Una historia escondida bajo Buenos Aires: los túneles de la iglesia más antigua de la ciudad

Desde túneles hasta las torres originales, un recorrido por la iglesia de San Ignacio de Loyola ofrece una visión única de la capital argentina.

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Iglesia San Ignacio de Loyola de Buenos Aires, la más antigua de la ciudad

Bajo tierra, a seis metros de la superficie, la sensación es la de un viaje en el tiempo. Una luz tenue resbala sobre las paredes irregulares de un túneljesuítico, excavado a comienzos del siglo XVIII, revelando las marcas de los picos en la piedra. Cada golpe aún visible es testimonio del esfuerzo de quienes lo cavaron bajo la iglesia de San Ignacio de Loyola, la más antigua de Buenos Aires.

Pero la visita -que conviene reservar con anticipación- no se limita a este recorrido subterráneo. Traza un viaje completo desde la fundación de la ciudad por Juan de Garay en 1580 hasta el presente, con anécdotas inesperadas, como la historia de un vecino que logró impedir que abriera un McDonald’s en la esquina.

Arriba, en la superficie, el siglo XXI sigue su curso en el barrio Monserrat, sobre la calle Bolívar, entre Alsina y Moreno. A pocos pasos, el Cabildo y la Casa Rosada son testigos del incesante movimiento de la ciudad: protestas, bocinazos y el calor agobiante del día en que Domingo hizo la visita. Abajo, en cambio, todo era fresco y silencioso. Solo rompía la quietud la voz de Alicia, una de las guías, que con soltura y humor relataba la historia de este pasadizo subterráneo, excavado hace tres siglos sin que aún se sepa con certeza su propósito.

“¿Para contrabando? Ya se hacía arriba. ¿Para la venta de esclavos? En la plaza (Plaza de Mayo). La mayoría de los historiadores coincide en que fueron construidos con fines defensivos, ya que están ubicados bajo la torre. Sin embargo, les llama la atención que hombres tan inteligentes no hayan dejado ningún registro escrito. Y hay otro detalle: el rey no estaba al tanto. Estos túneles eran secretos. No existe ninguna carta intercambiada entre los jesuitas y la Corona en la que se mencione lo que ocurría en el subsuelo, no solo en esta iglesia de Buenos Aires, sino en todos sus túneles”, explica la guía.

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Túneles de la Iglesia San Ignacio de Loyola de Buenos Aires

Tampoco se sabe con certeza dónde comienzan ni dónde terminan. Hoy es posible recorrer unos 35 metros bajo esta iglesia, pero el tramo que pasa por debajo de otros edificios de la Manzana de las Luces, como el Colegio Nacional de Buenos Aires, no es accesible. Lo mismo ocurre con otro túnel descubierto en 1848 cerca de la iglesia de San Pedro González Telmo (Humberto I 340, a pocas cuadras), también jesuita. Lo que sí se sabe es que el pasadizo de la iglesia de San Ignacio de Loyola llegaba hasta el Cabildo.

En la segunda década del siglo XX, Héctor Greslebin, entonces un joven estudiante de arquitectura, realizó el primer estudio científico sobre la red de túneles en la Manzana de las Luces. Iniciado en 1912, su trabajo resultó fundamental. Él mismo descendía a los túneles, con una cuerda atada a la superficie, un farol de kerosene y herramientas de medición. Solía advertir que, si no salía en una hora, debían bajar a buscarlo, pues el oxígeno escaseaba y los desmoronamientos eran frecuentes. Hoy solo basta bajar unos escalones.

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Iglesia San Ignacio de Loyola de Buenos Aires
Foto: María Orfila
QUÉ INCLUYE Y CUÁL ES EL COSTO DE LA VISITA GUIADA

La visita guiada incluye un recorrido por el templo, las matroneras y el ascenso a la torre sur. Ambas torres conservan sus campanas originales, siendo la más antigua de 1766. La torre norte, construida hacia la década de 1850, alberga el reloj inglés que perteneció al Cabildo de la ciudad, el cual fue trasladado cuando se derribó parte de la estructura del edificio para abrir las avenidas laterales. Desde lo alto de la torre sur, se puede divisar una parte del barrio Monserrat. El interior de la iglesia es austero, con sus paredes blancas que resaltan el colorido de los retablos. De los 14 retablos existentes, se conservan siete del período jesuítico: el retablo mayor, la Dolorosa, la Virgen de las Nieves (copatrona de la ciudad de Buenos Aires, que no se exhibe habitualmente para evitar su robo, dado su gran valor) y los de San Judas Tadeo, Santa Teresa de Jesús, San Luis Gonzaga y San Juan Nepomuceno.

En uno de los laterales del templo se conserva una de las cuatro galerías que conformaban el claustro del Colegio Grande de San Ignacio. Recientemente ha recuperado su espacialidad debido al despeje de la franja de patio subsistente de la antigua construcción, demolida para dar lugar, a principios del siglo XX, al actual Colegio Nacional de Buenos Aires. Seis de los nueve miembros del gobierno formado en mayo de 1810 fueron sus alumnos: Belgrano, Castelli, Moreno, Saavedra, Paso y Alberti.

El costo para los uruguayos es de $13.000, y los menores de seis años tienen acceso gratuito. Toda la información sobre horarios y reservas está disponible en sanignaciodeloyola.org.ar/visitas-guiadas.

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Iglesia San Ignacio de Loyola de Buenos Aires

Tesoro colonial.

“Esta es la iglesia más antigua en funcionamiento de Buenos Aires”, cuenta la historiadora Ana María Di Consoli a Domingo. El actual edificio fue construido por la Compañía de Jesús entre 1710 y 1722, aunque algunos sostienen que no se completó hasta 1734. Muchos de sus retablos y la torre norte fueron añadidos posteriormente. Sin embargo, el imafronte -cuerpo central de la fachada- y la torre sur, erigida en 1680, forman parte de la construcción original, por lo que se consideran las estructuras más antiguas de la ciudad.

“Está asentada sobre ladrillos de barro”, señala la coordinadora de las visitas. Aquí mismo funcionó un horno, y el resultado de su producción aún puede verse en distintos rincones del claustro.

La restauración de la Iglesia de San Ignacio de Loyola comenzó con un plan maestro en 2007, cuyo objetivo era recuperar esta edificación de gran valor histórico desde sus cimientos. El proyecto de resignificación histórica y cultural fue impulsado por el entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, hoy papa Francisco, y liderado por el padre Francisco Baigorria. Hasta ese momento, según Ana María, la iglesia se encontraba en un estado ruinoso, a pesar de que es Monumento Histórico Nacional desde 1942. Alicia recuerda: “El párroco salía a la calle con un megáfono y, a gritos, pedía por favor que no pasaran más autos ni colectivos porque la iglesia se estaba cayendo”. Tras varios años de intenso trabajo, que aún continúan, la iglesia abrió al público el túnel y la torre sur.

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Iglesia San Ignacio de Loyola de Buenos Aires
Foto: María Orfila
OTRO MUNDO SUBTERRÁNEO: EL ZANJÓN DE GRANADOS

A pocas cuadras de la Iglesia San Ignacio de Loyola, en la calle Defensa 755, se encuentran otros túneles en una casona conocida como el Zanjón de Granados. Esta residencia, que hacia 1860 albergaba a sus habitantes junto con esclavos, fue transformada a principios del siglo XX en un conventillo y una vinería. Hoy, tras un minucioso proceso de restauración que ha conservado al máximo su estructura original, el sitio permite a los visitantes recorrer los túneles subterráneos por los que antiguamente fluía el agua de la ciudad, atravesando el conventillo en su camino hacia el Río de la Plata. Durante el tour, se exhiben diversos objetos hallados en las excavaciones, junto con restos de edificaciones del siglo XVIII, cisternas, aljibes y el primitivo sistema hidráulico de la ciudad. Esta exhibición se complementa con documentación recopilada a lo largo de décadas de investigación, que incluye cartas manuscritas de antiguos vecinos y viajeros.

Las visitas guiadas ofrecen un detallado recorrido por la historia de la casona y su subsuelo, revelando aspectos como la ubicación original de la cocina, el acceso y estacionamiento de los carruajes y los espacios destinados al descanso de los esclavos. También se comparten datos históricos fascinantes, como el hecho de que este complejo se encuentra en la última manzana de la zona sur de la ciudad fundada en 1580 por Juan de Garay, durante la segunda fundación. No era una ubicación azarosa: por esta manzana corría uno de los tres arroyos que llevaban el agua desde los altos de la ciudad hasta el Río de la Plata, que en aquella época se encontraba a solo 150 metros del lugar, en contraste con los dos kilómetros de distancia actuales. El Zanjón de Granados está incluido en la Guía de Patrimonio Cultural de Buenos Aires como la obra de recuperación arqueológica más importante de la ciudad. Más información en elzanjon.com.ar.

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