita?” “No está en mis proyectos correr una carrerita. A mi edad, ¡qué voy a correr! ¿Contra chiquilinas, mucho menores que yo”?, le contestó Nelly. Pero como sabía que tenía “algo de aguante”, decidió probar.
La “carrerita” era nada menos que una San Felipe y Santiago y ella se iba a medir en 10 kilómetros.
Fue sola, no sabía dónde estaba ni qué hacer, entonces decidió ubicarse al final de todo. Llegó bien, puso poco más de una hora. Estaba feliz.
“Fue todo un logro que costó casi un año de entrenamiento. Yo nunca me imaginé que iba a terminar corriendo. Es lo que cambió mi vida, di en la tecla”, destaca sonriente.
Más velocidad
Nelly le empezó a tomar el gustito al asunto y eso se tradujo en participar en más y más carreras. “Tenía muchas cosas en contra porque el matrimonio tampoco ayudaba porque a él no le gustaba que fuera a las carreras”, confiesa sobre lo que ocurría en su casa. “Pero seguí adelante porque estaba haciendo algo sano, que me encantaba y por mi salud. El matrimonio se rompió un poco, pero se mantuvo”, agrega entre risas.
Diferente fue la reacción de sus cuatro hijos, que al día de hoy le han dado 10 nietos. Cuando ella comenzó a correr estaba naciendo su primera nieta. Cuenta que sus dos hijas y varias de sus nietas son las que más la apoyan. “Las mujeres son más motivadoras”, apunta. Los varones también la alientan, pero un poco menos.
Con ese respaldo fue que se animó a pasar de los 10K a los 42K de las maratones, que con el tiempo se convirtió en su distancia preferida. “Los fondos me encantan”, acota.
Comenzó por la Maratón de Punta del Este, que fue la que más corrió. Con el tiempo se fueron sumando Montevideo (la llegó a ganar) y muchas otras competencias en las que, para sorpresa de todos, incluida ella misma, superaba a corredoras mucho más jóvenes que ella.
Compitió en Chile, Venezuela y Argentina. De Buenos Aires recuerda un hecho muy gracioso: “Yo estaba en la zona del grupo de elite, con los keniatas y demás. Estaba estirando y se acerca un señor y me dice: ‘Señora, usted tiene que estar en la parte de atrás’. Recién cuando me vio el número se dio cuenta, le parecía raro que yo estuviera entreverada con los mejores. Hasta yo me sentí mal. Esa imagen me quedó para siempre”.
Dice que también la hace sentirse mal que en las carreras la gente solo la aliente a ella porque ya es muy conocida. “Me parece egoísta”, afirma. Pero también le gusta mucho el aliento del público, sobre todo el que se genera en las maratones de Punta del Este gracias a que hay muchos brasileños y contagian su alegría.
Un palmarés que sorprende por la edad
Hace 17 años que Nelly Portillo comenzó a correr carreras. Debutó con 10 kilómetros de una San Felipe y Santiago y llegó hasta los 42 kilómetros de las maratones.
Entre sus logros figuran: Campeonato Media Maratón 2022, Maratón Internacional de Punta del Este 2022, Maratón de Montevideo 2017, Campeona 2017 F55 en 10K y 21K, parte del Sexenio de Nacional en ASAVUR, Tricampeona Sudamericana F55 2017, Mejor Atleta Máster de Uruguay 2017, 12 récords nacionales a nivel Máster (1500m, 3000m, 10000m, media maratón y maratón), récords sudamericanos de su categoría en maratón y 10000m.
Nacional
Hubo un tiempo que Nelly tuvo un almacén en Cufré y Antonio Machado. Siempre aparecía un cliente que ella sabía que iba a la pista de atletismo y le sorprendía que estuviera vestido con ropa deportiva del Club Nacional de Football.
Como ella ya corría, se animó a interrogarlo. Resulta que era entrenador de pista para el club del que Nelly es hincha. Entonces le preguntó: “Cuando yo empiece a correr, ¿puedo ir a la pista? Quiero correr por Nacional”. Así comenzó su vinculación con la parte de atletismo del club tricolor, que se mantuvo hasta su retiro, en setiembre del año pasado cuando corrió sus últimos 42 kilómetros oficiales en Maldonado.
Las carreras terminaron porque le estaban restando mucho tiempo para una familia de la que Nelly quiere disfrutar. Eso no significa que haya dejado de entrenar. Lo hace los domingos bien temprano por el Prado o sino en la semana, cuando decide volverse trotando de su trabajo. “Agarro la mochila con lo básico y de Shangrilá vengo corriendo hasta Capurro. Es el ejercicio del día”, cuenta.
La atleta lamenta la falta de apoyo que existe en Uruguay para los corredores. Sólo para ir a Venezuela consiguió el respaldo de la Confederación. “Tenían que mandar a una corredora y ligué”, sostiene quien para viajar a Chile tuvo que vender rifas y que se quedó con las ganas de un Mundial por no contar con recursos suficientes. “Los championes son carísimos, a veces me prohíbo cosas en mi casa para comprarme un par. La gente se va desanimando y abandona”, apunta.
Hoy se está formando como profesora de running con un curso argentino de tres meses. Como está por jubilarse, su idea es entrenar corredores.
“En abril ya estoy preparando a todos los que se quieran sumar. Capaz, más adelante, me da la loca y corro una maratón de vuelta”, lanza con una sonrisa pícara que confirma que eso no tardará en pasar.
La despedida en el Gran Parque Central
El 4 de diciembre de 2023 en el Gran Parque Central, previo al partido Nacional - Defensor Sporting, Nelly fue homenajeada por el club de sus amores, al que supo defender en las pistas.
El secretario general Pablo Durán le entregó una camiseta tricolor con el número 1 y su nombre en la espalda.
En las redes de Nacional se publicó: “De parte de toda la institución, gracias Nelly por llevar a Nacional a todos lados, representar al país en muchos lugares. Por todo eso y mucho más, las gracias eternas para una atleta que se convirtió en una verdadera leyenda del atletismo uruguayo. Su legado seguro será inmenso”.
El valor del cariño de la gente
Nelly cuenta que además de correr, le gusta ir a las carreras como espectadora. Hoy acompaña especialmente a “una chiquilina” —”podría ser mi hija”, dice— que se prepara para viajar a competir a Venezuela, como ella supo hacerlo una vez. Por eso por estos días le está pasando muchos piques y consejos: subidas, bajadas, cómo es el tema de la humedad.“Nos apoyamos una a la otra, ella con su camiseta de Peñarol y yo con la de Nacional. El atletismo es así, nos queremos igual”, sostiene la atleta.
Destaca que el aliento del público ha sido muy importante para ella en muchos lados. “El cariño de la gente es lo más lindo que hay. Su aliento fue lo que me ayudó a llegar a la meta porque aunque estés cansada eso te motiva, cambiás al ver las caras de ellos y hasta la cara de cansada que tenés se te va”, afirma entre risas.