Opinión | Habrá censura en mi velorio

¡Pero de veras estoy muerto, joder!

Washington Abdala
Foto: Archivo

Corro. Oigo voces. No están afuera. Están en mi mente. Corro más rápido. No tengo otra forma de vivir. Miro la compu. Basura en loop. La consumo. Como algo. Soy adicto a la Coca Light. Escribo. Para mí. Ya no me importa casi nadie. Escribo para liberarme. Usted lea o huya. ¡Que patético buscar el aplauso! Se idiotiza el humano. Más de lo que es. ¡Y esos que nos dan clase a toda hora! Horror. Imbéciles. Y los que los mitologizan. Más idiotas. Más imbéciles. Sorbo más Coca Light. No fumo. Fumé. No lo extraño. El azúcar, sí, maldito azúcar. Oigo hablar a tantas gentes. Obviedades más obviedades. Me aburro. Aburren. Son el tedio. Es como ir en bondi. Me siento. Veo la desconexión adicta. Se meten en sus mundos tele zombis con sus móviles. Y creen que viven. Están muriendo sin saberlo. Huyen de la muerte. Corro de vuelta. La ansiedad me atropella. Miro niños. Los niños y los perros se parecen. El resto suma poco.

Tengo corbatas que no sirven de nada. “Corbata” era lindo nombre para el perro que nunca pude tener. Mi editora creerá que estoy loco. Ella me banca. Me deja escribir en paz. Sabe que voy a seguir escribiendo lo que se me cante. Sabe que cada vez que escribo: muero y renazco. Y sabe que es lo único que tiene sentido: escribir, hablar, pensar y -de vez en cuando- alzar la voz. Amo los que alzan la voz. Odio los monocordes. Desprecio los pausados. Me repugnan los que se oyen a sí mismos dictando sentencias. Me aburren los que posan de doctos. Patada en las nalgas. Que sientan el castigo por faltarnos el respeto. Por hablar cosas pueriles. ¿Quién se creen? En mi velorio ni uno de estos rufianes. ¡Ni uno! Y habrá comida. Y van a poner canciones de Charly. Y habrá estudiantes que recordarán felices alguna clase. Capaz salgo del cajón y bailo. Y capaz recito a César Vallejo si se me canta. No hay como Vallejo para los muertos. O Juan Rulfo, pero Rulfo no tiene poesía aunque su prosa dolía. Sigamos con Vallejo. Y luego más música.

Habrá censura en mi velorio. Portero y lista negra. Nada de café ni olor a flatulencia. Nada de salas donde el muerto de ayer anda pululando intruso por allí. Mi velorio se hará en mi casa. Como el de mi abuelo que la dejó maldita. Y listo. Luego la casa se vende y mi alma perturbará allí. Y yo seré el estigma de los que vengan a vivir y me tendrán que soportar. Sigo molestando.

¡Ah! Placer. Corro. Sigo corriendo. ¿Pero de veras estoy muerto, joder? Me morí. Mirá vos. Que al pedo morirse y no me saqué la ansiedad. Debí seguir vivo. Ahora me arrepiento. ¡Quiero volver, che! ¡Abran un agujero! Me equivoqué. No hay Coca Light. Es una joda esto. ¿Dónde están las galletitas Bridge? Acá no hay Francella. Y Dios no era como me lo contaron. Minga. Me jodieron. Yo me las tomo de acá. Corro de vuelta. No encuentro la puerta. ¡Miércoles! La puerta no existe. Es raro el lugar. Mi editora va a creer que me drogo. Juro que no.

¿Cómo terminé acá? Yo no decidí morirme. Solo viví sin miedos. Pero no se me pasó por la cabeza nada. Es que no recuerdo cómo me mataron. ¿Me mataron o me habré caído de aquella cumbre? Hum, me parece que me empujaron. No merezco esto. Y este gato que me mira. Los gatos siempre miran. Se creen videntes. Veo venir a Elon Musk. Que loco este lugar. ¡Entonces no estoy muerto! ¡Elon vive! Qué joda dormir mal, tener tinitus y pesadillas. Qué desgracia maldita. ¡Elon! ¡Elon! ¿Vos tendrás una Coca Light? Es que dormí como la mona y soñé que me moría. ¿Cómo viene, che, este asuntito de Marte?

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar