TENDENCIAS
Natalia Jinchuk publicó En Flor, un libro que condensa historia, actualidad y consejos para poder llenar los floreros y no morir en el intento.
Este, En Flor (Grijalbo, 2021) es un libro que nació por una conjunción de motivos. Primero, la devoción a la belleza. Natalia Jinchukes licenciada en Comunicación y ha dedicado su profesión a la moda, la cultura, el arte, las tendencias, a apreciar, observar y comentar lo bello. Después, estuvo la intuición y el impacto. Un viaje a Estocolmo la hizo mirar con otros ojos el vínculo entre las personas y las flores. “El nivel de una ciudad que vive muchos meses con poca luz en invierno pero que está repleta de puestos de flores y la gente las compra, camina con sus ramos”, dice en una entrevista con Revista Domingo. Por último, la curiosidad de saber qué pasaba acá, en Uruguay, con las flores y la floricultura y las florerías.
Así nació En Flor, un libro en el que Natalia trabajó por alrededor de un año junto al fotógrafo Francisco Supervielle y la florista Mercedes Lallane. Esta nota es un acercamiento a esa publicación curiosa y bella, así como una guía de primeros pasos con las flores que luego se pueden profundizar con la lectura.
¿Por qué decir que sí a las flores frescas en casa? Mercedes -diseñadora textil, estilista y florista-, desde su local La Florería, hace su “lucha” para que este gusto se convierta cada vez más en un hábito para los uruguayos. “Mi proyecto se basó en eso, en acercar las flores a la vida diaria, ordinaria, hogareña, de todos. Mover las flores del lugar tan especial o de ocasiones tan especiales o tan solemnes con las cuales están relacionadas en nuestro país, y transmitir un poco la idea de que todos somos merecedores de flores. De que la presencia de un arreglo, de una flor, de la naturaleza dentro de nuestro hogar es algo que realmente tiene un beneficio enorme. Son transformadoras de las emociones”.
Cómo elegirlas
“Vengo de una casa donde mi madre tampoco es una experta en el tema, pero siempre le pareció importante tener flores. Entonces crecí con esa noción, con esa idea. Es como las casas donde hay libros o no hay libros. En mi casa había libros y había flores. Entonces es como que de alguna manera lo incorporás, está presente. Siempre fui sensible a eso”, cuenta Natalia.
Sin embargo, fue en los últimos años que empezó a estar más presente en ese ritual de ir al puesto o a la florería, comprar un ramo y caminar a casa con las flores envueltas en un papel de diario. Al principio preguntaba el precio de “esas”. No se sabía los nombres ni cuánto iban a durar, así que iba directo a lo que la atrapaba por el color o la forma o el estilo.
“Y toda esa es información que a mí me pareció importante dársela a la gente que no sabe de flores. Porque es un libro que, obviamente, alguien que sepa mucho de flores puede disfrutar de la fotografía o de la historia, pero no va a encontrar información reveladora. Esto es información para la gente que, como yo, no sabía nada sobre el tema y, entonces, creo que al tener esa información y al saber cuál es la época de floración de tal o cual flor, o cuánto dura o en qué se tienen que fijar, también encontrás otro disfrute en eso”.
En el libro aparecen consejos para comprar y cuidar las flores. Para elegirlas, está escrito allí, hay que mirar las hojas: “Si están marchitas o si se las han quitado, es un signo de enfermedad y durarán menos en el florero”. Los pimpollos: si no han abierto, “son promesas de ramos más duraderos”. Usar el tacto: “Si su textura es suave o blanda, es una señal de que la flor ya está pasada”. Los tallos “deben estar firmes”. El clima: “Si compramos flores en la calle o en la feria, conviene observar si han estado expuestas al sol, a la lluvia o al viento”. Además de ferias y puestos, están las florerías, los mercados de flores, los viveros. Y ahora también la modalidad de floristas por Instagram.
La florista Mercedes recomienda que, para empezar a tener flores en casa, lo mejor es ir por las que corresponden a cada estación: los alelíes en invierno, las calas en primavera, las dalias de verano a otoño, por poner algunos ejemplos.
