Por Victoria Vera Zaccardi/ La Nación/GDA
Los cambios hormonales de la madurez traen como consecuencia un aumento en la producción de lípidos en la superficie de la piel. Paralelamente, se va reduciendo la capacidad antioxidante natural y el resultado es que aumenta exponencialmente la peroxidación y el cuerpo huele cada vez peor. Es ese olor que se nota en los asilos, por muy limpios que estén”, dice el químico José María Antón a El País sobre la despectiva denominación “olor a viejo”.
Este aroma no tiene porqué ser algo peyorativo, más bien es una característica del grupo etario al que pertenecen los adultos mayores, como ocurre con los adolescentes o recién nacidos. Algunos lo pueden relacionar con el olor distintivo de la casa de su abuela, de los sweaters que usa un tío o de un lugar que frecuentaban en la niñez.
No obstante, este olor es distinto al que se emana por transpiración (bromhidrosis). “El olor corporal ‘normal’ se genera mayormente cuando el sudor, que es inodoro, entra en contacto con las bacterias de la piel, principalmente a partir de las glándulas sudoríparas apocrinas que actúan como una especie de caldo de cultivo para los microbios”, dice el doctor Ramiro Heredia.
Experimento
Hace algunos años un grupo de investigadores realizó un estudio titulado El Olor de la Edad: Percepción y Discriminación de los Olores Corporales en Diferentes Edades. En el mismo analizaron a 44 hombres y mujeres que se dividieron en tres categorías de edades diferentes: 20 a 30, 45 a 55 y 75 a 90.
Luego, se les pidió a los participantes que durmieran con una camisa especialmente equipada con almohadillas para las axilas que absorbían el olor durante cinco días consecutivos.
Al final de este período de observación, los profesionales pusieron las almohadillas dentro de frascos y pidieron que los olieran y adivinaran la edad y el sexo de la persona a la que correspondía esa esencia.
Los evaluadores tuvieron dificultades para detectar diferencias en el olor entre personas jóvenes y de mediana edad: olían en forma similar; lo que sí les resultó mucho más fácil de identificar fueron las muestras del grupo etario más antiguo del estudio.
Según explicaron los investigadores, los cambios en el olor corporal relacionados con la edad probablemente no tengan que ver con cuestiones de higiene personal sino que se trata de compuestos de olor y bacterias que interactúan en la piel. El principal es la molécula 2-nonenal que se produce en la dermis de forma natural como consecuencia de la peroxidación lipídica y aumenta con el paso del tiempo afectando el olor en el cuerpo.
“Kareishu”
El Dr. Antón explicó que el 2-nonenal huele realmente mal, “tanto que cuando abrimos una cápsula con esa molécula en el laboratorio, todo apesta”. Y añadió otro dato: que las moléculas responsables del mal olor empiezan a aumentar a partir de los 30 años.
“Con este descubrimiento sabemos que la concentración de lípidos presentes en la superficie de la piel comienza a declinar hasta los niveles de antes de la pubertad, hacia alrededor de los 80 años. Es decir, después de los 80, podemos oler bastante parecido a cuando éramos niños”, dice el Dr. Heredia.
Una investigación publicada en el Journal of Investigative Dermatology confirmó que la molécula 2-nonenal solo se podía detectar en sujetos mayores a 40 años y que aumentaba con el paso del tiempo.
Los japoneses, incluso, crearon una palabra para describir este peculiar olor: lo llaman “kareishu”. Y ha incentivado a toda una industria comercial a que diseñe y venda productos especiales para encubrir el olor por completo.
Por otro lado, Johan Lundström, biólogo y psicólogo sueco, explicó que al igual que sucede en otros animales, los seres humanos pueden percibir los olores corporales que les permiten identificar la edad biológica. De esta manera tienden a evitar a las personas enfermas, pueden elegir a una pareja adecuada y a distinguir a los familiares.
Por último, el Dr. Heredia declara que hasta el momento no existen tratamientos ni tipos de prevención específica contra este olor ya que el mismo forma parte de un proceso evolutivo normal. “Sí, en cambio, nos encontramos ante un olor corporalque se percibe como desagradable, afecta a la persona que lo padece y/o a quienes lo rodean, en ese caso estamos probablemente hablando de bromhidrosis , que es el mal olor corporal, generalmente asociado a un aumento de la sudoración y que sí puede ser tratado”, finaliza.