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Opinión | Conversación entre Dios y Churchill

“Los buenos les ganamos a los malos y trabajamos para ti”

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Washington Abdala

Dios: ¡Bienvenido, Winston! Veo que has traído tu propio whisky.

Churchill: Así es, Señor. Y veo que tú has optado por un refresco cola. Interesante elección para el Todopoderoso.

Dios: Sí, además me he hecho vegano y medito por la tardes; bah, siempre medité, pero ahora con un coach nuevo cubano. Decidí que era un tiempo de un cambio. En el cielo también hay que modernizarse.

Churchill: ¡Que ironía! Yo pensaba que en el cielo el whisky fluía libremente.

Dios: La eternidad da para muchos cambios de dieta; hay tiempo. ¿Qué tal encuentras la vida eterna, Winston?

Churchill: Para serle sincero, un poco aburrida. No hay guerras que ganar, ni discurso que dar. Todo es… más plácido.

Dios: ¡Vaya! ¿Aburrido en el cielo? Ese es comentario que no escucho todos los días.

Churchill: No me malinterpretes, Dios. Es un lugar maravilloso, pero después de un tiempo, la falta de desafíos es… como decirlo… monótona.

Dios: Lo que pasa, querido amigo, es que aquí el tiempo es eterno. Pero la eternidad tiene sus propios desafíos, como mantener el interés en personas como tú.

Churchill: (sorbiendo su whisky) Dime, Dios, ¿alguna vez dudaste de tu propósito?

Dios: (sorbiendo su refresco) Más de una vez. Especialmente cuando decidí inmolarme por ustedes. No fue fácil. Y muchos siguen sin entenderlo…

Churchill: ¡Ah! Las dudas y los sacrificios. Todos los grandes líderes las tienen, pero, al final, ¿no es eso lo que define a la grandeza? La capacidad de persistir a pesar de las dudas y hacer el bien. Yo dudé mucho pero nunca lo dije, pero dudé. Me salvaron mis creencias.

Dios: Tienes razón; la convicción de hacer lo correcto es lo que nos guía, incluso cuando no tenemos las respuestas.

Churchill: Y, a veces, un buen vaso de whisky ayuda a aclarar la mente. Ahora los chicos toman cerveza, no saben lo que se pierden. Dan cringe.

Dios: O un refresco cola. La moderación es la clave, incluso en la eternidad.

Churchill: Creo a medias eso, querido, Dios; sin algunos como yo no serías venerado. Créeme, los buenos les ganamos a los malos y así trabajamos para ti.

Sócrates: (entrando de repente a la nube) ¡Ah! Ahí están. ¡Es hora de la lección! La filosofía no espera, ni siquiera en el cielo.

Churchill: (Suspirando) ¿Otra vez este plomo? ¡No se cansa de enseñar!

Dios: Bueno, Sócrates tiene su propio concepto de eternidad y no es el mío, pero yo lo dejo predicar, con él nos mejoramos todos y se crece con otras voces.

Sócrates: ¡Vamos, vamos! El conocimiento es la clave de la verdadera eternidad. Hoy hablaremos sobre la ética en la política.

Churchill: (a Dios) ¡Eso suena interesante! Es como una mezcla de whisky y refresco cola, muy venezolano el asunto. Falta el ron.

Dios: (riendo) Sí, una mezcla que no esperaba, pero que es rica. Hay que aceptar la invitación. Hay que abrirse a lo nuevo o seguimos con el disco rayado. Bien por ti. Tener miedo a los cambios es no entender nada. Sin cambios no se avanza.

Churchill: (levantándose, lentamente con su whisky) Bueno, Dios, nos espera otra lección eterna. ¡Quien diría que el cielo posee estos servicios educativos!

Dios: ¡Vamos, Winston! La filosofía no se detiene nunca. Siempre se puede aprender algo, siempre; solo los necios no lo saben. Todos los días se inventa el sentido del sentido. Todos los días.

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