Por: Andrés López Reilly
Hace menos de dos meses, Ozzy Osbourne sorprendió a sus fans con la noticia de su retiro de los shows multitudinarios. El cantante publicó un comunicado a través de sus redes sociales en donde afirmaba que por razones de salud ya no podía continuar con las giras mundiales. Las últimas fotos y entrevistas suyas que se han conocido parecen confirmar que el “príncipe de la tinieblas” ya no está para grandes trotes: se lo ha visto caminando con bastón, con mucha dificultad. Y con problemas para estructurar frases, como le pasaba a Maradona en sus peores épocas.
“Mi voz de cantante está bien. Sin embargo, después de tres operaciones, tratamientos con células madre, interminables sesiones de fisioterapia y, más recientemente, el innovador tratamiento cibernético (HAL), mi cuerpo sigue estando físicamente débil”, comentó el cantante. Por este motivo tuvo que cancelar la última fase de su gira No More Tours II, la cual pretendía iniciar en mayo junto a la mítica Judas Priest.
Nadie es inmortal, aunque Ozzy (74) siempre haya querido dar esa imagen, alimentando las fantasías de los pactos entre rockeros y el demonio. Pero el británico está dispuesto a seguir dando pelea: en una entrevista más reciente, dejó entreabierta la posibilidad de volver a cantar en vivo.
En una charla durante su programa Ozzy’s Boneyard de SiriusXM, declaró: “Ahora mismo no puedo reservar giras porque no creo que pueda llevarlas a cabo. Pero no me estoy muriendo, carajo”. Luego agregó que está esperando que sus médicos le enciendan la luz verde para seguir haciendo de las suyas. “Lo único que me hace seguir adelante es grabar discos. Pero no puedo hacerlo para siempre”, sentenció.
Según la revista Rolling Stone, el intérprete de clásicos del heavy metal y el hard rock como Mr. Crowley y Crazy Train viene batallando con el Parkinson desde hace dos décadas, aunque recién hizo público su diagnóstico hace tres años. Adicionalmente, el año pasado se sometió a una cirugía delicada para retirar y realinear clavos en el cuello y la espalda. La operación fue un éxito, pero la recuperación lenta y delicada. Y aunque lo aisló temporalmente de los escenarios, no le impidió presentar, en septiembre pasado, su último disco Patient Number 9.
SEXO, DROGAS Y ROCK AND ROLL. Ozzy Osbourne representa como pocos el trinomio básico y fundamental de los rockeros que triunfaban en los 60 y los 70. Algunos creen que, con sus excesos, es un milagro que esté vivo. Pero también han dicho lo mismo de Keith Richards, el guitarrista de los Rolling Stones, quien sigue desgreñando acordes junto a la banda más longeva del planeta.
Sus comienzos en la música datan de finales de los 60, cuando formó junto a Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward el grupo Black Sabbath, para muchos, el que sentó las bases del Heavy Metal. Tras el álbum de 1978 Never Say Die, Osbourne fue despedido por sus compañeros y tuvo que encontrar la forma de seguir adelante por sus propios medios. La verdad es que le fue muy bien: su carrera como solista ha sido monumental.
Con el apoyo de su esposa y mánager Sharon, decidió montar un nuevo grupo; reclutó al virtuoso guitarrista Randy Rhoads, al bajista Bob Daisley y al baterista Lee Kerslake, con quienes formó The Blizzard Of Oz. En 1981 vio la luz el primer sencillo de este nuevo proyecto de Osbourne, con el título Blizzard Of Oz, y con un estilo muy parecido al de Black Sabbath, tanto en las letras como en la música.
Crazy Train, uno de sus cortes, ayudó a que el disco trepara hasta la décimo segunda posición de las listas británicas, y lo dejó en la puerta del top 20 norteamericano. También mostró al mundo la creatividad del guitarrista Randy Rhoads, cuya vida terminó prematuramente en un accidente aéreo (que sumió a Osbourne en una profunda depresión y lo mantuvo alejado un tiempo de los conciertos). Otros virtuosos de las seis cuerdas lo acompañarán después, como Jake E. Lee y Zakk Wylde, quien ha tocado como solista en Montevideo y con quien se presentó en Argentina hace algunos años.
Su segundo disco, Diary of a Madman, de 1981 vendió más que su predecesor y penetró con fuerza en las listas estadounidenses. Por aquellos años tuvo lugar una de las más famosas anécdotas de su carrera: cuando estaba actuando, un fan le lanzó un murciélago al escenario y Ozzy le arrancó la cabeza de una mordida pensando que era de goma. El show tuvo que suspenderse para trasladarlo a un hospital, donde fue vacunado contra la rabia. Desde ese momento, su fama no paró de crecer.
Luego de haber sacado muchos discos, acumulado incontables millas con giras por el mundo e incluso de haber protagonizado un exitoso reality show en el que mostró la intimidad de su familia y su hogar (The Osbournes, emitido por MTV), Ozzy vive hoy en un semirretiro. Pagando con su salud el precio de una vida de excesos, pero sin dejar de ilusionar a sus fans con la posibilidad de volver a pisar un escenario.
Con Black Sabbath y Randy Rohads
Ozzy Osbourne formó parte de Black Sabbath en los años en los que la banda británica puso los cimientos de lo que luego se conoció como Heavy Metal.
El cantante siempre ha tocado junto a grandes guitarristas, como el caso de Randy Rhoads (foto), quien murió prematuramente, a los 25 años, en un accidente aéreo. La pérdida de su amigo sumió a Ozzy en una profunda depresión.
Locuras de un rockero inmaduro
A finales de los 60 el joven Ozzy de 18 años pasó tres meses tras las rejas por un robo. Su cómplice le había dicho que utilizara guantes para hacerlo. Y él llevó un par… ¡sin dedos! Sus huellas dactilares quedaron por todos lados. Ozzy se quedó en prisión porque su padre se negó a pagar la fianza.
No pudo haber una gira de mayores excesos que una con Mötley Crüe y Ozzy Osbourne juntos. Una vez, estando todos borrachos y drogados, vieron una línea de hormigas caminando hacia una planta. Ozzy les dijo “¿así que ya inhalaron mucha cocaína y se sienten muy hombres?”, y procedió a esnifar toda la fila de hormigas en un santiamén.
En su juventud, Ozzy Osbourne y su entonces esposa Thelma, solían ser visitados por un pastor de la Iglesia a la que pertenecían. En una de esas visitas, Thelma le sirvió al sacerdote un pedazo de torta sin saber que antes Ozzy lo había rociado con un potentísimo polvo de hashish que había conseguido de Afganistán. De inmediato el pastor se desmayó. Dicen que luego estuvo tres días alucinando y que cuando regresó a la normalidad no recordaba nada de lo que le había sucedido.