Redes sociales en la infancia: guía para entender las nuevas plataformas

Compartir esta noticia
niños, tecnología

INTERNET

Cómo las aplicaciones de moda pueden afectar el proceso de educación y las interacciones de nuestros hijos

Este contenido es exclusivo para nuestros suscriptores.

Justo cuando uno por fin había entendido (a medias, pero mejor eso que nada) Snapchat, esa aplicación va y “desaparece” (en realidad, no es que dejó de existir como Vine. Solo que pasó de moda). ¿Hacia dónde arrancar? En el grupo de WhatsApp de madres y padres varios hablan de Tik Tok. Bueno, habrá que ver qué es eso. Pero ya hay quienes incluso están comentando que con todo esto de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, TikTok tiene los días contados. Algunos empezaron a mencionar nuevos esoterismos, recientes agregados a ese mundo críptico, casi insondable, de redes y plataformas que “les hijes” dominan como los padres dominaban, antes, la Atari o el primer Nintendo.

En ese mundo de redes sociales “nuevas” frecuentadas por hijas e hijos son a menudo una fuente preocupación para aquellos padres inclinados hacia el control y la supervisión constante. ¿Discord? ¿Twitch? ¿Estrimear? ¿En qué hablan y qué hacen nuestros vástagos cuando se conectan? He aquí una somera guía sobre redes sociales más allá de Facebook que se ha convertido en la red “adulta” (¿tal vez por eso está tan politizada y genera tanta discordia?).

Pero también una reflexión sobre cómo las redes sociales pueden afectar el proceso de educación y, además, cómo pueden repercutir sobre las interacciones en el mundo no virtual, no solo en los hijos sino también en los adultos.

Tik Tok

De origen chino, se convirtió en una de las redes/plataformas más populares del mundo en apenas tres años (empezó en 2017), con más de mil millones de usuarios. Básicamente, es un lugar para hacer videos más o menos graciosos y compartirlos con los demás, muchas veces en forma de “desafíos” (#challenges) que a menudo involucran pasos de bailes. O sea, una red para payasear bailando y escuchando música. Parece especialmente diseñada para la adolescencia, que es cuando uno más payasea. Sin embargo, la explosiva popularidad que ha tenido coloca a TikTok en un lugar menos teen y más ATP (apto todo público). Y eso, se sabe, es el repelente más efectivo para los adolescentes, ansiosos como están de alejarse de la presencia parental. Además, el futuro de Tik Tok es incierto. Su enorme popularidad atrajo la atención del gobierno de Estados Unidos, que alega que a través de la aplicación el gobierno chino puede espiar a los usuarios estadounidenses y quiere prohibirlo en ese país.

Twitch

No es estrictamente una red social, sino una plataforma desde la cual se puede transmitir en vivo. Cuando Amazon vio que una de las funciones más populares de YouTube era la transmisión en vivo de un youtuber jugando (eventos a los que se sumaban millones de espectadores), no quiso quedarse fuera de ese mercado. Por lo tanto, Twitch, que permite seguir en directo cómo juega tal o cual referente tal o cual videojuego.

Para que lo entiendan los veteranos: ¿se acuerdan de que algunos niveles de juegos como Super Mario, Sonic o The Legend of Zelda parecían imposibles de pasar y que uno buscaba ayuda en revistas o preguntándole a otros gamers (jugadores)? Bueno, si entonces hubiese existido Twicht, era solo seguir a un experto en esos juegos y ver cómo hacía para superar esos escollos (en la vida real, el equivalente era pararse al lado del capo o capa en la sala de maquinitas y ver cómo “daba vuelta” tal o cual juego para, en el mejor de los casos, aprender cómo hacerlo). También es útil para ver si vale la pena hacerse de un nuevo videojuego. Antes de comprar un título para una consola, puede convenir echar un vistazo antes. ¿Cómo es el videojuego en cuestión (gráficos, nivel de dificultad, diseño, audio)? Pero aunque los gamers son por ahora los amos y señores de la plataforma, obviamente se puede usar para otros propósitos y ya empezaron a sumarse artistas, cocineros, programadores y otros con ganas de transmitir sus ocurrencias o sapiencias.

