En conmemoración por los 100 años del Hospital Pasteur, se instaló recientemente una “linterna” que deja “una luz encendida para preservar la historia”, dijo a Domingo la arquitecta Carina Rojo, no solo del edificio que nació como un colegio sino del barrio que primero fue el Pueblo de la Restauración hasta que se tranformó en Villa de la Unión como homenaje a la paz pactada luego de la Guerra Grande, bajo la consigna de “ni vencidos ni vencedores”.

La iniciativa surgió desde el Área Patrimonial de la Dirección de Arquitectura de ASSE, con el apoyo y financiamiento de la Dirección de la institución. “Es una estructura metálica que lleva palabras alusivas a la historia, el agua y las distintas etapas del edificio”, contó Rojo. Esta fue construida por la empresa Publiled.

¿Por qué la mención al agua? Por la propia historia del lugar donde fue instalada la escultura. Fue colocada sobre el antiguo brocal que abastecía de agua fresca al incipiente barrio, uno de los puntos de conexión del llamado “subterráneo” de Oribe, una cisterna revocada de cinco metros de profundidad. El agua de lluvia de los techos se recogía en cisternas (algunas han sido encontradas y estudiadas por Rojo, la arqueóloga Ana Gamas y el investigador del Instituto de Historia y Urbanismo de la Unión, Alberto Fernández) y desde allí se extraía con baldes a través de los brocales de los aljibes. “Recientemente pudimos acceder al viejo aljibe en uno de los patios. Dicha cisterna forma parte de un sistema hídrico de abastecimiento utilizado durante la Guerra Grande que tenía interconectadas otras similares en la plaza, la iglesia y en viviendas cercanas”, dijo a Domingo. Estas conforman una red de túneles que el equipo de investigadores pretende rescatar.

Se pensó en poner en valor el recinto subterráneo pero las ideas fueron descartadas al constatar que siguen activos los ingresos de agua desde los techos cercanos y por napas freáticas. En su lugar, se implementaron medidas para reutilizar el agua almacenada. “Pero, de alguna forma, queríamos que se pudiera saber con algunas pistas qué pasaba en ese patio”, agregó la arquitecta. Por eso, además de la linterna, se colocó en el piso del patio una ventana hacia una excavación. A través de ella se puede apreciar la curvatura de la bóveda y uno de los cinco albañales por donde ingresa el agua.