No sé si les pasa con la memoria, uno tiene épocas en las que recuerda el sentir del pasado y luego tiene como fotos de momentos que andan por la cabeza. Las fotos verdaderas ayudan a relocalizar los recuerdos. Uno las mira y se adentra en esos instantes ubicando exactamente el estado de ánimo y el sentir que tenía en ese preciso minuto. Y uno es el mismo, casi que se puede activar el recordómetro y se vuelve a la foto. Curioso asunto cómo olvidamos tanta cosa hasta que una foto hace el viaje mental. Y allí se retorna a ese espacio de tiempo que parecía sepultado.
Luego la realidad es estruendosa. Veo viejos a todos los de mi edad. Pienso: pobres, qué mal les sientan los años, qué triste por ellos. Y no siento esa percepción en mí (deliro, ya sé); estoy en edades mentales que son las que se me antojan y no advierto en mi rostro el pasaje del tiempo. Alguna arruga (creo), el pelo gris (creo), pero no me veo atropellado por la vida en fase de extinción. (Humor).
Lo bueno de estar como estoy con mi cabeza -sin edad- es que no me agravia el pasaje del tiempo, me molesta no tener las percepciones más nítidas de aquella época (juvenil) con pavadas (un jean, una remera), pero como las cosas materiales me importan un pomo, solo son estupideces que recuerdo. No estoy seguro que todo me gustara en esos años. Por suerte no tengo demasiadas fotos. Es que las fotos me roban el alma, por eso muchos indios saben que es mejor no ver demasiadas fotos. (Mías, de los otros me encanta vichar).
Encontré en Instagram un señor que hace búsquedas de personas en base a fotos que encontró en archivos, filmaciones viejas, negativos. Son viejos cajones que consiguió quién sabe dónde. Me resulta tan artístico lo que muestra y me conmueve ver esas vidas que fueron y ya no son, o creo que no son. Hay películas también, viejas. El tipo pregunta si conocen a la gente que sube a la plataforma. Es inevitable succionar eso, es adictivo porque se miran vidas parecidas a las de todos, se ven amores, pérdidas, se ve la vida misma. ¡Qué bichos tan miméticos que somos los humanos! Nos creemos especiales y no advertimos lo que Charles Darwin vio de entrada al observar los animales y a nosotros. (Me gustaría una película sobre Darwin. Si alguno vio alguna me pasa el pique por Instagram, Twitter o Facebook).
Me vivo preguntando cuál década del pasado me hubiera gustado vivir, y la realidad es que me hubiera gustado estar en los 70 con 10 años más. Me pasó por delante todo y no lo entendí. Era muy chico. Hubiese sido lindo vivir semejante descontrol colectivo con algo de conciencia y en la plenitud de los años. Era un grumete de ese tiempo y los grumetes son aguateros. Por estos días mi mente ha viajado, vaya a saber la razón, al 1970 ó 1971. Los tengo en verano, con las murgas, en un apacible Parque Batlle donde el verde y la letanía eran reales. Supongo que ver el carnaval en la televisión me remite a esa época. No tiene demasiado misterio mi asociación mental.
Es curioso cómo el carnaval para mí es una época en la que sabía que había reunión con amigos, un barrio que se movía alrededor de un tablado y la gente que se juntaba feliz por ese motivo.
Pero del verano tengo también los largos meses de estudio donde me encerraba a dar materias y a ver películas. Casi no iba a la playa. Curioso como ahora me gusta el mar. Supongo que no soy el único que cambia de percepciones en la vida. Creo que nos pasa a todos.
Abrazo, buen domingo.