Por estos días se advierte la imposición de un discurso hegemónico antisemita que ha venido aumentando su intensidad en todo el planeta. Una vez más la efectividad de esa narrativa ideológica se impuso sin la menor contemplación por las víctimas israelíes que fueron el inicio de toda esta tragedia. Nunca les importó demasiado los 1.300 muertos masacrados y menos aún los secuestrados. Todo arrancó allí. Ahora hay un poco de calma y devolución de rehenes.
No soy de los que se impresiona por el antisemitismo global. No lo soy porque hace años observo que hay una enorme cantidad de gente que asume ese talante sin siquiera saber que lo posee. El antisemitismo es hijo dilecto del prejuicio. Gana terreno entre el rumor y la maledicencia. Y gana espacio también ante la asociación política con algunos actores filosófico-políticos que asumen la supuesta causa palestina desde un lugar agitacional para criticar “conspiraciones” que entienden que existen en el mundo para sojuzgarlos. Todo un delirio.
Hay también un error de apreciación de algunos judíos que fueron complacientes con los quienes ahora sienten que los traicionan. Una pena que tuviera que irrumpir tanta sangre para saber que esos amigos eran verdugos y que, además, salen a las calles a aplaudir festejando semejante sentencia de muerte.
Ha resultado patético, y lo sigue siendo, el papel de varias agencias internacionales que nada dijeron al principio de toda esta masacre sobre los asesinatos y raptos a los israelíes. Nada. Silencio inmoral. Y pocos organismos internacionales han estado a la altura para diseccionar la realidad y no funcionar por facciones. Solo han existido ríos de tinta sobre la situación de Gaza. No se percibió sensibilidad inicial pareja. Basta ver lo escrito y lo mostrado.
Y -digámoslo claro- la supuesta igualación de las causas es una forma de no respetar a las víctimas israelíes. Eso es lo que nunca se comprendió. Me matas, me raptas mis hijos, tenés todo armado para esconderte, me tiras misiles y luego cuando voy por ti para defenderme por todo lo que hiciste: resulta que soy quien se extralimita. ¿Cuál sería el comportamiento adecuado? ¿Esperar otra masacre implorándole a Dios? ¿Esperar que sobrevenga el exterminio masivo del que dicen que concretarán y luego llorar rogando clemencia? ¿O los túneles de Hamas se armaron para realizar rezos? ¿Qué no se entiende de un grupo terrorista que tomó por asalto a Gaza y lo montó como un motín para librar una guerra “terrorista”? ¿Dónde está la dificultad para advertir lo obvio de lo obvio? ¿O será que una vez más opera el prejuicio y no se advierte la realidad?
Los que defendemos la causa judía, los que nunca tuvimos la menor duda que siempre estuvo en peligro un estallido sobre Israel, con franqueza sabemos que estaremos en minoría intelectual ante el mundo. Solo por la cantidad de judíos en el planeta 16 millones y 1.500 millones de musulmanes, simplemente esa relación asusta. El 1% versus un 99% que además vive en países donde nadie quiere reacciones (llámese atentados radicales del islamismo extremo). En verdad, esos 1.500 millones no son todos radicales, pero con un poco de alienación de algunos de ellos alcanza y sobra. Pruebas a la vista. Ya nadie podrá decir que era invento la preocupación israelí. Que nadie se atreva más.
Por cierto, nada de esto significa negar al pueblo palestino su identidad, ellos lo merecen todo también. No así los terroristas que al librar una guerra alienante creen que ganan el cielo matando gente. Es muy difícil así. Pero es lo que habrá que superar. No queda otra opción. No hay otra opción.