Discord

Una aplicación que es como un Google HangOut, pero tuneada y potenciada. La descripción oficial en la tienda de Google es: “Tu lugar para hablar. Construye un hogar para tus comunidades y amigos en el que puedan mantener el contacto y divertirse por texto, voz y video. Ya formes parte de un club escolar, un grupo de jugadores, una comunidad mundial de arte o un grupo de amigos que solo quieren pasar el rato, Discord te permite hablar a diario y divertirte más a menudo”.

Por ahora, la voz cantante en Discord también la llevan los gamers. Hay muchos canales (o servidores) a los que uno puede sumarse para compartir piques y otros datos relacionados a los videojuegos (u otros tópicos, claro) y así generar un club o comunidad en torno a intereses comunes. La aplicación permite, tal como Zoom o Skype, videollamadas. Pero también es posible, y hete aquí una posible alerta para padres, mostrarle la computadora hogareña o personal a otros. Discord tiene más de 200 millones de usuarios en la actualidad y ya se está alertando sobre posibles hackeos y riesgos de seguridad digital.

Otros nichos

También hay nichos específicos a los que nuestros hijos podrían acudir, pero si se meten en ReverbNation (música) o Goodreads (libros), lo más probable es que estén cultivando un hobby, no socializando ni exponiéndose de una manera arriesgada e innecesaria, que es lo que los padres más tememos.

Esta pequeña guía, por supuesto, no puede abarcar todas las tendencias y cambios que se dan en el paisaje de las redes sociales. Hay lanzamientos que fracasan como Vero (que se presentó como una alternativa ética a Facebook) y otras redes que aunque no tengan ni por asomo el mismo renombre que otras, siguen ahí, empecinadas en no desaparecer, y con su audiencia fiel. Como Tumblr por ejemplo.

Además, por más que algunas de las redes sociales más conocidas como Facebook o Twitter sean hoy motivo de burlas por muchos adolescentes, es inconducente generalizar. Un referente adolescente hasta hace muy poco (ahora no tiene un perfil tan alto), la sueca Greta Thunberg, se comunicaba a través de Twitter, donde tiene más de cuatro millones de seguidores. Y aunque Instagram fue adquirida por Facebook y empezó a ser tan ATP como esta, esa red social aún concita la atención de muchos adolescentes. De acuerdo a una investigación de la consultora Pew en 2018 en Estados Unidos, Instagram ocupa el segundo lugar después de YouTube en la preferencia entre adolescentes.

Usos y desusos

El programador y conferencista uruguayo (“Poné ‘duraznense’”, pide) Álvaro Videla (39) ya no es adolescente, pero por su trabajo sigue en contacto con muchas de las tendencias y novedades. Reside actualmente en Suiza, aunque viaja mucho para mantenerse al tanto de lo que ocurre en el rubro tecnológico. Desde la Uruguay de Europa, Videla dice que, por ejemplo, Twitch le da la oportunidad a todos de tener su propio programa de televisión. “Pero en vez de vivir de la publicidad, los televidentes le dan una especie de propina a la persona que transmite, con la cual la apoyan para que esta siga creando contenidos. Es un fenómeno interesante porque ha hecho posible que personas en todo el mundo transmitan cosas que les interesan, como ejercicios de fitness, programas de cocina, cómo aprender a programar y más. La categoría más popular es, claro, videojuegos. Antes mirábamos a futbolistas patear una pelota en la tele. Hoy miramos al Kun Agüero jugar al último juego FIFA de Playstation por Twitch”.

Para él, el éxito de tal o cual red social depende en gran medida de cuán fácil sea imitar algo en dicho mundo. Que hoy TikTok sea tan aceptada por adolescentes y jóvenes es en gran parte porque los contenidos que ahí se generan son fáciles de copiar.

“Creo que esto responde a la definición de meme, propuesta por Richard Dawkins en su libro El gen egoísta. Allí se plantea que el meme es información que busca replicarse. Para ‘sobrevivir’, el contenido tiene que ser fácil de replicar, de imitar. Creo que las redes sociales buscan cada vez más y más ofrecer esa posibilidad: la facilidad de replicación. Hace unos días apareció en Tik Tok un skater cantando la canción Dreams de Fleetwood Mac mientras tomaba un jugo de frutas. Casi al instante aparecieron muchos imitadores de ese video ¡a tal punto que uno de los miembros del Fleetwood Mac hizo lo mismo y replicó el video! La canción Dreams volvió a encabezar las listas de popularidad y la empresa que hace el jugo le compró un auto a quien hizo el video original por promocionar su jugo. En síntesis: facilidad de replicación”.

