Piedras Blancas, barrio con pasado ilustre y vecinos decididos a rescatar su memoria más allá de la crónica roja

Detrás del estigma que rodea a Piedras Blancas, se ocultan historias de un barrio que fue epicentro político y cultural de Uruguay. Hoy, sus vecinos se movilizan para recuperar ese pasado y proyectarlo hacia el futuro

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Entrada principal a Quinta de Batlle y Ordóñez

“Me dicen que vivo en una zona rural y yo contesto que vivo en un barrio presidencial. El mejor presidente de Uruguay vivió acá. Pocos lo saben”, bromea Evana Ortiz sobre el vecino más ilustre de Piedras Blancas: José Batlle y Ordóñez y su familia. El dos veces presidente de la República no solo vivió en el barrio, donde su casa quinta hoy es un museo, sino que gobernó desde allí para pasar más tiempo con su hija Ana Amalia, enferma de tuberculosis. Esta presencia no solo puso en el mapa de Montevideo a este barrio alejado de la Ciudad Vieja, sino que hizo que fuera visitado por políticos , empresarios, artistas y los más variados personajes de la época: desde Roald Amundsen, el noruego que fue el primero en llegar al Polo Sur, al aviador italiano Bartolomeo Cattaneo, quien aterrizó en la propia quinta.

No obstante, es probable que usted conozca a Piedras Blancas por otras cosas que no son la emblemática Quinta de Batlle, sus viejos viñedos, granjas y saladeros, ni por su actual empuje de estudiantes que organizan recorridos turísticos históricos o por su club femenino de rugby. Tampoco por los esfuerzos de vecinos que trabajan para recuperar el patrimonio histórico y cultural que se ha perdido entre los titulares de la crónica policial. “Queremos rescatar la identidad del barrio. El barrio no es solo delincuencia. Es un barrio con un legado”, dice Ortiz, integrante de Activá Piedras Blancas.

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Mapa de Piedras Blancas

Un paseo por la historia.

Pablo Pierrotti es nieto de los primeros migrantes italianos que se instalaron en Piedras Blancas en la década de 1950, una época en la que todavía conservaba el paisaje de las quintas. “Viví toda mi vida en el barrio pero no sabía que de chico jugaba al fútbol en los campos que habían pertenecido a José Batlle y Ordóñez”, relata entre risas.

Su despiste es algo común entre los vecinos actuales, sobre todo entre las nuevas generaciones. Por eso, en 2018 propuso en el Liceo N° 67 (ubicado en Zelmar Ricceto y Teniente Rinaldi) —donde es profesor de geografía— un taller de turismo educativo para “generar un contacto entre los chiquilines con la realidad” y salir “al rescate” de la historia de Piedras Blancas.

La iniciativa sigue firme hasta ahora y ofrece recorridos guiados los fines de semana y durante el Día del Patrimonio —con vestimenta de época y todo— y charlas en escuelas de zonas aledañas. Al principio, solo llegaban vecinos curiosos; ahora reciben visitas de varios puntos de la ciudad e incluso de extranjeros. “Estudiamos, aprendemos y contamos muchísimas cosas”, asegura.

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Caminatour Piedras Blancas

Esta actividad ha significado para muchos de los alumnos conocer por primera vez la sede local del Museo Histórico o la Biblioteca José Batlle y Ordóñez, que se encuentra en el lugar que algún día fue la entrada a la casa quinta del expresidente, aunque vivieran a pocas cuadras de allí, o saber que también cerquita funcionó algún día un cine al que iban sus abuelos o padres. También ha motivado largas charlas con familiares y con vecinos. “El año pasado, un chico se quedó impactado con la historia de que José Batlle y Ordóñez y Matilde Pacheco dormían en cuartos separados e hizo el cuento en el caminatour, manejando un vocabulario que no lo ves (entre sus pares) porque hay carencias brutales. Luego me dijo que (el taller) fue lo mejor que le pasó en la vida. Casi me pongo a llorar. Ese chiquilín encontró su espacio”, relata.

¿Cuál es el recorrido? El punto de partida es General Flores y Belloni. De ahí se para en Capitán Tula y Belloni, donde en la plaza se pueden ver algunas de las piedras de cuarzo blanco que le dieron nombre al barrio y servían como referencia para ir hacia Maldonado; en Belloni y Buyo, donde se habla de la terminal de destino del tranvía 17; en la biblioteca, en Belloni y Matilde Pacheco; en la Escuela N° 119 Campamento, llamada así por los campamentos de las tropas de Manuel Oribe durante la Guerra Grande en la zona y que fue la primera escuela del barrio (inaugurada en 1911 como escuela rural); en el antiguo Cine Piedras Blancas, en Belloni y Dunant; en el lugar donde fue asesinado Walter Medina durante la dictadura; donde funcionó la antigua plaza N° 4 y donde luego funcionaría el local del Club Ciclista de Maroñas.

