VIAJES
La ciudad mágica de la Florida es mundialmente famosa por su costa y sus centros comerciales pero tiene para ofrecer rincones históricos, artísticos y naturales que sorprenderán al visitantes.
Al pensar en Miamies normal que uno se imagine playas de arena blanca con agua turquesa, edificios de Art Decóen la mítica Ocean Drive y pasillos de centros comerciales con ofertas (lo digo ahora: a mí no me pareció que estuviera barato). Cada uno elige el viaje que quiere pero, en lo que a mí respecta, pasar de la playa al shopping es un aburrimiento.
Si usted es más como yo y le gusta conocer lugares diferentes y pasarse caminando y disfrutando de la historia, el arte y la naturaleza, aquí le traigo cuatro paseos fuera de los circuitos masivos que bien puede completar en dos días y todavía quedarse con tiempo para hacer lo que hace todo el mundo (porque sí, obvio, a la playa también hay que ir).
Glamour
Ni el taxista que dijo vivir hace 23 años en Miami conocía esta mansión por dentro. Villa Vizcaya es un tesoro oculto de la ciudad mágica. Y eso es una gran ventaja (o varias): podrá pasear por sus habitaciones y jardines con poca gente alrededor.
¿Cómo llegué hasta aquí? Escribiendo en Google “paseos desconocidos en Miami”. El primero que saltaba era Villa Vizcaya, una propiedad de la Edad Dorada de la Florida en la bahía de Biscayne que es Monumento Histórico Nacional. Se trata de la casa de invierno que mandó a construir en 1914 el empresario James Deerling que tenía una salud muy débil y le sentaba mejor el clima tropical.
Con dinero, hizo lo que quiso. Mezcló estilos arquitectónicos -la residencia es neobarroca, neoclásica, neorrenacentista y de la Florida porque, por ejemplo, la vegetación es toda tropical y hay caracoles y conchas marinas por doquier-, se trajo todos los muebles de Europa -algunos dos veces porque perdió cargamento en el hundimiento del Titanic-, mandó a diseñar un jardín igual que los europeos (con laberinto y todo) y adornó sus paredes con tapices del siglo XV y piezas que fueron rescatadas de la propia Pompeya.
Un recorrido guiado está incluido en la entrada pero solo se ofrece en inglés. No obstante, existe la posibilidad de escuchar una audioguía en español que le contará al detalle los secretos de Vizcaya. Por ejemplo, porqué hay carabelas y caballitos de mar en los lugares menos pensados o cómo hacían su dueño y sus invitados para violar la Ley Seca. También sabrá que Deerling no escatimaba en gastos y todos sus baños tenían agua fría y caliente y la casa tenía una cabina telefónica, dos lujos para la época.
Si tengo que elegir un rincón de toda la mansión es el embarcadero veneciano. Es una escultura que asemeja a un barco de piedra que actúa como rompeolas. Cerquita está la casa del té desde donde se tiene la mejor vista del barco, de la residencia y de los jardines.
Villa Vizcaya se ubica técnicamente en el barrio Coconut Grove pero está un tanto lejos de su centro comercial. Si alquiló un auto no tendrá problemas; pero si llegó en transporte público es preferible volver en dirección al Downtown. Yo hice todo el recorrido en Uber (desde y hacia South Beach) y cada tramo costó alrededor de US$ 25. A eso hay que sumarle la entrada que solo se puede adquirir online: US$ 25 para adultos y US$ 10 para niños (menores de 5 años entran gratis).
Dos horas aquí se van como el agua y todo es sumamente disfrutable.
Museo de la ciencia
Amantes de la ciencia y curiosos -desde la paleontología hasta la astronomía- podrán pasarse horas dentro del Phillip & Patricia Frost Museum of Science. ¿Acaso estoy recomendando un museo en Miami? Sí, porque es una institución totalmente innovadora e interactiva que le gustará a grandes y chicos (además, el aire acondicionado siempre da un respiro).
