Tiene en el flamenco una misión de vida, fue precursor en Uruguay, hizo giras por Europa y tocó con sus ídolos

El músico Gonzalo Franco tiene una historia de amor con el arte andaluz y fue el primero en lanzar discos de guitarra flamenca en Uruguay. Teloneó los shows de Tomatito en Montevideo y enseñó a una generación de nuevos músicos.

Compartir esta noticia
Gonzalo Franco
El músico uruguayo Gonzalo Franco.
Foto: cortesía Gonzalo Franco

A los 14 años le regalaron una guitarra y el vínculo con el instrumento fue inmediato. Pero fue solamente un tiempo después, cuando escuchó cómo sonaba una guitarra española en las manos de Paco de Lucía, que algo parecido a un sentimiento ancestral se encendió en su interior y cambió para siempre su relación con la música.

Fue allí que el uruguayo Gonzalo Franco (50 años) despertó para el flamenco, este arte que se origina de la mezcla de culturas en el sur de España. Tras aquel flechazo, caminó hasta la extinta Casa de Andalucía en el Parque Rodó —donde hoy queda el casino—, buscando quien le pudiera enseñar a tocar y comprender el estilo. “Me dieron el teléfono del que fue mi primer profesor, Miguel Arrieta, un guitarrista buenísimo. Tuve la suerte de conocerlo y de que me transmitiera sus conocimientos”, cuenta Gonzalo a Domingo.

En aquel momento, recuerda, casi no habían guitarristas de flamenco en Uruguay. Arrieta, con edad avanzada, tenía solamente dos alumnos y él era uno. Así, conforme fue formándose en el instrumento empezaron a llegarle invitaciones. “Después que mi maestro falleció quedó solo un guitarrista flamenco en Uruguay, que tocaba con Antonio Villalba, un gran cantaor andaluz que se había radicado acá en los años 60. Entonces, como éramos pocos, las bailaoras me empezaron a invitar para acompañarlas en sus clases”, detalla.

Su primera visita a Andalucía, en 2002, fue el divisor de aguas para que el tocar la guitarra y enseñarle a otros se volviera una profesión. Viajó junto a tres amigos, los músicos Fabián Marquisio, Sergio Fernández, entonces percusionista de Abuela Coca, y Leonardo “Pollo” Manfrini. Visitaron distintas ciudades, tocaron en plazas y calles y así pudieron mantenerse tres meses viviendo de la música en España.

Cuando regresó estaba decidido, quería vivir del flamenco. El contexto, sin embargo, era complejo. “La gente me decía ‘¿por qué volviste?, está todo mal acá’, recuerda sobre la crisis del 2002. “Pero en ese momento yo ya había empezado mi historia con Adriana y la idea era hacer un proyecto entre los dos”, añade sobre su matrimonio con la bailaora Adriana Puoy. Juntos fundaron el Centro de Arte Flamenco La Plazuela, que este 2024 cumplió 20 años de actividades. Paralelamente, empezó a gestarse una escena efervescente del flamenco en Montevideo y el punto de encuentro era el extinto tablado Gitanería, en la calle Bartolomé Mitre.

“Yo era el guitarrista estable y ese lugar era como mi segunda casa. Adriana bailaba ahí también y tocaban músicos como Mauro Clavijo, que es mi percusionista hasta hoy. Estaba buenísimo ese grupo y era otra época de la Ciudad Vieja”, rememora.

Con este, que se llamó grupo Gitanerías, giraron por Australia en 2005. Luego, los viajes a España se volvieron más frecuentes y de a poco Franco hizo presentaciones en Alemania, Francia, Austria y República Checa. Repitió cuatro veces esta gira y la última fue en abril de este 2024, gracias al Fondo de Estímulo a la Formación y Creación Artística (FEFCA), que le permitió instalarse en Sevilla para perfeccionarse en la prestigiosa academia de flamenco Artes Escénicas Rebollar.

En 2008 decidió que era momento de grabar un disco, cumpliendo aquellos célebres consejos del escritor cubano José Martí, quien dijo que a lo largo de la vida hay que “plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo”. “Tuve una hija, los discos son mis libros y el árbol lo puedo plantar en cualquier momento”, dice y se ríe.

Así, a lo largo de dos años produjo Libre, su primer material propio y el primer disco de flamenco de un artista uruguayo. Para este trabajo fusionó el ritmo con jazz y sonidos autóctonos y trabajó con nombres como Urbano Moraes, Andres Bedó y los hermanos Maximiliano y Federico Nathan.

Gonzalo Franco
El guitarrista flamenco Gonzalo Franco.
Foto: cortesía Gonzalo Franco

En 2017 repitió la hazaña como músico independiente con In Pulso. “Quería hacer algo distinto de lo que hago siempre, ya que suelo tocar en espectáculos de flamenco de una manera muy austera: guitarra, cajón y cante. Entonces el estudio me lo tomé como Disneylandia, quería probar cosas”, puntualiza sobre los discos con los que afianzó la amistad y la admiración por Urbano Moraes.

