Opinión | ¿Quién te inspira en esta vida?

“No me importa de dónde vienen, solo me interesa a donde van”

Washington Abdala
Cabeza de Turco.

El tema es siempre el mismo: la “inspiración” que genera alguna gente. Eso es todo. La vida se resume a personas que a uno lo movilizan y las otras. Las que nos movilizan son por asuntos que no siempre alcanzamos a comprender del todo. O comprendemos a medias. Lo emocional, lo intuitivo y la percepción se antepone a todo. Debo estar alienando, pero creo que cada vez es más lo que anda por la vuelta a nivel de percepción que lo racional y lógico. ¿No les pasa que tienen química con gente y no se entiende la razón? ¿Que hay personas que ni poniendo buena voluntad uno se puede sentir a gusto con ellas? ¿No les acontece que mientras están viviendo “momentos” hay como una charla mental que va informando de eso vivido y nos va diciendo que fulano es piola o que mengano es un penal del que hay que rajar? ¿No me vengan con el cuento que eso no les pasa? ¿Y cuando no le creemos a alguien? ¿Y a otras personas les creemos todo de una? ¡Qué raro es todo esto! ¡Y cómo nos confundimos con la gente!

Me fascina encontrar gente que inspira, que motiva, que le pone ganas a la vida. No me importa de dónde vienen, solo me interesa a donde van. Por suerte para mí pude romper algunos de mis estúpidos dogmatismos, no fue un viaje fácil, pero llegué a cierto punto de libertad interior. Quizás tuve suerte, no lo sé.

Los que inspiran, a veces, ni ellos saben lo que nos inoculan con sus formas de ser. Se trata de encontrarlos y estar atentos a sus líneas de actuación. Y escudriñarlos para ver cómo milonga logran esa magia. Se aprende de la buena gente, solo de ellos nos nutrimos a largo plazo. Los perros malos solo mueren en las esquinas con otro más malo que los percute.

No sé las veces que he leído y visto el discurso de Martin Luther King: “Yo tengo un sueño”. Lo usé para mis clases de universidad durante décadas, lo drené, le saqué todo el jugo posible. Y hacía una picardía: lo anteponía al discurso de dictadores y genocidas. Y todo para mostrar cómo en la vida no hay chance de estar del lado equivocado. O de un lado o del otro, mijito. Y me fascinaba (aún me fascina) interrogar a mentes frescas sobre lo que habían visto y cómo podían decodificar las imágenes. Obvio, se narra lo mejor que se puede la historia, pero se deja pensar libremente al estudiante para que con la evidencia empírica vaya sacando sus conclusiones. No sé la cantidad de chiquilines que vi emocionarse ante ese discurso, era un deleite ver cómo lo positivo siempre arrincona a lo pérfido de manera perfecta. Repito: de manera perfecta.

Las vidas sin compromiso por las buenas causas no son vidas, son pasantías. Y ojo, no se trata de ser Demóstenes, cada uno puede en su baldosa mejorar al mundo. Listo el pollo. Eso es lo que hay que comprender. No es tan difícil. Cada uno sabrá cómo vivirla. En tiempos de posverdad, de posmodernismo, de hedonismo extremo, de deconstrucción (pobre Derrida) saber que se tiene que “servir” a los demás, en algún nivel, en algún grado, en algo, es imprescindible.

En esta época de mi vida entiendo el regalo que es estar por acá. Me pasa que valorizo asuntos que antes ni bola. Me pasa que me doy cuenta al toque quien va por la suya y quien le pone el alma para remar por otros y mejor la perinola. Me pasa, como les debe pasar a ustedes.

Y cada vez más me gusta la gente que hace cosas por la gente sin bandera, sin hacer bochinche. El día que me vendiste tu “buenismo” fuiste, no es así la cosa. Buen domingo.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar