PATRIMONIO

Obras de rescate de un puente parisino en Montevideo

Conocido por sus esfinges, el Puente Buschental, de 1895, recupera su esplendor tras un trabajo inédito

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"Estaba herido”, dice Francisco Collet sobre su nuevo paciente. Este arquitecto, especializado en restauración patrimonial, siempre recurre a este tipo de metáforas. Y así sucede con el Puente Buschental (también conocido simplemente como puente del Prado): una obra única en hierro fundido en Montevideo que agonizaba por dos choques que quebraron sus barandas.

Arquitectos, artesanos y obreros del estudio Collet Lacoste llevan adelante una obra de recuperación y revalorización de esta postal del barrio considerada técnicamente compleja. “Es un rompecabezas”, ilustra el experto, quien asegura que en dos meses estará lista.

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Puente Buschental

Obra de arte.

Toda la estructura metálica fue construida y traída desde Francia por encargo de la Intendencia de Montevideo a la Société des ponts et travaux en fer (Sociedad de puentes y trabajos en hierro, la que hizo, por ejemplo, el pont de Sully, uno de los clásicos cruces sobre el río Sena) y colocada sobre bases de granito rosado sobre el arroyo Miguelete en 1895. “Es una joyita; es un puente parisino en Montevideo”, apunta Collet.

Antes de sufrir los dos impactos, uno por cada baranda y presumiblemente por vehículos que estaban corriendo una picada, el Puente Buschental ya había perdido varios elementos decorativos.

“Si ves las fotos antiguas, además de las dos esfinges en cada cabezal del puente, había unos putti, no sé si de fundición o bronce, sosteniendo faroles”, cuenta. Los putti son motivos ornamentales que consisten en figuras de niños desnudos. No se tienen datos de su desaparición.

Las esfinges -busto y rostro de mujer y cuerpo de león alado- sí sobrevivieron en el tiempo (Collet ha visto unas iguales en el Palacio Legislativo). Con todo, este puente fue pensado tanto como una “solución funcional” como “obra de arte”.

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Foto histórica del Puente Buschental

Lo que queda en el lugar es el paciente que está siendo reanimado por los técnicos del estudio Collet Lacoste, a menudo colgados en andamios o balancines o subidos a escaleras afirmadas en el arroyo. Al atenderlo, encontraron que las barandas de hierro fundido eran “irrecuperables”; soportes y otras piezas también estaban totalmente quebrados.

La única solución era desarmar todo el conjunto, hacer moldes, utilizar la fragua para dar forma a los nuevos perfiles y sustituir lo perdido sección por sección. Para todo había que tener la ingeniería para retirar las piezas y volverlas a colocar. El puente consta de tres secciones de barandas de hierro fundido por cada tramo; cada una pesa 500 kilos.

“Los golpes fueron tan grandes que doblaron el perfil de hierro de la estructura. Al sacar las barandas tuvimos que aplicar calor para llevarlo a su posición original. Con la fragua le das forma”, explica a Domingo sobre una técnica que es mucho más artesanal y delicada que la fundición convencional.

Collet añade: “Esta es una obra especial, no es un trabajo habitual; entonces, hay que poner cabeza para ver cuál es el mejor procedimiento para hacerlo. Las piezas van encastradas como un puzzle con pernos de acero inoxidable”. Parte de ese puzzle es entender cómo fue armado por los artesanos y obreros de 1895.

Otro desafío técnico era restaurar la base de las barandas. Allí había molduras totalmente fragmentadas que están siendo retiradas y reemplazadas por nuevas. Estas hay que trabajarlas en la fragua, luego soldar y hacerles el tratamiento de pintura. La porción que no necesita ser sustituida es pulida y luego se le coloca un fondo antióxido. Todas las piezas de hierro son pintadas con los colores que fueron aprobados por la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación, organismo que supervisa las tareas. “Este es un patrimonio de todos los uruguayos. Lo que hagamos hoy en el puente queda para las generaciones que vienen”, afirma el arquitecto.

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Puente Buschental

Armonía.

El resultado, para Collet, que se verá en dos meses, es que se “recuperará la armonía del puente” pero no solo eso: se recobrará la armonía del paisaje. El Puente Buschental es un tramo altamente utilizado por los vecinos, los que, según cuenta, se paran a felicitar a los obreros.

Lejos en el tiempo, el parque del Prado fue el primero de su tipo en Montevideo. Anteriormente había sido la quinta del Buen Retiro, del empresario José de Buschental, quien plantó árboles y flores traídos de diversas partes del mundo. A finales del siglo XIX, el Prado era el paseo de moda y se ha perpetuado como una muestra de un pasado de gran riqueza arquitectónica y urbanística.

“Al pararse a hablar con los obreros queda demostrado que el montevideano tiene sensibilidad estética. Realmente es bellísimo el arroyo y el espacio verde. Se necesitan esos espacios de contacto con la naturaleza y con elementos armónicos. Influyen en tu estado de ánimo”, reflexiona Collet en diálogo con Domingo.

Y agrega: “En estas cosas siempre hay que mirar lo positivo. Estuvo tiempo largo sin restaurarse dada su complejidad. Mientras que no lo choque nadie más, tenemos puente para otros 100 años”.

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