CABEZA DE TURCO
Nosotros pensamos por nosotros y trabajamos por todos. Por Washington Abdala.
Compatriotas: ha llegado la hora de la verdad. Nos enfrentamos a los espartanos que pretenden ser nuestro infierno. No lo han sido nunca, no lo serán jamás. En realidad, siempre hemos estado en guerra con otros pueblos que pretendían ser como nosotros. Y solo hemos querido ser quienes somos. Nunca declaramos la guerra a nadie. Nada alimenta más nuestro sentido de supervivencia que nuestro derecho a existir. No somos violentos, solo nos defendemos en búsqueda de la paz, de nuestra paz. Odiamos lo funesto.
Es una hora dura pero necesaria. Digamos la verdad, no son los espartanos los que nos definen en nuestro valor y arrojo hacia el presente, somos nosotros mismos los que sabemos cómo ir hacia el futuro. Los espartanos son solo la excusa ante temores y miedos propios. Es nuestra conciencia la que definirá lo que seremos. Siempre ha sido así y siempre lo será. Y quien padezca temor, pobre, no sabe quién es.
Los pueblos, a diferencia de los simples mortales, no tienen matices en sus periplos: o los recorren con sabiduría o serán enterrados por el olvido de sus propios ciudadanos. ¿Cuántos pueblos conocéis que los ha devorado la historia? ¿Cuántas civilizaciones siguen siendo motivo de estudio por su desaparición? ¿Cuántos poderosos que se creían invencibles hoy son la nada en vuestras mentes?
Por eso la gloria es necesaria para nosotros mismos si la entendemos sin soberbia y sin desmesuras. Todo lo demás es lo de menos y no nos interesa.
No podemos recalar en asuntos menores, no lo permite el pasado, no se ajusta a nuestra necesidad actual y quien lo haga es solo una hormiga que merodea por los zócalos sin entender que será pisoteada por cualquiera.
La grandeza es el sentido de comunidad, no de unidad porque esa es una expresión vacía, hueca, casi ofensiva para gente inteligente como nosotros. Somos distintos pero somos la misma piedra. Somos los matices pero no somos la grieta. Somos fuertes cuando somos la piedra y somos la nada cuando somos el polvo. Ya lo deberíamos de saber hace mucho tiempo y sin embargo no advertimos la sencillez de lo obvio. Cuando alguno de vosotros se posa en lo que le sucede a Ajax por lo que dijo Damián no estamos entendiendo que no somos esas habladurías. ¡No somos el rumor! No nos dejemos envilecer por él. Tampoco somos la anécdota minusválida, sino los que amamos a nuestros hijos y los que cuidamos a nuestros padres. ¡Eso somos! Si lo nimio y lo accesorio nos gana estaremos perdidos. Y esa es la batalla de la que os vengo a hablar hoy. No piensen más en los espartanos, ellos ya sabrán de nosotros. Piensen en nuestro presente y sobre él cabe apuntalar. Cada hora o cada segundo es un instante para producir felicidad a todos los nuestros, inclusive a los espartanos que viven entre nosotros. Ya no podemos pensar con mentalidad de guerreros, ahora somos la clave de la civilización que busca la superación a través del conocimiento, la virtud, la templanza y la mesura. ¡No dejemos que nos atropellen con verbos fútiles! Si quieren estar en esa atmósfera nauseabunda, pues que allí se queden. No podemos denigrar nuestro sentido del deber con asuntos menores. Nuestra moral es la de seres que aspiran a lo mejor para todos, por eso impone que la platiquemos y la practiquemos seriamente. Pensamos por nosotros y trabajamos por todos, claro, es nuestro punto de vista. Nuestros sueños son los que engalanan nuestras acciones, pero siempre con altura y sin caer en la deriva. Sé que esto que os pido es difícil, pero solo atravesando las horas desafiantes los pueblos encarnan su identidad y salen airosos. No os dejéis interpelar, seguid por la buena senda, haced lo que vinisteis a hacer y que los dioses decidan quién ha tenido razón.
El tiempo siempre aconseja a los dioses a interpelar a los acontecimientos. Tened fe y seguid.
El camino es aún largo y faltan tormentas. Al final, estará el amanecer.