Entre Cerrito e Ituizangó, en el corazón de la Ciudad Vieja, está ubicado el taller de Pinches Artistas, un colectivo que reúne a creadores de varios países y vecinos del barrio. Desde afuera, las paredes negras —que en algún momento estuvieron pintadas con muchas calaveras para el día de los muertos y hoy llevan el nombre de Amelia Sanjurjo junto a unas margaritas, símbolo de los desaparecidos— contrastan con los colores y la vasta información que hay adentro y que el transeúnte puede observar por las ventanas.

Al entrar al espacio, se confirma que allí es un lugar de creatividad, de libertad y diversidad: casi desde el techo y cubriendo lo largo de todas las paredes, hay arte. Cuadros, grabados, pinturas, fotografías, textos, colores, manifiestos.

Desde 2019 es la casa de este colectivo “ocasional”, porque lo que los une es la ocasión, cuenta a Domingo Jorge Galaviz (50), mexicano, artista visual, gestor cultural y uno de sus fundadores.

La expresión “pinche” proviene de México y tiene varias acepciones, pero acá no le dan una connotación buena o mala. “Un pinche artista no es más que eso, un artista y ya”, explica Galaviz, que desde hace 16 años vive —entre idas y vueltas— en Uruguay. Junto a su pareja uruguaya dejó Ciudad de México buscando un horizonte más tranquilo para vivir. Con el tiempo, los vínculos que fue estableciendo con uruguayos y otros migrantes, se volvieron redes y las redes acciones.

"Conocí algunos mexicanos que también habían venido por el mismo motivo. Empezamos a tener un vínculo cercano y a charlar sobre el entorno cultural y ver que había la posibilidad de generar otros proyectos, sin ánimo de competir con nadie", introduce Galaviz.

"Vimos que la Ciudad Vieja era una especie de border porque existen muchos inmigrantes, hay un puerto y se da un cambio de dinámica muy interesante, eso nos fascinó. A principio no sabíamos qué iba a ser, pero sabíamos que tenía que ser acá. Así se fue dando una especie de laboratorio experimental y de trabajo con la comunidad migrante a partir de una estética relacional y del arte participativo vincular", contextualiza.

Así nació Pinches Artistas, un espacio comunitario, de intercambio y de reflexiones, sostenido de manera independiente, en base a la autogestión. Es, dice Galaviz, una especie de embajada no oficial, ya que allí han pasado y siguen llegando migrantes de México, Brasil, Argentina, Venezuela, Perú, Ecuador, República Dominicana, Chile, Congo y más. La lista es extensa como también son los intereses del colectivo.

Foto: Estefanía Leal

En el espacio brindan talleres de grabado, de dibujo, de fotografía y un laboratorio de arte y Derechos Humanos para las infancias; hacen la confección del Pinche Calendario (ver abajo) y piensan producir un diario comunitario. Además, el taller está tan integrado al barrio que cuando los vecinos necesitan un espacio de reunión lo utilizan como punto de encuentro.

“Hay gente que simplemente viene a tomar un café y se queda. Es lo que más nos gusta, que sientan que el espacio es de ellos. Algunos traen sus textos para exponer”, cuenta Patricia Gaiza (49), socióloga y artista plástica uruguaya que vivió en México, regresó y se sumó al colectivo.

Galaviz y Gainza son una parte de eso que es una idea, una red, un espacio, son prácticas, saberes y acciones en comunidad.

"Nos interesa hacer sinergia con otros colectivos o proyectos, apoyarlos y poder potenciar tanto más su trabajo como lo que se haga en conjunto. Es algo muy importante para nosotros, el vincularnos con otros espacios, porque luego se da mucho la situación del ego, de la autoría, y eso no nos interesa", enfatiza Galaviz.

Una de las creaciones del colectivo fue el Pinche Calendario. Se trata de, como el nombre lo sugiere, un calendario pero también una obra reflexiva de textos y gráficas en grabado. Fue elaborado a través de talleres a lo largo de dos meses, donde artistas y comunidad reflexionaron sobre fechas emblemáticas y contestatarias de los países a los cuales pertenecían.

La finalidad fue plantear una concepción diferente del tiempo, fuera de la organización cronológica que conocemos y a través de la cual organizamos la vida.

“Fue un proceso participativo donde invitamos a la comunidad y también a otros artistas amigos y fuimos construyendo un proceso que de alguna manera viene en el marco de desindustrializar nuestro pensamiento y la noción de tiempo”, explica Galaviz.

Foto: Estefania Leal

“Implicó que entre nosotros nos conociéramos mucho y sobre todo conociéramos eventos culturales trascendentes o históricamente relevantes para personas de distintos países, que no necesariamente los teníamos tan presentes”, añade Gainza.

La obra tiene formato póster y se puede adquirir en el taller ubicado en la calle Cerrito, en las ferias en las cuales el colectivo participa, o a través de sus redes donde se encuentran como @pinchesartistas.

Foto Estefania Leal

Actualmente están en el proceso de producción del Pinche Calendario versión 2.0 que, cuentan, estará más enfocado en el territorio y en cómo el mismo fue siendo modificado a lo largo del tiempo. Planean lanzarlo en la Feria Cósmica de Montevideo, en noviembre, y toda la comunidad puede participar del proceso de confección.

También son parte de la Primera Bienal de Arte Infantil y Juvenil de Montevideo, que va hasta el 11 de julio, tiene actividades en distintos espacios de la ciudad y está enmarcada en los 300 años de Montevideo. Ahí brindan un taller de dibujo, pintura y creación, además de organizar un concurso de propuestas artísticas.

Además, en septiembre cuatro integrantes del colectivo viajarán a Francia por invitación de la organización Emmaüs para ser parte del Foro Mundial de las Alternativas.

Entre otros proyectos, también realizan las Pinches Noches en el bar Tribu (Maldonado esquina Frugoni), un espacio de fiesta y encuentro.

Todo lo que está y lo que se viene, habla de un momento fértil para este colectivo, que lo que propone es crear a partir de nuevas perspectivas y generar cambios en conjunto.

Foto: Estefania Leal.