Las últimas paradas son la llamada “Casa de los Muchachos” y la antigua casa de la familia Batlle Pacheco, que ofrece visitas gratuitas. La Casa de los Muchachos —hoy parte del jardín de infantes N° 381— era la residencia en la que vivían los hijos y sobrinos varones del matrimonio y queda a unos cuantos metros de la vivienda principal. Pierrotti vivía prácticamente al lado y se enteró ya de adulto quiénes habían sido sus ilustres habitantes.

Durante el paseo se cuentan historias sobre el Saladero de Legris, sobre el pasado de la aviación militar en el barrio o que por la actual Belloni pasaba el famoso“tren de los patos”, aquel que traía a los que habían perdido su dinero en el Hipódromo de Maroñas. “Como vivía José Batlle y Ordóñez en Piedras Blancas (desde aquí ejerció su segunda presidencia entre 1911 y 1915), aquí se hicieron los primeros viajes experimentales de ómnibus automotrices”, completa Pierrotti sobre la historia del transporte público en el barrio.

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Caminatour Piedras Blancas

Pero los cuentos no se acaban aquí. El profesor y sus alumnos también enseñan durante el recorrido que del otro lado de Belloni (antes Cuchilla Grande) se llamaba Buenos Aires, que la emblemática feria local tiene ahora cinco kilómetros de extensión y es uno “de los mercados a cielo abierto más grandes del país”, y que hubo un año en aquella primera escuela en el que faltaron muchísimos niños porque una plaga de langostas invadió los cultivos de sus familias y debían trabajar para combatirlas.

“Ahora se animan a venir de otros barrios al caminatour. Te dicen que escuchan que es zona roja o te preguntan por la policlínica de Capitán Tula porque la ven en las noticias, pero se van gratamente sorprendidos después de conocer toda la historia de Piedras Blancas”, cuenta Pierrotti. Para él y sus alumnos es una misión cumplida.

El Cine Piedras Blancas: un sueño.

Así como se hace en el recorrido a pie, vamos a detenerlos en el Cine Piedras Blancas. Desde la organización de Activá Piedras Blancas, creada por vecinos interesados en revalorizar la historia del barrio, se promueve la recuperación del edificio y su reapertura como centro cultural. “Nos pusimos el objetivo de juntar 5.000 firmas para generar ruido y nos encontramos que es un valor histórico y emocional del barrio”, dice Santiago Arbondo a Domingo.

Como ocurre con cualquier cine de antaño, este despierta muchos recuerdos sobre reuniones familiares, salidas de amigos y citas románticas; algunos de ellos son revelados en un documental que se realizó en el marco del proyecto “Cuenta la ciudad desde tu barrio”, por los 300 años de Montevideo.

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Cine Piedras Blancas en actividad

El cine estuvo activo entre 1929 y 1985. Así lo recuerda Evana Ortiz, integrante de Activá Piedras Blancas y concejala vecinal del Municipio F, quien llegó a conocerlo en los últimos años: “Las maestras repartían boletines que eran unas entradas gratis. No había día de las vacaciones de julio que no fuéramos. Era nuestro paseo”.

El edificio fue primero un centro cívico y cultural que fundó el vecino más ilustre del barrio. Luego pasó a manos del Partido Colorado, fue brevemente un baile por los 2000, más tarde ocupado y llevado hasta casi el abandono. Desde Activá Piedras Blancas se averiguó que el inmueble tiene una deuda de unos US$ 200.000 con la Intendencia de Montevideo y se trasladó el reclamo a un concejal municipal perteneciente al partido, pero no se ha avanzado en ninguna gestión. “Le escribimos a Ojeda por Twitter luego de las internas, pero no respondió”, ríe Arbondo. También se ha llevado el tema a la Junta Departamental.

El objetivo es que alguna institución pueda hacerse cargo de la recuperación del edificio para que quede disponible como un espacio para ofrecer talleres educativos para todas las edades, obras de teatro, ludoteca, cafetería o lo que se quiera hacer para el disfrute de los vecinos. En la mente de Arbondo y de su colega Noelia Fernández se visualiza algo parecido al Complejo SACUDE de Casavalle o el Complejo Cultural Crece Flor de Maroñas.

Ortiz precisa: “Necesitamos en el barrio algo que reúna a los jóvenes que no sea ni la droga ni la delincuencia. Los gurises están muy solos después de lo curricular si es que asisten al liceo”. El barrio también carece de un centro educativo que ofrezca bachillerato.

