VIAJES

Medellín es una ciudad que enamora y te obliga a quedarte varios días. Es la “ciudad de la eterna primavera”, como la llaman. Está enclavada en un valle entre las montañas. Tiene un clima muy agradable y vistas espectaculares para donde se la mire; es como que la ciudad fue subiendo y conquistando la montaña creando una hermosa combinación. Un punto que hay que mencionar es la calidez de los “paisa”, el gentilicio de la región de Antioquía. La amabilidad y el recibirte con un buen café son su tarjeta de presentación.

Medellín es la ciudad fénix que resurgió del fuego y de la gran violencia de las décadas anteriores. Ahora se está modernizando y creciendo. Debo reconocer que no estaba en la lista de puntos para visitar en mi viaje a Colombia. Tenía en mi mente los recuerdos de la Medellín de cuando era chico y veía las noticias en los años 90 cuando todo era violencia y muerte. Por suerte decidimos visitarla y puedo ser testigo de una metamorfosis en la que, en poco tiempo, la ciudad está dejando atrás su triste pasado, pero sin olvidarlo.

Medellín palpita y se mueve todo el tiempo. Tiene cierto aire europeo con elementos de distinción y elegancia y un transporte de metro que acerca a la ciudad y que la hace muy cómoda y accesible. Tiene, además, hermosos edificios, aunque cada tantas cuadras aparecen rincones verdes y descontracturantes, como el Parque de los Pies Descalzos. Aquí la idea consiste en descalzarse, pisar arena y luego refrescarse en el agua de la fuente. Uno queda con una sensación muy linda y más si sos viajero y tus pies son tu herramienta esencial.

La ciudad empieza en el valle y se extiende subiendo las montañas. Por si fuera poco, también tiene el sistema de metro cable, que permite viajar subiendo por las montañas y ver todos sus rincones. Esta es la manera ideal para visitar el Parque Arví, el mayor pulmón que tiene Medellín. El recorrido empieza en la estación Acevedo. Y luego comienza el ascenso hasta llegar al parque. Un lugar muy destacado es la llamada Comuna 13 y sus escaleras mecánicas, un barrio lejano de Medellín que se caracteriza por sus casas y calles apretadas y también por su cultura grafitera. Allí todo —las calles, los espacios públicos— está intervenido de forma artística. Incluso en este lugar se hacen los llamados grafititour. En 2011 se inauguraron seis tramos de escaleras mecánicas que ascienden por sobre las pendientes esquivando las casas del barrio.

Tras varios días de vagar y de sentir Medellín siento que hay tres personajes que se adueñan de la ciudad, por lo menos en mi mente: Fernando, Carlos y Pablo. Uno es el gran artista Fernando Botero. Es un icono de la ciudad y sus esculturas pueden ser vistas en la llamada Plaza Botero, plaza central de Medellín. Es una hermosa donación que hizo el artista a su ciudad natal. Se trata de un museo al aire libre ubicado en el corazón de la ciudad. Allí se pueden encontrar 23 monumentales obras del artista paisa.

Botero es dibujante, pintor y escultor colombiano, reconocido por trabajar en sus obras con una importante voluptuosidad y exuberancia. Esto despierta la curiosidad y la atención. Y convierte su arte en una verdadera belleza. Entre sus obras podemos destacar Hombre a caballo, Soldado romano, Maternidad, Mujer con espejo, Mujer con fruta, Hombre caminante, Mujer sentada, Mujer reclinada, Hombre vestido, Eva, Adán, Perro, Gato, Caballo, Esfinge, Caballo con bridas, Mujer vestida, entre otras.

Otro personaje que está atado a Medellín es Carlos Gardel. Es que aquí murió en aquel accidente de avión de 1935. Aquí empezó el mito.

En un día de descanso en la ciudad, camino y llego hasta su plaza pegada al aeropuerto. Por lo que pude averiguar, en Medellín se escuchaba tango mucho antes de la muerte de Gardel. Y hoy en el barrio de Manrique el tango sigue vivo y la música sale y recorre sus calles. El fin de Carlos y el comienzo del mito de Gardel se dio el 24 de junio de 1935 cuando en el despegue en Medellín la aeronave se salió de la pista y chocó contra otra. Iba con destino a Cali.

Y el último personaje y no tan célebre como los anteriores es Pablo Escobar. Medellín es la ciudad donde formó su cartel y donde reinó literalmente unos cuantos años. Es importante aclarar que Medellín sufrió un cambio positivo y que se encuentra en un gran trabajo tratando de superar la violencia del pasado. A unos 80 kilómetros se halla la ciudad de Guatapé, donde se puede visitar la finca La Manuela, el lugar preferido de Escobar, donde tenía a su gente y a su familia. Se llama así en homenaje a su hija. La Manuela era una de las 80 propiedades que se le conocieron al líder narco. Hoy la maneja el que fue mayordomo de Escobar. Para llegar hay que tomar una lancha. La finca está toda derrumbada y quemada, ya que fue explotada por los “Pepes”, es decir, los Perseguidos por Pablo Escobar. Fue un grupo paramilitar integrado por narcotraficantes, exsocios de Escobar, y financiado principalmente por el Cartel de Cali.

Hoy la finca se encuentra en un largo trámite judicial ya que el Estado colombiano quiere quedarse con ella, pero el exmayordomo señala que hace más de 25 años la está atendiendo y cuidando. La ley colombiana dice que si alguien habita una propiedad vacía por más de 20 años le corresponde su propiedad. La muchacha que nos hace el tour nos enseña las dobles paredes del lugar donde, al parecer, Pablo guardaba el dinero que toda su gente fue a sacar cuando supieron que el final estaba cerca. Ella dice que nunca se encontró nada en las paredes.

Pablo Escobar fundó el Cartel de Medellín, grupo que manejó el negocio de la cocaína desde su producción hasta su consumo, acaparando más del 80% de la producción mundial. Así, Escobar se fue convirtiendo en el jefe de la mafia en Colombia y en uno de los hombres más ricos del mundo.

Un hermoso lugar muy cerquita de Medellín es Guatapé. El atractivo más importante del pueblo es la gran piedra o Peñol. Se puede subir a ella y disfrutar de las vistas que se tienen allí arriba. Para lograrlo, es necesario subir los 740 escalones pegados a la roca.

Desde allí se puede ver todo el lago, que es artificial y se debe a la creación de una represa en 1970. Los habitantes de Guatapé tienen una hermosa tradición que llena de colores al pueblo. Decoran los frentes de sus casas con zócalos o azulejos coloridos. Cada zócalo es único y los hay desde los más simples hasta verdaderas obras de arte.

Merece la pena perderse por los callejones y admirarlos con detenimiento. Me fascina el zócalo que tiene a la Monalisa pero en versión Botero.

Dejo Medellín con mucha fascinación por su gente y sus historias. Es que de eso mismo está conformada la riqueza de una ciudad, de un pueblo: de su gente y sus historias. Medellín sigue luchando por librarse de los estigmas y prejuicios.