Control o rienda suelta

Admitámoslo. Muchos queremos controlar lo que hacen nuestros hijos, sobre todo en internet. ¿Con quién chatean? ¿Miran contenidos pornográficos? ¿De qué hablan? El psicólogo y escritor Roberto Balaguer es especialista en estos temas y dice que lo primero es ver de qué edades estamos hablando. “En la primera infancia debería aplicarse sí o sí un control muy estricto, hasta los 7 u 8 años. en una segunda etapa algo menos de monitoreo hasta los 11, 12, y luego cada vez más autonomía, para que nuestros hijos empiecen a tomar las mejores decisiones posibles. También depende si es hijo único o no. Con el primer hijo, uno controla más y con los que vienen luego uno ya entiende que las cuestiones más importantes no necesariamente tienen que ver con el control sino con transmitir valores y experiencias”, comenta.

—¿Cuándo hay que intervenir?

—Sigo poniendo un ejemplo que me resulta útil: ¿cuándo se revisa la mochila o el diario íntimo? No hay una norma que diga "ahora". Es cuando uno huele que hay algo que se está escapando, que no se está pudiendo acceder. Además, muchas veces el diario íntimo queda "olvidado" o la mochila semiabierta. Hay también una necesidad del otro de ser descubierto. Eso tiene que ver con el oficio tan artístico y tan artesanal de ser padre. Uno se va haciendo padre durante la marcha. Pero si te adelantás y revisás siempre, sin dejar que el hijo tenga intimidad o privacidad , eso le quita poder de decisión y por ende de acertar o equivocarse. Eso pasa a menudo, pero también pasa lo otro: les pasa un elefante por delante y no lo ven. Dependerá de la perspicacia y sutileza de los padres. Hay momentos en que es bueno sospechar. Esto se aplica a los hijos, a la pareja, al trabajo... Y una cosa es ser un paranoico y otra tener buen olfato.

salud mental

Posibles repercusiones

En el documental El dilema de las redes sociales (Netflix) entrevistan al psicólogo social Jonathan Haidt, de la Escuela de Negocios Stern, en la Universidad de Nueva York. De acuerdo a sus investigaciones, el extendido uso de redes sociales es probablemente uno de los factores que explican una serie de datos alarmantes. “La depresión y ansiedad han aumentado en gran cantidad en adolescentes de Estados Unidos y esto empezó a notarse entre 2011 y 2013. El número de chicas adolescentes (medido como una de cada 100.000) que fueron hospitalizadas cada año porque se autolesionaron se mantuvo relativamente estable hasta 2010-2011, y luego empezó a subir notoriamente. Entre las adolescentes de edades 15 a 19 años, subió 62%. Y para el grupo de edades de 10 a 14 años, esa cifra subió más de 180%, casi el triple. Aún más preocupante, vemos lo mismo en la tasa de suicidios. En las adolescentes mayores (15 a 19 años), aumentó 70% en comparación con la primera década de este siglo. En las niñas de entre 10 y 14 años, que tenían tasas muy bajas, aumentó 151%. Y ese patrón apunta a las redes sociales. "La Generación Z, o sea aquellos nacidos luego de 1996, es la primera en la historia que entró a las redes sociales estando en la educación secundaria. ¿Cómo pasan su tiempo? Llegan del liceo y usan sus dispositivos electrónicos. Toda una generación está más ansiosa, más frágil, más deprimida. Se sienten menos cómodos arriesgando, han bajado las gestiones para sacar licencia para conducir y también disminuye rápidamente la cantidad de jóvenes que haya tenido una cita o algún tipo de interacción romántica. Esto es un cambio real en toda una generación”.

Observarse como padre

Un buen punto de partida para empezar a reflexionar sobre estos temas puede ser el documental El dilema de las redes sociales, estrenado recientemente en Netflix. La película muestra una realidad inquietante, pero no solo para los niños y adolescentes, sino también para adultos.

