TECNOLOGÍA

Primer ciborg latinoamericano adquirió el sentido de un tiburón: percibe los campos magnéticos en su nuca

Esteban Celis es un artista chileno que lleva varios implantes; el principal es un chip que marca el norte.

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Esteban Celis
Marlene H. Echeverría

Una especie de brújula invisible ayuda a los tiburones a moverse por la inmensidad del océano. Se valen de los campos magnéticos de la Tierra para desplazarse. ¿Acaso un humano podría adquirir ese sentido? La experiencia de Esteban Celis indica que sí. Cada vez que gira hacia el norte siente pulsaciones en su cabeza que marcan el camino. Solo que la brújula no es invisible; es un dispositivo que lleva en la parte de atrás de su cabeza. Y es cuestión de posicionarse hacia el norte para que esos latidos le recorran la nuca.

A los 28 años, Esteban, un bibliotecólogo nacido en Chile, se convirtió en el primer ciborg de América Latina y, como tal, ha integrado tres dispositivos en su cuerpo —el llamado Locate Sense es el más avanzado— que le brindan percepciones no habituales en los humanos. No obstante, no se identifica como “transespecie” como lo han hecho Neil Harbisson —el primer ciborg oficial reconocido en el mundo por un gobierno y que porta una antena por la que escucha colores— o Manel De Aguas —que porta unas aletas en su cabeza que captan y transforman las condiciones del tiempo en sonidos—, sino que utiliza la tecnología para experimentar con el arte (ver recuadro). Dice que él es, ante todo, un artista, luego un ciborg. Un transespecie o transhumano, en cambio, es aquella persona que siente que su identidad no corresponde a la identidad de especie que se le ha dado al nacer.

“Como artistas ciborg nos inspiramos en el reino animal para dotarnos de uno de sus sentidos y aplicarlo en nosotros mismos a través de la tecnología. Me llamó mucho la atención que el tiburón tuviera este”, cuenta a Domingo sobre la capacidad de orientarse a través de los campos magnéticos del planeta Tierra.

Neil Harbisson

Neil Harbisson nació con la peculariedad de ver el mundo en blanco, gris y negro; una rareza llamada acromatopsia. Gracias a una antena implantada en su cráneo puede escuchar los colores y ver sonidos. Un sensor detecta el espectro de luz que hay frente a sus ojos y lo transmite en forma de sonido a través de un chip instalado en la parte posterior de su cabeza. Este convierte los colores en ondas sonoras. La forma correcta de describirlo es una vibración dentro del cráneo. Por esta incoporación tecnológica a su biología, Neil es el primer ciborg oficial reconocido en el mundo por un gobierno.

Manel De Aguas

En 2017, este artista español se colocó un chip en la nuca conectado a las orejas con unos “motores pequeñitos” que las hacían vibrar dependiendo del rango de presión atmosférica. En 2020 pudo implantarse unas aletas que se las colocó en incisiones entre la piel y el hueso del cráneo con un chip de conducción ósea. Manel percibe sonidos burbujeantes y crispantes que representan las variaciones de temperatura, humedad y presión atmosférica a lo largo del día porque él mismo es una “estación meteorológica”. Esos sonidos luego los transforma en música que, en este caso, se llama weather o ciborg music.

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Esteban Celis
Le monch

Las percepciones.

Antes de diseñar el Locate Sense con la ayuda de los técnicos del taller de robótica local Corporación Robot, Esteban se realizó dos implantes: en una mano lleva un bio imán y en la otra lleva un chip NFC (por la tecnología inalámbrica Near Field Communication). El primero puede hacer lo obvio: levantar pequeños objetos metálicos; aunque le interesa más que mediante él puede sentir campos magnéticos, por ejemplo, de sensores o maquinaria. “Al pasar cerca siento una vibración en la mano”, cuenta a Domingo desde Santiago de Chile. El segundo implante es un microchip similar al de una tarjeta del STM que permite múltiples usos (puede ser útil para almacenar datos o hasta para realizar pagos).

El Locate Sense es un chip dispuesto en una especie de vincha que es único en el mundo y que está programado para captar los campos magnéticos de la Tierra, además de la proximidad de personas a su espalda.

