Playas uruguayas conservan caracoles y almejas de 5.000 años; ¿cómo identificarlos?

Las conchillas antiguas y modernas aparecen mezcladas en la orilla; experto enseña lo que hay que buscar para observar tesoros paleontológicos.

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caracoles playa
El Pais SA

Sergio Martínez da una imagen que seguro cambiará su visión de las playas: “Es una especie de cementerio natural”. Los caracolitos y almejas que pisa en la orilla, entre los que busca aquellos con las formas y colores más bonitos para llevarse a su casa, forman parte de yacimientos de fósiles. Al igual que un cementerio para humanos, este lugar preserva moluscos de distintas generaciones, incluso ejemplares que murieron hace 5.000 años o más.

¿Cómo usted puede saber si el caracol que acaba de recoger es un tesoro paleontológico o deberá esperar algunos cientos de años para presumirlo? Este paleontólogo y su colega Alejandra Rojas, ambos investigadores de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República y de Pedeciba Geociencias, han analizado decenas de muestras para dar la respuesta.

Hay varias posibilidades. La más fácil de identificar es el color secundario de las conchillas, dado que han perdido su tinte original (si todavía lo tienen es que su fecha de defunción es bastante reciente). Este depende de las condiciones químicas del ambiente y requiere de miles de años para “teñir permanentemente” las conchillas. En un paseo usted reconocerá tres tipos de colores: blancas, amarillentas-marrones y grises-negras. Gracias a estudios de Carbono 14, por los que se puede datar la edad del fósil, se determinó que las amarillentas-marrones y las grises-negras son antiguas —“consistentemente tienen más de mil años”— y no cabe duda al respecto. Pero si es una blanca puede corresponder tanto a un animal que murió relativamente hace poco (de meses hasta un siglo) a uno que lo hizo hace cientos o miles de años.

Otro dato: aunque las conchillas parezcan todas iguales, usted puede encontrar varias especies. Las más abundantes son Mactra isabelleana —la clásica, de alargada a circular— y Mactra guidoi —alargada con borde sinuoso—.

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Mactra isabelleana

Los investigadores encontraron que todas las conchillas blancas de Mactra isabellena encontradas en la playa Brava de Punta del Este —sitio estudiado— eran contemporáneas pero las blancas de Mactra guidoi revelaron una datación que osciló entre 0 a casi 3.000 años. Entre las amarillas, sin importar la especie, los fósiles superaban los mil años de antigüedad; las más viejas rondaban los 2.500 años. Entre las grises aparecieron las más antiguas: entre 1.200 y 3.000 años.

Pero tenga cuidado, si está buscando un caracol viejo, no elija un Rapana venosa —de unos ocho centímetros de largo, con bandas de color marrón a marrón pálido por fuera y bandas de color naranja por dentro— porque no tendrá más de 25 años (aunque Martínez y Rojas encontraron ejemplares con un promedio de siete años). Esta especie invasora llegó entonces al país luego de un largo pero exitoso camino desde Asia y comiéndose a su paso bivalvos de interés económico como ostras, mejillones y almejas. Es más, no es ninguna buena noticia que usted lo encuentre en la playa. Respecto al estado de conservación, Martínez explica: “Sus restos prácticamente sufren los mismos procesos que los que tienen tres mil o cinco mil años”.

Distribución.

Otra forma de suponer la antigüedad de un molusco es analizar su ubicación. En las playas uruguayas se preservan yacimientos de fósiles del período Cuaternario, en especial moluscos marinos y estuarinos (donde se mezcla agua dulce y salada), que pueden corresponder desde el Pleistoceno Tardío (unos 130.000 años antes del presente) hasta el Holoceno (entre 7.000 a 1.500 años antes del presente). Los puntos de hallazgo se suceden a lo largo de la costa pero también desde el departamento de Río Negro hasta el borde de la Laguna Merín.

Esto se debe a que hace unos 10 mil años la costa no estaba donde está ahora: el conocido río “Paleo Paraná Uruguay” desembocaba en la plataforma continental y el mar se encontraba a varias decenas de metros por debajo de su nivel actual. Luego subió durante algunos milenios hasta que alcanzó su pico hace unos 6.000 años: cuatro metros más que ahora. Y luego comenzó a bajar. Esto, más cambios en la temperatura del agua y otras condiciones ambientales, provocaron extinciones de especies en la costa uruguaya. Por ejemplo, moluscos de aguas cálidas que solo son testigos del pasado local pero que siguen habitando la costa de Brasil.

Algo de esto sucedió con Anomalocardia flexuosa, cuyos ejemplares quedaron depositados bajo el mar y solo corresponden a la categoría de fósiles. Los paleontólogos encontraron un espécimen en Parque del Plata que el Carbono 14 reveló que tenía unos 6.600 años.

“Sabemos que en el fondo de nuestro mar y no a mucha profundidad existen vestigios de playas antiguas. Estas son la fuente de esas conchillas que están mezcladas entre las actuales. La moraleja de nuestro trabajo es esta: nosotros caminamos por la playa contemporánea pero no lo son todos sus componentes”, cuenta Martínez a Domingo.

Ahora sabe el secreto: si quiere parecer un experto la próxima vez que vaya a la playa, elija aquellos caracoles y almejas de tintes amarillos y marrones o grises y negros. Puede estar tocando algo que sobrevivió a varios milenios.

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