COMPORTAMIENTO
Tener solo un hijo a veces lleva a considerar al niño como el depositario de todo el amor y el sentido de la vida de sus padres. Los expertos advierten sobre los riesgos que conllevan la preocupación y la angustia exacerbada.
Los hijos únicos hace años que cargan con un estigma: como (supuestamente) han sido demasiado consentidos por sus padres, desarrollaron un carácter egoísta y desconsiderado. Son muchos los que tienen una historia o anécdota sobre el hijo o hija única que, acostumbrado a que sus padres le resuelvan todo y lo mimen en demasía, van por la vida dejando todo tirado o sucio. Total. Alguien lo va a recoger (o limpiar), como lo hicieron sus padres durante toda la vida. O esa amiga que fue durante toda su infancia apoyada —y al mismo tiempo presionada— por sus padres para "rendir" en todo, y cuando llega a la adolescencia se transforma en una chica despreocupada, con un hedonismo exacerbado.
Sea cierto o no ese estereotipo, ¿qué es lo que determina esos excesivos mimos y cuidados, que pueden encapsular al niño o a la niña en un escudo protector tan espeso que, cuando ya no existe, deja al pequeño en una sensación de desamparo? En otras palabras: ¿Qué cosas llevan a los padres a comportarse así? El miedo es una respuesta recurrente.
EL MIEDO AL FUTURO
Florián, por ejemplo, cuenta que cuando fue padre a los 41 años le sobrevino un gran miedo que a su hija le pudiera pasar algo, lo que fuera: "Me paraba al lado de su cuna y me torturaba a mí mismo pensando en todas las desgracias que podrían ocurrirle a lo largo de su vida, desde el bullying hasta el abuso sexual, desde el machismo que la iba a discriminar por el mero hecho de ser mujer hasta la soledad que iba a sentir, porque iba a ser hija única. Como fui padre con más de 40 años, sentí íntimamente que no iba a tener más hijos. Claro que podría haberlo hecho, pero la verdad es que pensé y sentí que me había demorado de más. Me di cuenta, demasiado tarde en mi opinión, que hubiese sido mejor tener hijos siendo más joven. Luego de los 40, la energía que uno tiene ya no es la misma".
Otros padres tienen preocupaciones diferentes, pero también tienen que ver con angustias a futuro. Nélida es madre de un único hijo y aunque lo tuvo siendo relativamente joven (35 años), ahora que tiene más de 40 siente que se le cerró la posibilidad de ser madre de nuevo. "Ahora que lo pienso, me hubiese gustado tener más hijos. Cuando mi marido y yo seamos ancianos, no queremos sentir que vamos a ser una carga para nuestro único hijo. Si él hubiese tenido hermanos, por ahí podrían ayudarse para cuidarnos en el caso que lo necesitáramos. Pero bueno, ya está", dice resignada.
"TODOS SOMOS ÚNICOS"
Para el psicólogo y escritor Alejandro De Barbieri, la cuestión de tener hijo único versus tener varios, está mal planteada. O, al menos, no está del todo correctamente planteada. Como él mismo dice, "todos somos hijos únicos. Yo tengo cuatro hermanos, pero el único Alejandro soy yo", dice entre risas aunque luego aclara que es "en serio".
Entonces, ya no se trata de uno o más hijos. Más bien, pasa a ser un tema de cómo se trata y educa —"no me gusta el término criar a un hijo. Criar se cría una mascota. A una persona se la educa", afirma— al hablar de este tema.
Y ahí entra el tema de la sobreprotección en la que a menudo puede caerse. Florián confiesa que hasta pensó en comprarse un arma para "proteger" a su hija, pero al final se dio cuenta que era enfermizo preocuparse tanto, y que su angustia y temor podrían ser percibidos por ella. Cosas que él, justamente, no quería transmitirle. "No es que no me preocupe más, pero ya no me enrosco tanto. No me doy tanta manija. En parte, me ayudó que tuve un buen diálogo con la madre sobre este tema".