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Cine Piedras Blancas en la actualidad

Activá Piedras Blancas ha articulado diferentes instancias en sus pocos años de existencia para suplir la falta de oferta cultural y entretenimiento en la zona y en base al trabajo honorario de sus miembros. Por ejemplo, se han llevado obras de teatro al barrio, se han organizado distintos talleres, se ha compartido espacio con el proyecto Liberá Tu Bicicleta para la entrega gratuita y reparación de bicis y se han pintado murales con los alumnos de los liceos N° 39 y N° 67.

“Hicimos un festival y fueron 300 gurises. Y no pasó nada”, apunta Arbondo porque sabe que muchos piensan que allí no se puede salir a la calle por miedo a la inseguridad.

También se han hecho campañas de recolección de donaciones y ahora se está ayudando a reconstruir casas de vecinos que sufrieron daños por incendios. “Queremos reactivar el barrio de manera positiva, sacarnos el estigma de zona roja, de donde no se hace nada porque la gente no quiere. Esto no es así”, afirma Ortiz.

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Las Águilas, club de rugby femenino de Piedras Blancas
LAS ÁGUILAS: IDENTIDAD Y ESPERANZA

“Se puede pensar que es un barrio peligroso, un barrio donde no hay perspectiva o no hay servicios, pero nosotros les mostramos otra cara. Nosotros somos el cuadro del barrio”, afirma Federico Maritán, maestro de la Escuela N° 119 (ubicada en la calle César Batlle Pacheco) y uno de los coordinadores de Las Águilas Club de Rugby.

El equipo nació como un proyecto extracurricular de la institución y fue tal el compromiso mostrado por las niñas —siempre ha habido unos pocos varones inscriptos— que se constituyó pronto en un club. “Hoy es el equipo que tiene más chicas menores de 18 años federadas en Uruguay y en la región. Esto sucede en Piedras Blancas; no sucede en otro barrio”, agrega en diálogo con Domingo.

Recientemente, las jugadoras Valentina, Sofía, Megan, Melany y Sharon participaron de encuentros formativos con la Selección Femenina de Rugby (Las Teras).

La historia de Las Águilas es así: en 2018, Federico y Melina, su “compañera de vida” y también maestra en la Escuela N° 119, llevaban a un grupito de niños que se quedaban fuera de hora para jugar al rugby en una plaza de deportes en Manga, donde había un entrenador pagado por la Intendencia de Montevideo. La actividad prendió tanto entre las chiquilinas que estas comenzaron a reclamar más horas de entrenamiento y participar de encuentros juveniles. Al año siguiente se acordó con las familias que la actividad trascendería la escuela y pasaría a ser un club, cuyo nombre eligieron sus jugadores por votación. El primer entrenador fue Alam Bertacco, ex jugador de rugby y vecino del barrio. Dos años después fue absorbido por la Unión de Rugby del Uruguay.

“A la clase de sexto año le ofrecemos el rugby como propuesta de la escuela. Si te gustó, al año siguiente podés sumarte a Las Águilas. La escuela nutre a Las Águilas como el British nutre a Old Boys. Tenemos 40 gurisas de entre 12 y 19 años jugando al rugby. Algo impensado para Piedras Blancas”, cuenta con entusiasmo el maestro comunitario.

El año pasado, Las Águilas compitieron en Paraná y Santa Fe (Argentina); hace unos pocos fines de semana fueron por primera vez las anfitrionas de la fecha de los circuitos femeninos de juveniles y mayores (el Club Seminario les prestó la cancha) y a comienzos de setiembre viajarán a Punta del Este por un partido. Se financian con rifas y reciben un aporte de la Unión de Rugby del Uruguay. Tienen actividades todos los fines de semana. “Nos encontramos los domingos a las 7 en Belloni. No se puede faltar. Así también les generamos disciplina y compromiso”, enseña Federico.

El proyecto del club no se queda solo en la práctica de un deporte. También abarca la salud y la educación. En este sentido, Federico y Melina y otros colaboradores se encargan de que cada chica tenga al día los controles de salud correspondientes como exige un deporte federado. También se hace prevención de consumo de drogas.

Por otra parte, los adultos actúan como referentes ante las instituciones educativas de las jugadoras que provienen de las familias económica y/o socialmente más vulnerables.

“Nosotros las inscribimos en el liceo o las llevamos al liceo; si no tienen cuadernolas o mochilas, nosotros se las gestionamos”, añade.

Lo más importante para Federico es que Las Águilas logró “formar identidad” en un barrio de la periferia de Montevideo “donde es difícil construir” una propia cuando el resto de la ciudad solo visualiza que es un territorio peligroso e inseguro: “Las gurisas se sienten hinchas y es algo que no lo tuvieron que buscar afuera, lo encontraron en su barrio”.

Interesados en sumarse al equipo o en brindar su apoyo pueden comunicarse al teléfono 098 367 894 o al correo [email protected]. También tiene cuenta en Instagram: @rugby_las_aguilas; y cuenta en X: @AguilasCr.

