SALUD
La disciplina mejora la fortaleza muscular, reduce el dolor crónico y alivia la ansiedad, pero no sirve para adelgazar
Tiene prestigio y buena prensa. Ha llegado a nuestros días como el método Pilates, pero en sus orígenes hace casi un siglo, su creador, Joseph Pilates, lo nombró contrología, y lo concibió como la ciencia y el arte del control voluntario de la mente sobre el resto de las estructuras corporales, incluyendo los órganos y las vísceras. Una práctica que tenía entre sus grandes virtudes la capacidad de beneficiar a todos: hombres, mujeres, ancianos, embarazadas, personas lesionadas y que las madres podían practicar con su bebé.
Se diría que el pilates no tiene adeptos o practicantes, sino militantes. El que conecta con el método (algo que los expertos consultados para este reportaje aseguran que no sucede antes de los seis meses de práctica y aprendizaje) no suele aceptar críticas ni enmiendas. Sus devotos son fieles a un entrenamiento de resistencia con pesos bajos que fortalece los músculos centrales alrededor de la columna vertebral y hace desaparecer casi inmediatamente dolores tan complicados de tratar como los de espalda.
Varias investigaciones científicas respaldan el prestigio de este método y sus beneficios para la salud. Se ha demostrado que mejora la fortaleza y flexibilidad de la musculatura, reduce el dolor crónico y alivia la ansiedad y la depresión.
Contra todo pronóstico, hace unos años se empezó a vaticinar el Pilatespocalypse (una palabra que designa un hipotético apocalipsis del pilates). Dicha teoría sostenía que las clases se estaban quedando vacías ante el avance de disciplinas con más cardio y diversión como la zumba o el Cross Fit. Pero los días de confinamiento pusieron otra vez al pilates entre las prácticas preferidas, gracias a su eficacia para conectar con armonía el cuerpo y la mente.
Sin embargo, entre el método clásico, creado a principios del siglo pasado, y lo que se practica en muchos estudios y gimnasios, hay cierta distancia marcada por la escuela donde se hayan formado los profesores y los avances de la biomecánica que han puesto en duda algunos de sus ejercicios más icónicos.
“El pilates ha ido evolucionando, su fundador no era médico”, recuerda Diego Jerez, entrenador personal independiente. Joseph Pilates era alemán, gimnasta y amante del boxeo, se sabe que trabajó en un circo y entrenó a agentes de Scotland Yard. Tras sobrevivir a la guerra y emigrar a Estados Unidos, publicó en 1934 Tu salud: Un sistema correctivo de ejercicio que revoluciona todo el campo de la Educación Física, un libro de poco más de 60 páginas que se considera el manifiesto del método Pilates.
“Aquella escuela clásica pedía a los practicantes que mantuvieran la columna vertebral recta, sin respetar la curvatura natural, por eso en muchos ejercicios hay que intentar pegar la columna al suelo, lo cual genera compresión en la zona”, dice Jerez, que ha enseñado pilates desde hace cinco años en varios centros de Madrid. “Hoy se sabe que la zona lumbar tiene la misión de dar estabilidad y es un punto de transmisión de fuerza. Hay muchos ejercicios del pilates clásico que añaden movimiento y rotación a esa zona y con las repeticiones pueden ocasionar lesiones”.
“Joseph Pilates hizo lo que pudo con lo que se sabía en su época y la mayoría de sus posturas han envejecido bien, otras no. La ciencia ha demostrado que la columna no está diseñada para moverse demasiado, y las posturas que suponían una sobremovilización de la zona lumbar se han ido adaptando”, explica Alberto Segovia y profesor de pilates.
Elena Briceño lleva 17 años enseñando pilates, viene del mundo de la danza y pone el acento en un dato: en la época en que Joseph Pilates creó su rutina de ejercicios, nuestras vidas eran menos sedentarias. “En el método clásico se trabajaba basculando la cadera, unas posturas que generan un acortamiento del psoas, un músculo que ya tenemos más corto por las horas que pasamos sentados”.
Uno de los peligros que siempre ha rondado al pilates es la muerte de éxito. Los que se apuntan a su práctica en ocasiones llegan con expectativas demasiado altas o erróneas. Y no, el pilates no sirve para todo. “No es un ejercicio cardiovascular y la grasa se quema de manera global en todo el cuerpo, de manera que uno de los objetivos más buscados, el six pack, que además exige un ajuste de la dieta, no se va a conseguir”, opina Jerez.
“El pilates te enseña algo mucho más importante: las normas de uso de tu cuerpo, pero no sirve para adelgazar ni para tener un vientre plano”, añade. “El que aprende a mover su cuerpo podrá sentarse en el suelo a jugar con sus nietos a los 80 años, el que no, se lesionará a los 40. Si con el pilates se obtienen resultados estéticos, es porque lo sano es bello, es una consecuencia, pero no el objetivo de la práctica”, asegura Segovia.