“Yo sin duda recomiendo que para quien quiere empezar a consumir flores, que sean de estación. Vayan viendo en el año, siguiendo lo que va saliendo de forma natural en nuestro país. Porque nosotros trabajamos muchísimo con flores importadas, que son hermosas y muy duraderas y realmente las necesitamos porque sin ellas no podríamos lograr el trabajo que hacemos, pero como experiencia personal para alguien que quiere empezar a tener flores en casa, yo diría que empezara cien por ciento eligiendo las flores de estación”, dice Mercedes.
Para los presupuestos ajustados, hay varias opciones. O los arreglos con una sola flor o ramos de variedades duraderas. Natalia habla sobre el resignificado que quiere darle al clavel -en Uruguay siempre asociada a los cementerios y la muerte- en su libro. “Y en realidad es una flor preciosa que además viene en pila de variedades de colores y texturas. Dura un montón, es bancadora, barata. Y por qué no la podemos mirar de otra manera”, comenta a Domingo.
En el libro, ella escribe: “El clavel es fácilmente cultivable y, por lo tanto, está tan disponible que a veces olvidamos su belleza (...) Es la flor nacional de España y está muy vinculada al carácter pasional del flamenco, pero también ha sido la estrella de la floricultura moderna durante siglos”.
Las siempre vivas -que pueden secarse colgadas desde el tallo- son otras flores que llegan a durar meses, incluso años.
Cómo cuidarlas
Para que las flores se mantengan no es solo cuestión de dejarlas en agua en un florero. No. Requieren un mínimo cuidado que en su libro, Natalia lo propone como un momento de disfrute. Una vez en casa y con tiempo, disponer las flores sobre una mesa, cortar los tallos en los puntos adecuados, armar el ramo para que quede bonito -el espiral, escribe Natalia, es el viejo truco conocido- ponerlas en agua y cuidar la zona de la casa que se elige; debe ser ventilada y fresca. Después, cada tipo de flor requiere sus propios pasos de mantenimiento, pero, en general, hay que mantener el agua limpia, volver a cortar los tallos cada tanto y otra serie de trucos que ayudan: azúcar o hipoclorito en el agua, por ejemplo. Una vez que se descartan, dice Mercedes, se pueden compostar para, así, generar menos residuos tóxicos contaminantes.
¿Por qué decir que sí a las flores frescas en casa? Natalia escribe sobre el poder que genera el caminar con un ramo por la calle: “Hagan el experimento: compren un ramo de flores para regalar o para llevar a casa y caminen, si el tiempo acompaña, unas cuadras con ese ramo en la mano. Observen cómo se perciben y, sobre todo, observen las reacciones de la gente en la calle cuando los ven pasar. Es una sensación casi adictiva”.
Historia
Aunque el consumo de flores en Uruguay está asociado a la inmigración europea, la floricultura tiene más que ver con los japoneses que llegaron entre finales del siglo XIX y los años 30 del siglo XX y adoptaron el oficio. Así lo explica Natalia Jinchuk en uno de los primeros capítulos del libro. Para trabajar con las flores (mayormente claveles y crisantemos), escribe, no necesitaban el idioma ni capital previo.
La floricultura en Uruguay
En un principio fue tejiendo el libro sin incluir a los floricultores actuales. Sin embargo, se dijo a sí misma: “Las flores no nacen de los tachos”, y así conoció a quienes hoy en día mantienen el oficio vivo. Las plantaciones y los mercados también aparecen al inicio de la publicación, donde figura, también, José Mujica. “Las flores me dieron de comer (...) para mí no es una cuestión poética”.
Uruguay: rescatar un hábito perdido
Mercedes observa que “el vínculo del uruguayo con las flores está un poco dividido y sobre todo prevalece el sentimiento nostálgico que implica el recuerdo de una flor, un aroma (...) Falta un poco de cultura, hay rechazo y no aceptación de la posibilidad de tener flores, como si fuera un lujo ostentoso. Hay gente que no le encuentra la poesía. Creo que esos prejuicios se rompen una vez que se vive la experiencia de tener un ramo”.