Salen a la luz documentos de Josefa Oribe, una patriota que luchó y fue espía durante el proceso independentista

Fue hermana y suegra del segundo presidente constitucional del Uruguay, Manuel Oribe, pero se ganó su lugar en la historia por mérito propio, tras apoyar los movimientos revolucionarios.

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Josefa Oribe fue hermana y suegra del segundo presidente constitucional del Uruguay, pero se ganó su lugar en la historia por mérito propio, por ser una mujer “de armas tomar”. Podría haber sido una cómoda beneficiaria del patriciado de su época, al cual perteneció, pero decidió vivir como una insurgente, e incluso ser una espía, en pro de las ideas independentistas de la época.

La historiografía nacional reconoce a María Josefa Francisca Oribe y Viana (alias “Pepita”) junto a Ana Monterroso de Lavalleja y Bernardina Fragoso de Rivera, como símbolo de la mujer que descolló más allá de la sociedad patriarcal de su época.

Fue un importante personaje político dentro del Virreinato del Río de La Plata y jugó un papel importante en la independencia de las Provincias Unidas durante la Revolución de Mayo. Esto la llevó a ser tratada de “tupamara”, un término que hoy nos es muy familiar, pero que le antecede en mucho a la llamada “historia reciente”. Y que los españoles utilizaban, despectivamente, para referirse a los criollos que participaban de las luchas por la independencia. Su notoria actividad revolucionaria le valió reiteradas persecuciones, vejámenes y prisión en la Ciudadela de Montevideo, el fuerte que se encontraba donde hoy está la Plaza Independencia y del que subsiste su puerta como símbolo identitario de la ciudad. Sin embargo, pese a la relevancia histórica que tuvo, poco se ha escrito sobre ella.

La antropóloga Virginia Rial, decidida a poner en valor el pasado de mujeres como Josefa Oribe, realizó una investigación que la llevó a hallar, en los archivos de la Catedral Metropolitana de Montevideo, sus partidas de nacimiento, matrimonio y defunción.

“Desde hace años tengo un programa de investigación en el campo de Antropología y Salud y también tengo otra línea de investigación en el Instituto Militar de Estudios Superiores (IMES). Esto aparece en el año 2020, en un marco de pandemia, cuando hicimos junto a un grupo de amigas de distintos partidos algunas movidas de orden cultural. La primera tuvo que ver con las artes plásticas, pintura y escultura. Y después quedó la idea de seguir trabajando e incorporar algo de investigación vinculada a los feminismos”, comenta Rial a Domingo.

Rial es una de las mujeres que refundó la Sociedad Filantrópica de Damas Orientales, creada en 1843 por Bernardina Fragoso de Rivera, llamando a esta nueva organización Damas Orientales Siglo XXI.

De ilustre prosapia

Josefa Oribe y Viana fue la sexta hija del matrimonio entre María Francisca Nicolasa de Viana y el capitán español Francisco de Oribe, vasco de Laredo, una localidad de lo que hoy se conoce como Cantabria. También fue nieta de José Joaquín de Viana, primer gobernador de la ciudad de Montevideo.

Esto dice su partida de nacimiento, que se encuentra en el Libro de Bautismo N° 5, folio 291, de la Catedral Metropolitana: “En 13 de septiembre de 1789, yo, Don Pedro de Pagola, teniente cura y beneficiario de esta Iglesia Matriz de la ciudad de Montevideo, bauticé solemnemente en ella a María Josefa Francisca, que nació hoy a las 4 de la mañana. Es hija legítima de Don Francisco Oribe, capitán del Real Cuerpo de Artillería, natural de Laredo en las montañas de Santander, y de Doña María Francisca Viana, natural de esta. Abuelos Paternos: Don Francisco Oribe y Doña Ana María de la (ilegible), vecinos de Laredo. Maternos: Don José Joaquín de Viana mariscal de campo y Doña María Francisca Alzagoar, vecinos de esta ciudad. Madrina: Doña María Josefa de Viana, a quien advertí la cognación espiritual y sus obligaciones, siendo testigo Joaquín Pellegrin”.

María Josefa era tres años mayor que su hermano Manuel Ceferino, quien más tarde se trasformará en su yerno y en el fundador del Partido Nacional.

“La búsqueda en torno a estas mujeres es personal, no tiene que ver con los aspectos de mi trabajo puntual como investigadora en Facultad o en el campo militar. No tenemos tumbas marcadas de estas mujeres que fueron parte fundadora de nuestra República, que pelearon a la par y que sufrieron de todo: encierros, exilios, instancias de guerra, sitios de un imperio u otro. Sin embargo, estas mujeres es como que quedan al margen, son nota al pie en los relatos de la historia”, comenta Rial.

Pepita recibió una educación basada en los ideales de liberalismo y nacionalismo de la época, en gran parte debido a la influencia de su abuelo José Joaquín de Viana y de sus hermanos Manuel Oribe e Ignacio Oribe, que además eran masones.

