VIAJES
Se hizo famosa por la mafia, pero hoy la gran isla del Mediterráneo convoca por el atractivo de su historia, su arquitectura, sus vinos, sus playas y la leyenda del Etna.
"Sicilia y Cerdeña” era el último capítulo de la guía. Una escuálida docena de páginas de las 400 totales dedicadas a Italia. Será la isla más grande del Mediterráneo, pero a la hora de elegirla, antes que Palermo están Roma y Florencia, antes que el Etna está el Vesubio, antes que el arte bizantino de Monreale suele estar el de Ravenna, y antes de cruzar los puentes que llevan a Ortigia (el centro histórico de Siracusa), casi todos cruzan primero los canales venecianos.
No obstante, Sicilia tiene sus orgullos. La síntesis de la historia universal que presenta en un giro de apenas mil kilómetros, no se da todo los días. De los templos griegos de Agrigento a los soberbios ejemplos del barroco siciliano que ofrece el extremo sudeste de la isla, pasando por el arte bizantino-normando de Palermo y alrededores, pocos sitios pueden competir con ese compendio de más de 20 siglos en un territorio tan acotado y rico… Porque además están las playas, y Luigi Pirandello y Leonardo Sciascia y el vino Marsala y el encanto de conocer Corleone, la cuna de la gran saga mafiosa de El Padrino. El culto a la buena vida probablemente sea el motivo que mejor explique otro fenómeno actual. El comisario Montalbano, el personaje de Andrea Camilleri que se varea entre Ragusa y Scicli y disfruta, cada noche, de una especialidad culinaria diferente, tiene más rating que la mafia. Hay tours para conocer los sets de filmación de la serie televisiva. Y casi todos aseguran que su militancia gourmet son la clave del éxito.
La apuesta de Sicilia no culmina con los endemismos culinarios. Guarda un as en la manga que no se emparda fácilmente. Los mosaicos de la Villa Romana del Casale en Piazza Armerina -en el centro de la isla- les hacen sombra a las villas romanas de España, Chipre, Túnez y demás. Con esa jugada Sicilia canta retruco y vale 4. El triunfo se celebra con un Nero d’Avola, el tinto más renombrado. ¡Salud!
El barroco siciliano
El terremoto de 1693 fue para el Val di Noto el equivalente de un gigantesco incendio en el bosque. Cuando sus ciudades volvieron a ponerse en pie, brotaron con toda la fuerza y se convirtieron en un ejemplo único del barroco tardío. Fue una primavera simultánea en Caltagirone, Militello Val di Catania, Catania, Modica, Noto, Palazzolo, Ragusa y Scicli y por eso la Unesco decidió proteger el conjunto entero en 2002.
Son muy distintas entre sí. Catania es la segunda ciudad de Sicilia y la décima de toda Italia. Además de contar con el importante Duomo de Santa Águeda en estilo barroco, se enorgullece de su Fuente del Elefante. Ambos son obra del arquitecto Vaccarini. Catania también es cuna de Vincenzo Bellini.
Siracusa reúne un pasado griego -fue fundada en 733 a.C.-, del que da cuenta en su impactante Parque Arqueológico, con un presente barroco del elegante casco histórico de Ortigia, y la vitalidad del mercado del puerto, donde el pescado fresco se vende a los gritos. El edificio más importante es el Duomo. Su fachada barroca alberga en su interior las columnas intactas del templo de Atena, del siglo V a.C.
Scicli, en cambio, es pequeña y enclavada entre altos desfiladeros de piedra. Hay que recorrer las pocas cuadras del centro, deslumbrarse con los palacios Beneventano y Spadaro, y subir para comprender mejor su emplazamiento en el valle. La municipalidad de Scicli es parte del Montalbano tour, porque en su interior funciona, en la ficción, la comisaría. El inexistente barrio de Montelusa es, en realidad, Ragusa Ibla, la parte antigua de la ciudad que trepa por las colinas en las que destacan las cúpulas de las iglesias como la Santa María dell’ Itria.
Helenismo de Agrigento
Según Píndaro, la ciudad de Akragas era una de las más bellas para vivir. A orillas del mar, esta predecesora de la actual Agrigento fue, entre el 510 a.C. y el 430 a.C., una de las urbes más pujantes del Mediterráneo. De sus ocho templos de estilo dórico, el conocido como Templo de la Concordia es uno de los mejor conservados del mundo helénico.
Durante el día, la escapada más cool es la que propone la Scala dei Turchi, un acantilado arcilloso muy blanco que cae sobre el mar turquesa de Puerto Empedocle, a unos 15 km de Agrigento.
La piazza Armerina son 3.500 m2 de mosaicos maravillosamente conservados: el mejor conjunto in situ del mundo. Se mantuvieron felizmente protegidos por una capa de tierra y barro durante siglos, hasta que su existencia comenzó a divulgarse a finales del siglo XIX.
Por las calles de Erice
Trapani es un buen alto, tanto para visitar Marsala, como para escaparse a Erice, la ciudad amurallada a la que le cantó Virgilio en La Eneida. Es ideal para caminar y perderse en sus callecitas de piedra, comprar colorida cerámica y probar los dulces de Maria Grammatico, pasticceria tradicional desde 1963. La catedral es una gloria construida en estilo neo gótico. Tras los derrumbes de 1853 y 1857, reabrió, muy modificada, el 20 de agosto de 1865. Conserva las tres naves originales, pero la central es la más impresionante. En Erice hay que visitar también el Castello di Venere, construido en el siglo XII y con la mejor vista del valle.
La capital, Palermo
La Sicilia que uno más atesora en el imaginario, la de los mercados, las calles estrechas surcadas por vespas, la gente tomando Spritz en las veredas… Fenicia, árabe, normanda, española, barroca. Hay que dedicarle por lo menos tres días completos para poder disfrutar de los hitos del conjunto normando-bizantino (los imprescindibles de la ciudad), escaparse a Monreale (más imprescindible) y combinar con los mercados de la Vucciria, el Capo y Ballarò, el más antiguo y grande de todos.
El arte en mosaicos dorados de Palermo es majestuoso. Puede comenzarse con la Stanza de Ruggero en el Palacio de los Normandos, continuar en la Capella Palatina (1132-1140) del mismo edificio, para dopo morire en la catedral de Monreale. Fue fundada en 1172 por el rey normando Guillermo II y su interior en oro reluciente sorprende con casi 6.000 m2 de mosaicos. Alta y estrecha la figura del Pantocrátor tiene un magnetismo y belleza conmovedores.
Final en Taormina
Hay muchas maneras de vivir la ciudad de Taormina que es snob, cara, escénica, histórica. Hay que cumplir con el rito de acercarse a la base del Etna y agradecer por los días pasados. Cuesta imaginarse esa aridez negra y ese viento todopoderoso en una isla tan ocre, verde y azul, pletórica de olivos, de viñedos, de playas, de ruinas, de duomos y palacios. Y, sin embargo, es el volcán más alto de Europa, el que, según el mito, tiene a Tifón encerrado en sus entrañas. Las erupciones y terremotos no serían más que manifestaciones de su ira. No se enoja seguido, por suerte. Grazie, caro.