EL PERSONAJE
Empezó a correr junto a su hermano a los 15 años. Con 34, es parte de lo mejor de la historia del atletismo uruguayo. En 2020, además, participó de MasterChef Celebrity.
Una maratón sucede más o menos así: los primeros 25 o 30 kilómetros se corren con tranquilidad, con templanza, con calma, se llevan a un ritmo cómodo, no se piensa en nada o se piensa en lo que sea, generan ansiedad. Después de eso, la carrera se transforma. Faltan 12 y 195 metros para llegar a la meta y el cuerpo empieza a sentir la fatiga, el cansancio y el tiempo. Entonces hay que dar pelea: contra la fatiga, contra el cansancio y contra el tiempo. Es una lucha mental. No aflojar, aunque los kilómetros se hagan eternos, aunque las piernas pesen, aunque la cabeza pida parar. Seguir. Seguir. Seguir. Llegar a la meta en la mejor posición posible o simplemente llegar, terminar lo que se empezó: una carrera de 42 kilómetros y 195 metros.
A las 23:59 del 27 de septiembre de 2019 Nicolás Cuestas se paró en la línea de largada de la maratón del Mundial de Atletismo de Doha, Catar. Ese día había sentido que su cuerpo no estaba del todo bien pero había estado entrenado para esa carrera un mes y medio en España y se sentía bien preparado. Nicolás era el único uruguayo de la maratón.
En Doha había 35 grados y una humedad pesada. Largó. Se sintió mal pero siguió corriendo todo lo que pudo. Se deshidrató, vomitó y volvió. Intentó seguir. Un equipo médico lo atendió y cuando lo estaban sacando del circuito en una silla de ruedas, uno de los doctores le preguntó: “¿Querés seguir?” Y el dijo que sí. Se paró. Volvió. Corrió. Caminó. Corrió y volvió a caminar. Mientas, en su cabeza había solo una idea: llegar a la meta.
“En 2017 había clasificado al Mundial de Londres en maratón y por una lesión tuve que abandonar. Había hecho mucho esfuerzo para poder estar en el Mundial de Doha, me había preparado mucho y por sentirme mal no podía no terminar la carrera”. Llegó a la meta en último lugar. Hizo un tiempo de 2:40.05. Más de 15 competidores habían abandonado la carrera antes de terminarla.
“Me podría haber rendido y no lo hice, podría haberme quedado en la silla de ruedas y abandonar pero no quería. Corriendo es cuando te ponés a pensar en todo el esfuerzo que hiciste y eso te hace seguir. Porque si bien la carrera es súper dura, lo más difícil es entrenar; son semanas en las que estás muerto, en las que te levantás y sí o sí tenés que correr 30 o 40 kilómetros y de tarde hacer 12 más. Entonces todo ese sacrificio es lo que hace que termines una carrera”.
Cambiando los objetivos
Nicolás no tiene muchos recuerdos de su infancia. Eso dice del otro lado del teléfono un martes de diciembre a la tarde, solo en la casa en la que vive con su mujer y su hijo, en el primer día de una cuarentena por haber llegado al país desde España esa mañana.
Dice que la suya fue una niñez “común” en el barrio La Unión, donde nació. Que sí recuerda que se la pasaba jugando a la pelota en la vereda con su hermano mellizo, Martín. Que le gustaba el fútbol, que se fue a probar a algunos equipos que en ese entonces estaban en Segunda División, que quedó en dos. Que no pensaba en ser corredor.
Tenía 15 años la primera vez que compitió en una carrera. Fue en la San Felipe y Santiago, una de las más importantes del país en la distancia de 10 kilómetros. Martín había empezado a correr tiempo antes y lo impulsó a que corriera con él. Era 2002. Aunque a Nicolás le fue bien, ese día terminó tan cansado que dijo que no iba a competir nunca más.
Un año después dejó el fútbol y volvió a correr.
Se sumó al entrenamiento de Martín, cambiaron de entrenador una vez y otra y otra y así hasta que conocieron a Martín Mañana, que los entrena desde hace 10 años. Lo que siguió después fue intentar conseguir apoyo para poder competir. No fue fácil, dice Nicolás.
“Cuando arrancamos integramos la Selección Nacional sub 20, después la sub 23 y siempre estuvimos intentado ir a competencias como sudamericanos o panamericanos. En un momento adquirimos el nivel suficiente como para decir ‘bueno, estamos en condiciones para buscar una marca para participar en los Juegos Olímpicos’”. Era 2015.
Cuatro años antes los dos empezaron a formar parte de la policía, que les ofreció apoyo para que pudieran seguir entrenando y además les aseguraba tener un sueldo todos los meses.
“Fuimos pasando por diferentes lugares, como el área de Educación Física de la Escuela de Policías. Ahora estamos en un proyecto deportivo que tiene el Ministerio del Interior que se llama Pelota al medio a la esperanza”. El programa trabaja en barrios de contexto crítico de Montevideo estimulando la práctica de diferentes deportes.
