Un reciente estudio traza un perfil del cervecero uruguayo

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Una industria dominada hasta ahora por hombres, con una actitud innovadora y ganas de ganar nuevas parcelas de mercado.

Hace más o menos 15 años, la cerveza artesanal llegó a un mercado que parecía estar demandando algo sin ser del todo consciente de eso. De la noche a la mañana —aparentemente, al menos— brotaron incontables boliches que ofrecían IPAs, APAs y otras abreviaciones que fuimos aprendiendo por influencia del “Nuevo uruguayo”, ese concepto pseudosociológico que surgió en el quincenio progresista y que tuvo mucho de aspiracional.

Tomar cerveza artesanal pasó a ser algo que otorga cierta distinción de lo masivo y, también, monopólico. Además, si el bebedor pide IPA —la variante más distante de la cerveza rubia y “suave” que caracteriza a la mayor parte de la oferta— es como demostrar un paladar más exigente y curtido (ni que hablar cuando ya se entra en el terreno de cervezas con, pongamos, maracuyá, miel o ananá).

Además, se hicieron distintos festivales que aglutinaban a ese segmento de nuevos consumidores, ávidos de probar sabores desconocidos, y curiosos que se acercaban para averiguar de qué iba todo eso.

Beer Fest
Foto: Fernando Ponzetto.

La mayor parte de la atención estuvo puesta en el producto y en los consumidores, pero hace poco se publicó la primera investigación que apunta el foco en los hacedores de ese brebaje. Titulado Estudio diagnóstico sobre el sector cervecero artesanal en Uruguay, el trabajo fue realizado por dos expertos, Emiliano Santa Cruz y Alejandro Sosa, de la consultora Ciesu (Centro de Informaciones y Estudios del Uruguay) y traza un perfil del cervecero artesanal. Y no es que sus autores parezcan militar contra la inclusión de género o el idioma inclusivo. Es que el rubro es más varonil que la más tradicional de las fragancias Old Spice. Hacer cerveza de manera artesanal es, hasta ahora, una actividad casi exclusivamente masculina, porque en dicho estudio se establece que 95,4% corresponde a hombres y 4,6%, mujeres.

Laura Meléndez integra el grupo Mujeres Cerveceras Uruguay. Ella dice que esa cantidad de hombres “es mucho”, y añade que hay varios factores que explican eso. En parte, pasa ahí lo que pasa en muchas otras actividades, y que hay cierto “prejuicio que dice que las tareas artesanales son de hombres, salvo la cocina. La manufactura en general —carpintería, por ejemplo— la hacen los hombres”.

Pero Meléndez también señala otros prejuicios. Por ejemplo, menciona que hace unas décadas no estaba del todo bien visto que una mujer tomara alcohol. Tomar alcohol, así como fumar, eran hábitos masculinos. Con el paso de los años, y el avance de distintos movimientos sociales, eso fue cambiando. Pero esos cambios llevan tiempo. Hace 20 años era impensable, pero hoy la cerveza Patricia en Minas tiene una maestra cervecera, una mujer. Son lugares que no le han sido regalados, ha tenido que luchar por eso”.

Meléndez lleva también adelante el blog cervecero Pinta Daily. Uno de los posteos lleva el título ¿Una cerveza hecha por mujeres será tan buena como una hecha por hombres?, donde se puede leer: “El sesgo de género también está presente a la hora de elaborar cerveza. De hecho, es algo refrendado por un estudio realizado en la Universidad de Stanford, que concluye que ‘el sesgo de género puede afectar negativamente lo que pensamos sobre los productos fabricados por mujeres, especialmente en los mercados orientados a los hombres’”.

A la cabeza

Luis Campelo - Volcánica
Luis Campelo. Foto: Francisco Flores.

Luis Campelo hace cerveza desde 2013, es el director de la marca Volcánicay, también, presidente de la Asociación de Microcervecerías Artesanales del Uruguay (AMAU).

Cuenta que la pandemia afectó mucho a los cerveceros artesanales, que no tienen los mismos márgenes que las grandes corporaciones de bebidas alcohólicas. Y que de ese período especial nació el estudio. “Presentamos junto a Ciesu el proyecto de realizar esa investigación a la Agencia Nacional de Desarrollo. La cerveza artesanal viene creciendo, pero aún hay mucha informalidad. Hay datos que en cualquier industria se manejan desde hace años y en la nuestra no. Era para ponernos más prolijos”.

Pero no solo fue una cuestión de prolijidad. También hubo una intención de contribuir con una reactivación de esa industria y, además, un crecimiento. Porque, como también dice: “Nosotros hacemos mucho ruido, pero no vendemos tanto”, y agrega que se trata de aproximadamente el 2% del mercado. Más o menos como los hombres aventajan por mucho a las mujeres en el rubro artesanal, pasa lo mismo con las grandes marcas respecto de las artesanales.

Ahora que existe un diagnóstico sólido del sector, ¿piensa que la cervecería artesanal puede seguir creciendo? “El estudio es una herramienta para ir a ‘pelear’ por esos lugares que tiene cualquier industria, no por el monopolio que hay (NdR: se refiere a Fábrica Nacionales de Cerveza), sino para poder tener un lugarcito más en las góndolas y poder mostrarle al cliente las grandes diferencias entre una cerveza artesanal y una industria, y por qué no estar presentes en todos lados. Nos ha costado horrores entrar en los supermercados”.

Campelo también aporta que la lucha para conquistar parcelas de mercado ha sido ardua en muchos países, que no es un fenómeno nacional, y menciona que a los cerveceros artesanales de Estados Unidos les llevó aproximadamente algo más de tres décadas alcanzar el 15% del mercado que ostenta ahora. Pero en ese camino se está, aunque es consciente de que sus competidores son mucho más fuertes y que le pusieron y pondrán muchos obstáculos.

El estudio, además, no se queda en la compilación de datos y números para ofrecer una fotografía lo más detallada posible de una industria nacional que intenta consolidarse. Además, también puede servir como insumo para la elaboración de políticas públicas que incentiven ese crecimiento. Entre otras cosas, porque se trata de una actividad que es intensiva en su empleo de mano de obra nacional y muy proclive a la innovación.

El coautor de la investigación, Emiliano Santa Cruz, dice a Revista Domingo que uno de los componentes del estudio también es contribuir a ajustar algunas de las regulaciones que rigen en la fabricación de cerveza artesanal, porque como expone, “si bien se trata de una actividad caracterizada por pymes, está regulada por la normativa fiscal desarrollada para la industria, que en Uruguay siempre fue una gran industria. Las pautas salariales, por ejemplo, son las de la gran industria”.

Los artesanos (y artesanas, claro) de la bebida tienen un empinado camino por delante para convencer a políticos, propietarios de supermercados y, también, a consumidores que durante muchos años se acostumbraron a ciertos sabores. Ya dieron los primeros pasos. Resta comprobar si en algún momento aquellas abreviaciones mencionadas al principio no solo se conocen sino también se empiezan a beber masivamente.

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