Opinión | ¿Usted sabe lo que es pensar la vida?

“No le haga caso a gente como yo que le sugiere ideas”

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Washington Abdala

¿Lo ha hecho alguna vez? ¿Ha pretendido que sus hijos la piensen?

Lo primero en este asunto de pensar su vida: ¿Es la que quiere? Va respuesta: sí, es la que tiene, no piense que le habría gustado ser Lionel Messi o Vittorio Gassman. Es la que le tocó, sea feliz con eso. No sea complicado. Si usted está feliz, los que están cerca suyo (hijos, amigos, barra) sabrán eso y ya vamos ganando 1 a 0. Si quiere cambiar algo, hágalo, nada demasiado dramático en la existencia, no haga locuras, no sea mala gente, no sea estorbo, sepa su lugar y deje que todo fluya (esto suena Paulo Coelho, pero es así).

Lo segundo, sepa querer y amar a los que el destino, o usted mismo o misma, tiene por delante. No complique con caprichos y con su presencia vedeteril (no se sienta Moria). Nadie es imprescindible, más bien todos somos prescindibles. Va otra: lo que es, es y lo que no, por algo no es. Punto. No se estrese, la gente seguirá por allí haciendo pillerías, no se sume, sepa marcar distancia con los bobos, vanidosos y trepadores. Esos al final no los banca nadie. Bórrese.

Lo tercero, diga todo lo que tenga que decir, no se maree con “mostrar”, sea, viva y bébase algo en su propio nombre. (Refresco o espirituoso). No crea que su existencia cambia el destino de la humanidad, no sea absurdo, nadie cambia solo nada y todos cambiamos todo. ¿Me entiende? Ah, y a sus hijos, no los torture con prédicas y peroratas moralinescas: ellos aprenderán más de usted por lo que de veras “es”, que por lo que les “dice”. Así que no se excite demasiado, ellos están tomando apuntes desde que los trajo a la tierra. Ahora no quiera ser Cicerón con clases magistrales. ¡No moleste haga el favor! Todo el mundo tiene calado a todo el mundo. En seguida nos damos cuenta de quien es quien, quien aporta o quien ama que lo amen y busca el aplauso berreta.

Lo cuarto, no le haga caso a gente como yo que sugiere ideas. Nadie sabe nada definitivo, todos interpretamos cosas, asuntos, menudencias que creemos son las que importan y andamos tirando pelotazos por la vida por lo que leímos y vivimos. (Somos gente de cuidado). A mí me gustaría que algún lector me dijera: que útil eso que escribiste turco, que bien que me hizo, justo me calzó bárbaro. No, no es así. No espere nada, no pida nada y solo cuando le soliciten opinión, entonces, tampoco la brinde porque si hay dos personas adelante es un mundo. Solo en un mano a mano se hablan ciertas cosas y con elegancia. Pero no sea cínico: todos aprendimos a detectar a gente que engaña y dice falsedades. (Lleno de crápulas.)

Lo quinto, no sea adicto a nada, a nada. Todo: zafando. La gente no lo dice, pero se engancha con alcohol, falopas, timbas y amistades tóxicas. Nada, no se enganche, lo que no quiere decir no beber o jugar al cinco de oro. Lo que le afirmo es “no depender” de nada para ir por detrás de la dopamina maldita. Mire al mundo y lo verá loco detrás de esto. Usted luche contra eso, no se lo diga a la humanidad porque están casi todos derrapando, pero raje de esa alienación, pero raje en serio. Nadie depende ni del vino, ni de la droga, ni del deporte para ser feliz. Pero aplique todo con moderación como decía mi abuela.

Y por último colorín, colorado (sin comentarios) este cuento se ha acabado. Sepa que tuvimos una suerte fenomenal, estamos acá, la peleamos y nos reinventamos siempre los humanos. No se entregue por nada del mundo, siga hasta el último minuto haciendo el bien, ayudando, contribuyendo (no creyendo que es Gardel).

Y listo. Y coma galletitas Bridge. Esa gente inventó la perdición.

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