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Quinta de Batlle y Ordóñez

Quinta de Batlle: testigo de la historia.

¿Y qué decir del epicentro de Piedras Blancas? El museo Quinta de Batlle bien merece una visita que, además, es gratuita. El expresidente compró la residencia en 1904 y prácticamente no le hizo reformas en el exterior, así que lo que se ve es casi idéntico a lo que se construyó alrededor de 1850. Hoy solo se conserva la casa principal y sus jardines —la Casa de los Muchachos no pertenece al Museo Histórico Nacional— del total de 36 hectáreas.

Gran parte del terreno fue fraccionado y vendido por sus hijos luego de su muerte, dando impulso al crecimiento poblacional del barrio.

En esa área se producía jugo de uva, pero de ese pasado comercial solo queda una estructura (también queda algo de un viejo invernáculo). Es que, si bien ahora la residencia está en proceso de restauración, se ha perdido mucho entre las décadas de 1980 y 1990. “La Casa de los Muchachos fue ocupada, al igual que la bodega. El museo llegó a estar rodeado de casas precarias. Pero nunca fue vandalizado. Siempre fue respetado”, cuenta Javier Royer, director del museo en diálogo con Domingo.

Dentro de la casa se puede conocer la sala de música, el patio central, el escritorio de José Batlle y Ordóñez, su dormitorio —ubicado al lado pues pareciera que fue un precursor del home office— y la habitación de su esposa; todos los espacios tienen el mobiliario original. Hay muchos detalles e historias interesantes, por ejemplo, que se cree que Ana Amalia fue velada (falleció a los 18 años) sobre el piano alemán que ella tocaba o que el escritorio del exmandatario tenía un timbre para llamar al personal de servicio y una llave de luz en la parte delantera porque allí había puesto un diván para descansar. También se puede ver varias prendas de vestir como una galera con el monograma JBO y un bolso de viajes con adhesivos de Venecia, Barcelona y Zurich. Las paredes están pintadas de blanco pero en su época estaban enteladas con colores más bien opacos y las ventanas vestían cortinas pesadas. “Comparada con otras casas (del estilo), es bastante austera”, señala Royer. Se prevé restaurar la sala de té, la antecocina, la cocina y los baños.

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Escritorio de José Batlle y Ordóñez

La Quinta de Batlle está abierta a la comunidad y allí funciona una huerta con un club de niños de la zona y reciben visitas de adultos mayores a través del programa de turismo social de la Intendencia de Montevideo. También se presta su espacio para actividades en coordinación con Activá Piedras Blancas. En Halloween se ofrece la “visita misteriosa” para recorrer el sótano y se relatan algunos cuentos que se dicen por el barrio: que el piano suena solo o que se ve a una niña o mujer en las ventanas. Royer asegura que él no ha visto nada pero nunca se sabe.

Federico Maritán, maestro comunitario de la Escuela N° 119 y coordinador de Las Águilas Club de Rugby, resume así el devenir del barrio: “Es mucho más que un barrio estigmatizado por la crónica roja. Tiene un gran valor patrimonial que quedó opacado”. Él, así como muchos vecinos de los aquí consultados, sienten la responsabilidad de mantener viva la memoria del que un día fue “el epicentro político de Uruguay” y que hoy es el lugar donde “muchos construyen sus sueños”.

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Dormitorio de José Batlle y Ordóñez
HECHOS DE LA HISTORIA RECIENTE

“Somos un barrio con memoria”, dice Noelia Fernández, uno de los miembros fundadores de Activá Piedras Blancas. La frase se aplica a la memoria histórica y la revalorización del patrimonio, pero también a la historia reciente. Desde la asociación de vecinos se organizó junto al museo Quinta de Batlle una actividad de reflexión a propósito de los 50 años del golpe de Estado y la instalación de una fotogalería sobre los vecinos del barrio desaparecidos y asesinados durante la dictadura.

Uno de ellos fue Walter Medina, quien a sus 16 años militaba en la Juventud Socialista del Uruguay, iba al Liceo N° 17 y ayudaba a su padre con la venta de diarios. La noche del domingo 8 de julio de 1973 recibió un disparo por la espalda mientras pintaba la consigna “consulta popular” en un muro. El barrio también perdió a Bernardo Arnone, quien trabajaba en la metalúrgica Fagosa y era responsable del Club San Cono de Baby Fútbol. Fue secuestrado en un operativo en el marco del Plan Cóndor en Buenos Aires; continúa desaparecido. Mismo destino tuvo Félix Ortiz, quien a los 20 años había empezado a trabajar en la famosa Casa Soler. Existe información que fue llevado al centro clandestino de detención La Tablada en setiembre de 1981. Continúa desaparecido.

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