En esta primera fase de desarrollo, el chip produce pulsaciones cada vez que queda enfrentado al norte. Ese latido, por ahora, es siempre igual. En las últimas semanas Esteban se ha estado acostumbrando a este nueva percepción por la que se ha sentido al principio invadido y un tanto molesto. “La primera semana estuve con mucha jaqueca. No podía dormir porque tenía pulsaciones fantasma —se lo retira antes de ir a la cama para cargarlo mediante un cable USB—. Me acostaba e intentaba quedarme dormido y solo sentía pumpum pumpum pumpum...” como si fuera un corazón bombeando sangre, relata. Luego se acostumbró a ese estímulo que puede no cesar si camina o viaja en esa dirección. “Tengo todo el rato las pulsaciones en la cabeza”, apunta.

Por otra parte, dice que sentir las pulsaciones, sea en la cabeza o en las manos, le hace evocar ciertos lugares donde ya estuvo o ciertos momentos que ya ha vivido —al igual que sucede con los olores que retrotraen recuerdos— aunque desconoce cómo el cerebro hace esas conexiones.

La segunda versión del Locate Sense, ahora en desarrollo, será más avanzada. La principal diferencia es que Esteban llevará un chip de conducción ósea que le será colocado entre la piel y el hueso del cráneo. El dispositivo será más pequeño, liviano y a prueba de agua. “La meta es amplificar el sonido y que no siempre se escuche de la misma forma. Hoy siento latidos que van a un cierto ritmo pero no es un sonido; literalmente son palpitaciones. La idea es que el sonido varíe así nunca se va a escuchar de la misma forma. Al amplificarlo, serán usados en piezas artísticas, desde instalaciones a performances, y que la gente participe de esta experiencia ciborg”, explica el primer artista ciborg de América Latina.

Para esto es imprescindible que Esteban use “internet como un sentido” de forma tan corriente como si fuera la vista, el oído o el olfato. Esto no solo le permitirá tener actualizaciones de software más fácilmente sino que le permitirá otros usos artísticos. Por ejemplo, “podría crear un dispositivo por el que mi pequeña hija, a kilómetros de distancia, podría sentirme por medio de vibraciones o pulsaciones con solo pasar la mano. Se pueden crear este tipo de cosas partiendo de la conexión”, señala.

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Esteban Celis
Marlene H. Echeverría

Reacciones y límites.

En todo este camino Esteban contó con el apoyo de Cyborg Foundation, una organización cofundada por Harbisson dedicada a ayudar a quienes incorporan implantes tecnológicos en sus cuerpos y a defender el derecho a introducir esas modificaciones en sus vidas. Este artista dice sentirse acompañado y respetado por su familia —preocupada por si cualquiera de estos dispositivos daña su cuerpo— y por sus compañeros de trabajo. No obstante, algunas reacciones divulgadas en redes sociales le provocaron confusión. “No me interesa agradarle a todos y como artista me encanta provocar. Pero me han llegado amenazas. Me han dicho ‘si te veo en la calle te pego’, ‘sé dónde vives’... Soy simplemente un artista que usa la tecnología como un medio para expresarme. Me afectó porque no pensé que iba a causar ese tipo de reacción”, confiesa.

Y aunque él es el primero en su país y también en su continente, añade esto para pensar: “Ya vivimos en una sociedad ciborg. La tecnología está presente en todo (y conceptualmente no tiene por qué ser exclusivamente cibernética). No existe separación entre la tecnología y los seres humanos. Yo me la he implantado para crear arte pero los teléfonos celulares ya son una extensión de nuestro cuerpo”.

Esteban, que hoy tiene un sexto sentido que no es propio de los humanos, que le marca dónde está el norte como lo tienen los tiburones, que le genera pulsaciones que pronto se convertirán en música, lo expresa: “No me he puesto límite en cuanto a lo físico. Por ahora el límite es la tecnología que tengo al alcance. Ese es el único límite”.

Manifiesto ciborg: un ser sin etiquetas

Un ciborg, en palabras simples, es una persona que incorpora tecnología en su cuerpo y que genera una identidad a partir de esta. Esteban Celis prefiere la expresión empleada por la bióloga Donna Haraway, en su libro Manifiesto Cyborg, que independiente de estar o no unidos con la tecnología, asume que socialmente la tecnología juega un rol fundamental dentro de nuestra identidad: “Ella habla de que después de la industrialización, la separación entre tecnología y seres humanos no existe porque la tecnología está presente en todo. Y no es igual a cibernético, porque puede ser la tecnología de una silla o de lentes. En este sentido, vivimos en una sociedad ciborg. Incluso los teléfonos celulares son una extensión de nuestro cuerpo. Además, un ciborg es un ser sin etiquetas. Ella aborda el ciborg desde las disidencias”.

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