En octubre de 2015 los dos hermanos corrieron la maratón de Buenos Aires con el único objetivo de lograr clasificar para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, que se harían al año siguiente. Lo lograron. Por primera vez la delegación uruguaya tuvo a tres deportistas compitiendo en maratón.
La villa olímpica de Río de Janeiro fue la más grande en la historia de los Juegos Olímpicos. Tenía 31 edificios con 3.604 departamentos y lugar para alojar a 17.950 personas. Nicolás todavía recuerda la inmensidad, los edificios con las banderas de los diferentes países, la sorpresa y el asombro de estar allí y de cruzarse con los mejores deportistas del mundo, como Rafael Nadal o Usain Bolt.
“Lo primero que uno piensa cuando llega a unos juegos es ‘lo hice’. Hasta que no tuve la oportunidad clara, nunca había pensado ni soñado con llegar a los Juegos Olímpicos. En realidad, siempre soñé con hacer los récords nacionales de las diferentes distancias. Cuando arranqué a correr me hablaban de nombres como Cristian Rosales, Néstor García, Nelson Zamora, Ricardo Vera, que eran unos fenómenos y tenían los récords y yo pensaba en que algún día quería ser como ellos, ser el mejor, que pensaran en la mejor marca de la historia de una distancia y dijeran mi nombre”.
En Río 2016 Nicolás hizo un tiempo de 2:17:44 y terminó la maratón en el puesto 40. Fue el tercer latinoamericano entre los clasificados y logró un lugar en el Mundial de Atletismo de Londres, que se haría un año después.
En 2018 nació su único hijo. Ese año, además, con su esposa estaban reformando la casa y viviendo en lo de sus suegros. “Ese fue el año en el que estuve peor de lesiones: me había lastimado los dos tendones de Aquiles y no me podía recuperar, intentaba entrenar y me dolía. Así que decidí parar más de un mes para poder recuperarme bien y me dediqué a terminar la casa”.
Nicolás no es solo atletismo y el atletismo no es todo en su vida. “Tengo otras cosas donde poner la pasión y a las que dedicarles tiempo además de correr”, dice y nombra la fotografía, el diseño gráfico, la cocina, la familia, la casa, los asados con amigos. “Necesito hacer cosas diferentes que me saquen del entrenamiento, las carreras y ese estrés”.
A veces a Nicolás le pesa salir a entrenar. Es al comienzo, dice. Después, empieza a correr y todo se pasa. Sabe, sin embargo, que su carrera como atleta se va a terminar en uno o dos años. Y cuando se acabe, no quiere hacer nada que se relacione con una pista de atletismo. “No tengo pensado correr mucho tiempo más. Soy joven y, si bien creo que me encuentro en mi mejor momento, no la quiero estirar mucho más porque, si bien disfruto mucho, es bastante sacrificado y también quiero hacer otras cosas y disfrutar de otra manera. A veces el deporte de alto rendimiento te limita”.
El domingo 6 de diciembre de 2020 Nicolás corrió el Maratón de Valencia. En esa carrera tuvo su mejor tiempo: 2:11:42. Esa marca le dio el récord nacional. Tiene, además, el récord en media maratón y en carreras de 10 y en 20 kilómetros. Pero quiere más. “No quisiera terminar mi carrera sin mejorar mis marcas, sé que la media maratón la puedo hacer mejor y además quiero hacer los récords de las otras distancias. Eso fue lo que me puse en mente cuando empecé a correr. Ahora, además, quiero clasificar a los juegos. Después de eso, me puedo retirar tranquilo”.
Sus cosas
LA FOTOGRAFÍA. Hace más de un año que Nicolás empezó a interesarse en la fotografía. Aunque lo hace de manera amateur, tiene su propio equipo. Además, en 2014 estudió diseño gráfico. No lo hizo, dice, pensando en un futuro después de dejar el atletismo. Lo hizo para darse un gusto. Y por qué no, quizás pueda ejercer una vez que deje de correr.
LA COCINA. Este año Nicolás y su hermano Martín fueron parte de MasterChef Celebrity. Cuenta que siempre le gustó cocinar y que, de hecho, es él quien cocina en su casa. Su esposa lo había anotado en una edición anterior y no quedó seleccionado así que cuando lo convocaron para esta no lo dudó. Cuando deje de correr, Nicolás quiere estudiar cocina.
PRÓXIMAS METAS. En diciembre obtuvo el récord nacional en el maratón en Valencia. El año pasado, también en Valencia, obtuvo el de media maratón. Ambos récords eran de 1999. También tiene el de 10 y el de 20 kilómetros. Su próximo objetivo, dice, es mejorar esas marcas, conseguir los récords de las otras distancias y clasificar a los próximos Juegos Olímpicos.