“Urbano me abrió la cabeza al momento de componer. Fue un maestro porque es un músico con cero prejuicio y conecta con la música desde un lugar que pocas veces vi, tiene una cabeza orquestal que para mí es algo mágico”, añade.

Sobre sus maestros, antes de citar a Paco de Lucía, Camarón de la Isla y Tomatito, Nelson Amaya y Beatriz Villalba, pone en primer lugar a Puoy. “Para mí ella ha sido una referente de disciplina, de amor por el flamenco y por la docencia. No he conocido a nadie con tanta vocación y a mí me ha influido mucho”, detalla sobre su esposa y bailaora referente en Uruguay, con quien comparte esta pasión hace más de dos décadas.

“Es una parte indisoluble de nuestras vidas, sin el flamenco no nos hubiéramos conocido. De hecho, cuando hablamos del tema con Adriana parecemos dos gurises”, cuenta y recuerda momentos de otras épocas. “Teníamos siempre un cassette en la videocasetera pronto para grabar cuando pasaban algo de flamenco. Imagínate de los tiempos que te estoy hablando”, dice. “Los lunes a las seis de la mañana había un programa de flamenco en la TV Española y poníamos el despertador para grabarlo. A ese punto”, rescata entre risas.

Además de compartir esta afición en familia, ha podido cumplir eso que muchos músicos anhelan: tocar con sus ídolos. En 2012 y 2015 fue el telonero de los conciertos de Tomatito en Montevideo y fue el guitarrista de Jorge Pardo, galardonado como el mejor músico de jazz de Europa.

Gonzalo Franco y Tomatito
Gonzalo Franco y el exponente del flamenco, Tomatito.
Foto: archivo Gonzalo Franco

Desde 2019 es endorser de la famosa fábrica de guitarras Alhambra para Uruguay y su nombre es respetado en la música local.

Y aunque en esta charla con Domingo sus palabras estén siempre cargadas de humildad, Gonzalo reconoce que ha trillado un camino con el cual se siente muy a gusto. “Es lindo y reconfortante porque encontré una vocación que ni sabía que tenía. Me encanta lo que hago. Dar clases y hablar del flamenco lo siento como una misión”.

Los viajes a Andalucía para beber de la fuente

Desde aquel primer viaje a Andalucía en 2002, ha regresado siete veces a la cuna del flamenco. Y, dice, Sevilla es la ciudad del mundo que mejor conoce después de Montevideo. Ha recorrido sus calles con la atención y el interés de un enamorado por la historia de aquel lugar e hizo amistades que son su familia y lo reciben cada vez que regresa.

En estos viajes se ha formado en importantes instituciones como la Fundación Cristina Heeren y el centro de formación de Eduardo Rebollar, reconocido músico Andaluz.

“Es una ciudad a la que llego y sé para dónde ir. Lo vivo con mucha emoción y cuando llego digo ‘acá no puedo perder el tiempo'. Cada vez que cruzo el puente de Triana es como la primera vez, es como... (se toma un tiempo para pensar), paro y me hago consciente de que voy a cruzarlo, respiro, lo cruzo y lo disfruto como la primera vez, cuando casi me pongo a llorar. Porque claro, desde que empecé en eso canto y toco las canciones que hablan de este lugar”, comenta sobre el icónico puente declarado monumento histórico en 1976.

Como músico y docente, Gonzalo defiende que es importante volver a beber de la fuente cada tanto. “Necesito ir a conectar porque estar ahí es una inyección de muchas cosas. En mis clases no solo enseño a hacer una escala, o un compás de la bulería, es decir, las cosas técnicas, sino que me gusta enseñar que el flamenco es toda una cultura. He leído mucho sobre él y me encanta cada vez que viajo no solo ir a las peñas flamencas, sino recorrer los monumentos y entender por qué las cosas son de determinada manera y cómo surgieron, su significado histórico”.

Gonzalo Franco
El músico uruguayo hizo giras por Europa. La última fue en abril de este 2024.
Foto: cortesía Gonzalo Franco

Un significado que, entendió, atraviesa y pertenece también a este sur global. “No existe eso de ‘me estoy metiendo en lo que no es mío’. Las coplas y las cuartetas del romancero español son las que se cantan en las chacareras y en la zamba. Las décimas que se cantan en las milongas vienen de España también, es decir, siempre estuvo todo ahí, somos mucho más españoles de lo que pensamos y cuando lo ves de esa manera, cualquier distancia se disuelve", afirma. "Eso explica porque la gente se emociona rápidamente con el flamenco, está en nuestra herencia genética”, finaliza.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar