Nicol de León no puede con la duda. Es clavársele en la mente algo que ella hará todo lo posible para encontrar una respuesta. Y ahora, luego de excavaciones y revisiones de planos, documentos y archivos, tiene varios indicios para revelar qué es lo que se esconde debajo del Palacio Gómez (hoy sede de la Junta Departamental de Montevideo): la primera construcción militar de la ciudad. Y no una cualquiera sino el fuerte portugués.
“Los españoles decían que era un ‘reducto de tierra’ pero los portugueses tenían que hacerlo de piedra y cal”, cuenta la arqueóloga a Domingo. Lo que encontró en el sitio parecen ser los vestigios de lo que ordenó en 1701 el rey Don Pedro II y ratificó el rey Juan V en 1723 y que erigió el ingeniero militar Pedro Gomes Chaves —quien había terminado la fortificación de la isla de las Cobras frente a Rio de Janeiro— y que, si bien pudo no haber sido terminado, va en contra de la historia que los españoles hicieron oficial.
El fuerte portugués (o parte de él), construido en la segunda mitad de 1723 y abandonado en enero de 1724, es previo al primer amanzanamiento de la península. O, en otras palabras, “previo a la fundación de Montevideo, por lo menos, la hecha por los españoles”. Y aunque dos años después ese solar ya había sido asignado a la familia de Tomás de Aquino, en la sucesión no se describe ninguna estructura en piedra como la que se encontró en el lugar.
¿Qué ha tenido entretenida a De León si el estudio de impacto finalizó a principios de 2021? Justamente, la curiosidad. Meses antes se había dado a conocer que se habían descubierto diversos objetos y estructuras de los siglos XVIII y XIX en sondeos realizados en la sala de exposiciones y la biblioteca y le quedaron resonando varias preguntas.
En ese entonces le llamó la atención la similitud entre los bloques de la estructura arqueológica en mampostería de piedra y algunos pilares en el edificio actual: ¿es posible que luego de más de 150 años se hubieran retirado bloques de la misma cantera con las mismas características?, ¿qué tan probable es que existan coincidencias en sus dimensiones y talla?, ¿durante la construcción del Palacio Gómez se aprovechó el material existente en el predio? De León ha estado buscando respuestas.
En búsqueda de respuestas.
Lo primero es explicar por qué sostiene que allí hubo una estructura militar. Lo denotan los hallazgos. En el nivel inferior que se corresponde con el periodo de ocupación más antiguo aparecieron decenas de proyectiles de avancarga y balas de cañón de diferentes calibres, piedra de chispa y diferentes botijos de uso utilitario y no doméstico (también carbón, huesos de pescado y vacunos y huevos de ñandú). En niveles superiores de la excavación sí se encontraron restos de vajilla —tacitas, platos, botellas y seis monedas de reales de plata—, lo que apunta al uso de una vivienda familiar posterior.
Por otra parte, la arqueóloga encontró un ejemplar de la revista Rojo y Blanco de 1902 en la que se relataba que durante una remodelación en la residencia de Francisco Gómez —quien había comprado el terreno en 1871— se había encontrado material de guerra y huesos humanos. Se decía también que las piezas habían sido trasladadas por Joaquín de Salterain al Museo Histórico Nacional. No obstante, no hay registros certeros (sí hay armamento sin catalogar que puede o no coincidir con lo buscado y no hay restos óseos).
Lo segundo es por qué se sostiene que es de tipología portuguesa. Basta con ver las piedras. Los bloques que se encontraron debajo del Palacio Gómez son similares en la forma, tipo de talla y tamaño a los utilizados en la construcción portuguesa del Fuerte San Miguel (1737, Rocha) y totalmente diferentes a los restos visibles de la Batería de San Sebastián (calles Buenos Aires y Bartolomé Mitre) que formaban parte de la muralla de Montevideo o de lo que se conservó del Fuerte San José (a la altura de la Plaza Zabala), el que siempre fue señalado como la primera obra militar de la ciudad.
Los mismos bloques aparecieron debajo del revoque de algunos pilares de las salas del Palacio Gómez, cuya construcción es de 1875. A fines de 2023 a estos se les practicó un análisis petrográfico y otro de composición química que confirmaron que se trataba de la misma piedra (y es la misma que puede observarse, por ejemplo en las Canteras del Parque Rodó y en el Molino de Pérez). Este trabajo se realizó en colaboración con Leticia Chiglino y Gustavo Piñeiro del Polo de Desarrollo en Geología y Minería del Centro Universitario Regional del Este.
Una construcción en ladrillos (con argamasa y losa de granito presumiblemente un depósito posterior a 1745) encontrada en el sitio parece aprovechar el paramento de piedra, ya que se adosa a él y no continúa en la misma línea; por lo tanto, es posterior en el tiempo.
“Hicimos otra excavación por una obra sanitaria, más acotada, y en la base también aparecieron las mismas piedras formando parte del muro de cimentación”, agrega de León. Justamente por esto es que no se pudo continuar con la excavación, dado que se ponía en riesgo al edificio.
Hay un plano de 1724 que ubica el fuerte portugués en esa zona de la ciudad y notas de la época que hablan de que los portugueses, una vez que abandonaron la posición, fueron detenidos y sometidos a juicio. Pero no hay ninguna otra información en los archivos disponibles en Uruguay sobre lo que allí se discutió y resolvió. La duda que todavía persiste mantiene en vilo a de León quien quiere ir a consultar archivos en Rio de Janeiro y Lisboa a su costo si el proyecto no consigue nuevo financiamiento. “Yo quiero saber qué es para conocer cómo se fue construyendo el relato histórico”, remata.
Algunos de los hallazgos podrán ser vistos una vez que la puesta en valor sea inaugurada previsiblemente el próximo fin de semana del Día del Patrimonio. En estos momentos se está preparando la cartelería. No obstante, parte de las excavaciones ya pueden ser vistas si se concurre a la biblioteca del edificio.