Un túnel del tiempo sobre la avenida 18 de Julio

Los amantes de las antigüedades y los coleccionables hallan sus tesoros en la Galería Central de Montevideo. Una paseo histórico que se reconvirtió y que lucha contra el paso del tiempo.

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Anticuario
Anticuario Daniel Fernández
Francisco Flores/Archivo El Pais

En 18 de Julio 976 se encuentra la histórica Galería Central, un paseo techado que, como otros de su tipo, ha sufrido la degradación comercial que tuvo el centro de Montevideo con la apertura de los shoppings y la incorporación del estacionamiento tarifado. Pero la Galería Central, en cierto modo, ha logrado sobrevivir a los embates del tiempo, transformándose en referente para quienes buscan antigüedades y objetos coleccionables, entre ellos, de la Segunda Guerra Mundial.

Daniel Fernández abrió un local en 2008 en la parte de la galería que tiene su ingreso por Julio Herrera (también se puede acceder a ella por San José). Con la pandemia empezó a dejar de ir hasta que cerró, pero se formaron varios grupos de venta en WhatsApp y comenzó a explotar esas vías que hoy atrapan a muchísimos coleccionistas. “Hace dos años que estoy en el local 10, que me vino bien porque entra mucho más gente por 18 de Julio. Y cuando llueve muchas personas pasan para no mojarse desde San José a 18”, señala a Domingo.

Fernández administra siete grupos de venta de WhatsApp y hace dos subastas por esta vía los martes, en las que hay bases mínimas de $ 200 y $ 700. En tanto los miércoles, a partir de las 14:00 horas, muchos concurren a su local (llamado “Museo La Alcancía”) a retirar lo que se vendió. “Son grupos temáticos de libros, coleccionables e incluso de ocasión, en donde se puede vender hasta una cama a la que le falta una pata”, dice. Con 20 años de experiencia en la venta de antigüedades, explica que antes iban muchos argentinos a comprar, lo cual ha disminuido por la crisis económica en el vecino país.

Con respecto a objetos de la Segunda Guerra Mundial, dice: “Lo que pongo acá (señala la vitrina que da hacia afuera) se vende enseguida”. Y agrega: “Lo relacionado con los nazis es lo que primero se vende. Si tenés algo de la Segunda Guerra de los norteamericanos, es un clavo, lo que la gente busca son cosas alemanas”.

Fernández no sabe si esto obedece a algo ideológico. “Una vuelta que vendí unas monedas con esvásticas el comprador vino a casa y me hablaba desde afuera bajito, le daba vergüenza”, recuerda.

Joyas y curiosidades.

Al frente del local 16 se encuentra Rodolfo Osorio, quien además de vender antigüedades es grabador de joyas a buril (un sistema que se utiliza desde hace varios siglos). Entre los objetos que tiene a la venta, destaca un aparato que utilizaban los artilleros estadounidenses en la Segunda Guerra Mundial para medir la distancia a la que volaban los aviones y el tamaño de sus alas, lo que les permitía definir qué tipo de aeronave era y cuál era la munición apropiada para derribarla.

“A veces compro cosas en remates online y, mientras no se venden, las tengo acá y las disfruto un tiempo. Las antigüedades siempre me gustaron, mi padre iba mucho a buscarlas a la feria de Tristán Narvaja y era joyero. Antes iba todos los días a alguna feria, salvo los lunes que descansaba. Hace más de 30 años que estoy con las antigüedades y el grabado”, anota.

Y coincide con Fernández en cuanto a que hay muchas personas interesadas en cosas del nazismo. “No sé si es por un tema de morbo o qué. Preguntar por cosas de la Segunda Guerra es un término políticamente correcto para preguntar por cosas alemanas. Es algo tabú”, dice.

Para todas las edades

Luis Ignacio Episcopo (“Nacho”) atiende junto a su padre el local 8 de la Galería Central, ubicado a pocos metros de 18 de Julio. Él le ha dado un toque diferente al comercio introduciendo juguetes vintage (es fanático de Batman), por lo que sus clientes son de todas las edades. “Mi apellido viene de la Iglesia Episcopal. Antes estaban los episcopones, que eran los sacerdotes egipcios. Se da la casualidad de que los pocos Episcopo que hay acá en Uruguay o en Argentina todos coleccionan algo. Yo determiné que es un tema medio genético”, comenta.

Durante la crisis de 2002, su padre comenzó a vender revistas antiguas y vio que eso podía convertirse en un modo de vida. “Tenía un local que estaba más en el fondo y hace 10 o 12 años se mudó para acá”, recuerda Nacho.

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Luis Ignacio Episcopo.

“Las galerías del Centro tienen un deterioro en general, muchas se han llenado de peluquerías o barberías. Por lo tanto esta se transformó un poco en referente. La idea es levantarla un poco más, convencer a coleccionistas que se quieran dedicar a esto para que alquilen locales, hacer algún tipo de feria o paseo. Yo soy de los que todavía cree en el paseo de 18 de Julio”, comenta.

Entre los objetos que tiene a la venta hay soldaditos de plomo. Solo uno de ellos está parado de espaldas, porque sostiene un estandarte con una cruz esvástica. “Hay un público cautivo con el tema de la Segunda Guerra Mundial”, concluye.

Soldaditos de la Segunda Guerra Mundial

A partir del próximo miércoles 14 de junio, El País ofrecerá a sus lectores la serie “Soldados de la Segunda Guerra Mundial”, una colección inédita para los apasionados de la historia. La misma se compone de 15 reproducciones metálicas a escala dedicadas a las fuerzas armadas de este conflicto bélico, con un alto grado de detalle en uniformes y equipamientos. Y de una base coleccionadora de gran tamaño que irá de regalo.

Además, cada entrega -de frecuencia quincenal- irá acompañada de un fascículo explicativo con información minuciosa sobre los soldados y los hitos claves de este conflicto bélico que marcó la historia de la humanidad.

El precio de venta al público será de $ 470 y los socios del Club El País podrán acceder a un 20% de descuento comprando la colección completa en una única entrega. Será posible pagarla con tarjeta en hasta en 6 cuotas sin recargo.

El primer número de la colección es sobre el soldado de la Legión Extranjera Francesa (imagen al pie).

Este famoso grupo de combate se fundó en 1831 y está integrado por soldados de infantería altamente entrenados de diversas nacionalidades. Algunas unidades de la Legión Extranjera participaron en la Segunda Guerra Mundial, desempeñando un papel primordial tanto en Oriente Medio como en la campaña del norte de África.

Una parte de estos legionnaires se mantuvo leal a la Francia Libre mientras que otra facción apoyaba al gobierno colaboracionista de Vichy. El uniforme de los soldados consistía en una camisa color caqui para soportar el clima sofocante del desierto, el emblemático quepis y unos pantalones cortos acompañados de medias largas. Asimismo, los oficiales de la Legión Extranjera Francesa disponían de una túnica de lana, de algodón o de cuero.

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Soldaditos de la Segunda Guerra Mundial.

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