Entre otras cosas, vuelve a insistir en algo que debería preocupar: muchos de los que les dieron a las redes sociales sus principales características (los botones de “Me gusta”, el etiquetado de fotos y más), no solo no son usuarios de esas redes, sino que además le prohiben a sus hijos que las tengan. “En casa somos fanáticos”, dice el expresidente de Pinterest, Tim Kendall, en una parte del documental: “No le dejamos tener redes sociales a nuestros hijos”. Kendall y su esposa llegaron a esa radical postura luego de haberse dado cómo a él mismo le resultaba imposible desconectarse del celular. “Regresaba a casa y no podía dejar el teléfono, a pesar de tener a dos niños que necesitaban mi amor y atención. Estaba en la despensa, escribiendo correos electrónicos o mirando Pinterest. ‘Qué ironía’, pensaba. ‘Trabajo durante el día construyendo algo de lo que luego voy a ser víctima’. Y no podía evitarlo. Aún sabiendo lo que ocurría detrás de escena, no podía controlar mi uso. Me asusté”.

Otro de los evangelistas tecnológicos que luego se hicieron apóstatas, Aza Raskin, dice en el documental que tuvo que crear un programa para sí mismo que lo desestimulara a consultar Reddit, una red social que no es demasiado conocida en Uruguay.

El carácter adictivo de las redes sociales es el gran problema señalado por varios de los que figuran en la película. Una adicción que es deliberadamente estimulada y potenciada por los equipos de ingenieros, diseñadores, programadores y otros profesionales que sostienen y desarrollan estas marcas. “Solo dos industrias llaman a sus clientes ‘usuarios’: la de las drogas y la de redes sociales”, reza una de las varias citas que se sobreimprimen en el documental (que además arranca con una cita de Sófocles: “Nada extraordinario entra a la vida de los mortales sin una maldición”).

La psiquiatra Anna Lembke, directora de la School of Medicine de la Universidad de Stanford lo dice sin amagues: “Las redes sociales son una droga” y agrega: “Tenemos un imperativo biológico de conectar con otras personas (…) No cabe ninguna duda que un vehículo como las redes sociales, que optimizan esta conexión, tiene el potencial de ser adictivo”.

Esa adicción se estimula y se potencia porque, como dice uno de los pioneros de la realidad virtual Jaron Lanier, el modelo de negocios de las redes sociales es no solo captar y mantener la atención del usuario: “El producto no es el usuario y su atención. El producto es el cambio gradual e imperceptible en la percepción y el comportamiento del usuario. Es lo único que tienen para hacer dinero. Cambiar lo que haces, cómo piensas, quién eres. Es un cambio gradual, leve. Si uno puede decirle a alguien: ‘Dame US$ 10 millones que puedo cambiar el mundo en un 1% en la dirección que quieras’ eso es increíble. ¡Es el mundo! Y eso vale mucho dinero”.

Puede, entonces, beneficiarnos a todos no solo estar al tanto de lo que hacen nuestros hijos en las redes sociales, en particular cuando recién entraron en la adolescencia. Sino también pensar en cómo este mundo nos afecta cómo adultos y qué repercusiones puede tener su uso en las relaciones con nuestros hijos.

Conversos recomiendan

¿Qué hacer para tener una relación menos dependiente de las redes y las plataformas sociales? “No se puede ir hacia atrás. Los algoritmos y la inteligencia artificial no serán peores sino cada vez mejores”, dice uno de los entrevistados en El dilema de las redes sociales. Así las cosas, un primer paso práctico es desinstalar del celular todas las aplicaciones de redes sociales. Si eso fuese demasiado, desactivar todas las notificaciones. Otro consejo: no usar Google. “Yo uso Qwant, que no guarda mi historial de búsquedas”, dice Guillaume Chaslot, uno de los que participó en la creación del sistema de recomendaciones de videos de YouTube. Respecto a YouTube, Jaron Larnier exhorta a nunca aceptar el video recomendado. Larnier, autor del libro Diez razones para borrar tus redes sociales, sabe que su cruzada es quijotesca. “Quizá convenza a solo unos pocos. Pero aún así es importante, porque eso crea un espacio para una conversación que no esté manipulada. Así que háganlo. Salgan del sistema”.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

redes socialespremium

Te puede interesar