De Barbieri reconoce este tipo de razonamientos, y es tajante en su afirmación: "Sobreproteger es desproteger", dice. El experto, autor de libros como Educar sin culpa, tiene en cuenta que había una legitimación social más grande respecto a padres que exageraban en la protección a su única prole. "Antes, estaba esta aceptación de la sobreprotección porque como era el único... Varios en los círculos sociales de estos padres pensaban y decían algo así como Pobrecitos, es el único hijo que tuvieron. Entonces, de alguna manera se aceptaba que se lo mimara de más".
SOBREPROTECCIÓN
Eso ha cambiado, dice De Barbieri, pero no necesariamente para mejor: "En el libro desarrollo este tema, pero el problema de la sobreprotección es, desde mi punto de vista, muy grave, y no solo en nuestro país", continúa. Para él, los padres sobreprotectores ya no son solo los que tienen un solo hijo. Es más frecuente, agrega, que las familias traten a todos sus hijos según el estereotipo de padres con hijos únicos.
El de la sobreprotección parental no es un fenómeno nuevo, claro. Hace ya casi 40 años, el bajista y cantante de la banda inglesa Pink Floyd Roger Waters cantaba en la canción Mother ("Madre), del álbum The Wall: Sssh mi bebé (...) Mamá te va a meter todos sus miedos a ti/ Mamá te va a mantener acá, bajo su ala/ No te va a dejar volar, aunque puede que te deje cantar/ Mamá va a mantener al bebé calentito y cómodo.
La psiquiatra Natalia Trenchi, por su lado, sostiene que hay casos y casos, y que hay tantas variables que determinan o influyen sobre la parentalidad, que es difícil establecer o fijar patrones de conducta. En su experiencia, añade, ha conocido familias con un único hijo en las que los padres no son nada aprensivos, como también familias en las que, al decir de De Barbieri, cada hijo es bombardeado por mimos y cuidados.
Aún así, Trenchi admite que existen cosas que "evidentemente sí pasan cuando se tiene un único hijo: ese niño vive el mundo muy centrado en él. Porque va a haber una cantidad de cosas en su universo familiar que giran en torno a su persona. Eso hace que él o ella no tenga que articular con las necesidades de un igual, como un hermano. Ahí se marca una diferencia respecto a tener o no hermanos".
También, dice Trenchi, un universo familiar integrado por tres personas puede llevar a que el niño o niña sienta que se le hace depositario de todo el amor que los padres puedan llegar a sentir, y que él o ella se convierten en el único sentido de la vida de sus padres. "Esa es una mochila muy pesada de llevar. Tanto que le va a impedir levantar vuelo posteriormente".
ESTIMULAR LA INDEPENDENCIA
Eso, agrega, es un contrasentido. Trenchi pregunta para qué se tienen hijos, y también responde: "Uno cría a sus hijos para ellos luego se alejen. Esa es la realidad de la vida. Si eso no ocurre, se interrumpe el flujo de la normalidad, que es justamente levantar vuelo. Y como padres tenemos que desear eso para nuestros hijos, que levanten vuelo y que se arreglen solos. No hay que largarlos con un empujón y sin preparación, porque entonces les estaríamos obligando a volar con alas rotas. No hay que romper vínculos, pero sí hay que tener autonomía e individualidad".
De nuevo, se regresa al miedo como una de las razones que avalan el comportamiento sobreprotector de algunos padres. Y como solución a ese problema hay que recurrir a la terapia y el tratamiento, afirma Trenchi: "No es una buena cosa criar hijos con miedo".
Superar los miedos, incluso en el caso de no tener hijos, puede ser una tarea complicada. Y lleva tiempo. Hasta el guerrero Héctor, en La Ilíada, tuvo que dar varias vueltas en su carro —perseguido por Aquiles— antes de conjurar el valor de detenerse y enfrentarlo.