Ubicado en Downtown, a pocos minutos caminando del Bayside Marketplace (así que podrá buscar artículos si lo que le interesa u obsesiona es el turismo de compras), el Frost Museum es un edificio imponente de cinco pisos con un planetario y un acuario y con decenas de exposiciones que explican desde cómo funciona el cuerpo humano hasta cómo viviremos en Marte. Ahora mismo hay una exhibición temporal sobre dinosaurios que habitaron América del Sur, África y Madagascar, con fósiles desde el diminuto Eoraptor hasta el enorme Giganotosaurus (uno de los protagonistas de la última película de la saga de Jurassic World).
Lo más llamativo es el acuario. Debe ser recorrido de abajo hacia arriba (bueno, en realidad, como usted quiera). En el nivel inferior está The Deep, una ventana para observar por debajo cómo nadan atunes, tiburones, rayas y otras especies de la Corriente del Golfo. Un piso más arriba está The Dive, con más de 30 espacios para sumergirse entre corales y manglares. Y en el piso superior está The Royal Caribbean Vista que es la piscina de The Deep pero desde arriba (y también tiene vista panorámica a la ciudad). Si se anima, puede tocar a las rayas (son suavecitas e inofensivas).
Todo el museo está repleto de juegos interactivos, lo que lo hace sumamente atractivo. Podrá aprender cómo sobrevivir a un huracán (tuve que intentarlo como tres veces para que no se me destruyera la ciudad) o cómo se debe pescar de forma sostenible o cómo alunizar un cohete o podrá hacer hasta su propio sistema solar.
La entrada no es barata pero está dentro del rango de precios de Miami y es una visita única que durará varias horas: US$ 29,95 para adultos y US$ 22,95 para niños (menores de 3 años no pagan).
Desde las alturas
Ya que está en la zona vale la pena ir hasta la rueda gigante de Skyviews Miami que lo elevará por más de 60 metros sobre el suelo. La vista desde arriba es impresionante: todo el Downtown y la bahía de Biscayne (que, en realidad, es una laguna tropical). El viaje tarda unos 15 minutos y se dan cinco vueltas completas, por lo que hay tiempo para capturar en fotos y videos absolutamente todo. Las góndolas son completamente seguras, cómodas y tienen muy poco bamboleo.
El ticket está a US$ 23. No es un paseo imprescindible pero si quiere hacer algo diferente, lucirse con el resultado en Instagram y puede pagarlo, es una muy buena opción.
Río de pasto
Mi última recomendación por fuera del circuito de playas y shopping de Miami es una aventura. Quería subirme a un hidrodeslizador por los Everglades desde que vi un capítulo de CSI: Miami en 2002, así que busqué un tour, agendé y listo. Contraté el servicio con Miami Tour Company, cuyo ómnibus sale bien temprano en la mañana desde South Beach e incluye la entrada, el paseo en hidrodeslizador y un show de cocodrilos (yo me lo salteé porque no es algo que me guste) y todo dura unas cuatro horas aproximadamente y el costo es de US$ 60.
La parada es en Everglades Holiday Park, una de las tantas entradas para conocer el “río de pasto” (y de verdad que lo es porque está todo tapizado de plantas acuáticas). Primero se hace el paseo en hidrodeslizador, lo que dura aproximadamente 45 minutos. El capitán explica todo sobre este parque nacional pero solo en inglés, así que si no domina ese idioma se perderá los detalles.
No obstante, lo principal es observar el paisaje con atención porque no se sabe cuándo aparecerá un cocodrilo entre los juncos. Si se viaja entre mayo y agosto se tendrá más suerte porque están en plena fase reproductiva, pero aun en diciembre pudimos ver cinco o seis ejemplares (quizás eran caimanes; estos tienen la cabeza y el hocico más planos; fíjese usted cuando esté ahí pero no vaya a meter la mano en el agua).
Hay otras formas de conocer los Everglades si dispone de un auto y de más tiempo. Puede ir a cualquiera de los centros de visitantes y ahí solo hay que pagar US$ 30 por vehículo. Podrá pasar el día practicando senderismo o fotografiando aves, o podrá alquilar una canoa o una bicicleta y más.