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Antropóloga Virginia Rial.

Un matrimonio pactado

A la usanza de la época, la familia de Pepita Oribe pactó por motivos económicos su matrimonio con un comerciante naviero portugués que llegó ser presidente del Cabildo de Montevideo, llamado Felipe Contucci. Ella tenía 16 años cuando se llevó a cabo el enlace, el 21 de octubre de 1805. Fruto de esa relación, nacerá Agustina Contucci y Oribe, su única hija.

Lo que sigue está escrito en el acta que se guarda en el Libro de Matrimonios N° 6, folio 22, de la Parroquia Inmaculada Concepción y San Felipe y Santiago:

“En octubre de 1805, yo, Don Juan José Ortiz, cura y vicario de la ciudad de Montevideo, precediendo la información y corridas las proclamas conciliares, casé a D. Felipe Contucci, natural de Florencia, hijo legítimo de D. Francisco José de Silva Feler, y de D. Natalia Contucci, con D. María Josefa Oribe, natural de esta ciudad, hija legítima de D. Francisco Oribe y de D. María Francisca Viana, siendo testigos el Sr. gobernador Don Pascual Ruiz Huidobro y la madre de la contrayente”.

Dos años más tarde, cuando ocurrió la segunda invasión inglesa (desembarcando en Maldonado y marchando luego hacia Montevideo), Ruiz Huidobro cometió un grave error estratégico al no defender la ciudad desde el interior de las murallas, saliendo a combatir en el campo abierto que la rodeaba, donde fue derrotado. Pocos días después, la ciudad cayó en manos de los británicos.

Una espía entre el patriciado

Junto a otras mujeres de Montevideo, entre las que se encontraba Ana Monterroso de Lavalleja, Pepita Oribe hizo todo lo posible por favorecer la causa de los patriotas durante los sitios a la ciudad, y comenzó a ser vista por el gobierno colonial como una amenaza.

Según su biografía más difundida, trabajó para la Revolución Oriental y la Revolución de Mayo. Y fue espía. En 1812, junto con Margarita Viana y Alzáibar, posibilitó la fuga de la Cárcel de la Ciudadela del marino Manuel Blanco Encalada, quien ansiaba ir a la lucha por la libertad de Chile, país del que luego fue presidente.

También terminó en prisión junto a Ana Monterroso de Lavalleja, donde fue maltratada. Los bienes de los Oribe y los Alzáibar fueron confiscados. Y las mujeres recuperaron la libertad cuando las huestes artiguistas entraron en Montevideo, en marzo de 1815. Pepa se dedicó entonces a criar a su única hija, que luego terminó casándose con su tío Manuel Oribe, quien era 14 años mayor que ella.

Durante los preparativos de la Cruzada Libertadora de 1825 (la de los 33 Orientales que, en realidad, no eran 33 sino más de 40) trabajó recolectando dinero y armamento y procuró gestar una nueva división entre los ocupantes brasileños.

Tal como lo atestigua Luis Ceferino de la Torre, se le había encomendado a “Pepita patriota entusiasta, comprometer a los soldados del Batallón de Pernambucanos (Brasil), de ideas republicanas, para apoyar a la revolución oriental, consiguiendo ella una cantidad de cartuchos de bala y algún dinero”.

Producido el desembarco en la Playa de la Agraciada, ante la desesperación por la carencia de medicamentos e instrumental para atender los heridos, se hizo pasar por una de las tantas mujeres que cruzaban el Portón de San Pedro (una de las entradas a la ciudad, a la altura de la actual 25 de Mayo) para lavar la ropa, ante la mirada solazada de los centinelas brasileños. Así logró franquear las gruesas murallas que protegían a Montevideo para ponerse en contacto con el cirujano brasileño José Pedro de Oliveira, a quien le pidió que le facilitara lo que precisaba. El galeno accedió. Y ella volvió sobre sus pasos, siempre disfrazada de lavandera, con los bolsos repletos de insumos para atender a los heridos orientales.

Murió cuando su hermano asumió la Presidencia

María Josefa Francisca Oribe y Viana falleció en 1835, el año en que su hermano asumió la Presidencia de la República. Esto dice su acta de defunción:

“En 15 de marzo de 1835 se enterró en el Cementerio de la Iglesia Matriz de Montevideo el cadáver de Doña Josefa Oribe de Contucci, natural de esta ciudad, hija legitima de Don Francisco Oribe y Doña Francisca Viana, casada con Don Felipe Contucci, de edad de 48 años. Y por verdad lo firmo como teniente cura, Francisco de Leroy”.

Una calle de Brazo Oriental lleva su nombre. También otra del barrio 14 de Febrero de Maldonado.

Del mismo modo, hay calles que recuerdan a su hermano Manuel y una que homenajea a su hija Agustina Contucci y Oribe, quien fuera la segunda “primera dama” del país constitucional.

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