Una piedra de granizo de más de 2,5 centímetros cae a una velocidad de entre 40 y 75 kilómetros por hora. Con esa potencia, este no es un mero dato curioso de meteorología. Es un fenómeno que puede causar daños mayores que los vientos intensos e incluso que los tornados. ¿Y a qué no sabe? Uruguay está en una región del mundo con una ocurrencia e intensidad de tormentas graniceras notablemente alta y, al mismo tiempo, tiene poca capacidad de pronóstico y medición.
Atenta a esta situación, la ingeniera Florencia Blasina desarrolló un sensor acustoeléctrico capaz de medir los impactos del granizo y estimar su energía para así dar insumos a los modelos predictivos con una tecnología que no existe en el mercado internacional.
Piedras de hielo.
El granizo es un tipo de precipitación atmosférica tal como lo es la lluvia, la nieve, el aguanieve o el graupel. La diferencia entre granizo y graupel es que el primero es una bolita de hielo más dura, mientras que la otra es más “esponjosa”. También es más grande. Según describe la meteoróloga Yilian Montesino, docente del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y Física de los Océanos de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República (Udelar), el granizo tiene entre 0,5 y cinco centímetros en promedio (una pelota de golf tiene cuatro). “Se lo asocia a un fenómeno severo cuando cae con un tamaño mayor a 2,5 centímetros”, apunta.
Dependiendo de la cantidad de granizo y la duración de la tormenta, cuando impacta contra una superficie tiene un efecto “tan destructivo que puede ser incluso superior a los vientos intensos y los tornados”, por lo menos en esta región del mundo.
Esto se debe a que Uruguay calza justo en un área que es la segunda en frecuencia de tormentas graniceras en el mundo. Nuestro país, el noreste de Argentina y parte del sur de Brasil comparten el llamado“corredor de los tornados”, donde ocurren manifestaciones más intensas incluso que en la región de tornados de EE.UU.
¿Y qué tiene que ver un tornado con el granizo? Ambos surgen de una tormenta convectiva que es aquella por la que una masa de aire húmedo asciende rápidamente en un movimiento vertical. Usted puede reconocerla en un cumulonimbus denso y amenazante.
Lo que sigue puede tener distintos finales. Si se forma una tormenta supercelda, o en rotación, se ponen en juego distintos mecanismos que desencadenan un tornado o la precipitación de granizo. “Los mecanismos de retroalimentación del granizo, es decir, para que aumente su tamaño, son distintos a la dinámica del tornado”, explica Montesino a Domingo.
Las tormentas de granizo tienen, generalmente, corrientes ascendentes más anchas. Estas son las que aportan humedad y, según su duración, son la que contribuyen al tamaño del hielo. Dentro de la nube se encuentran los “embriones de granizo” -o el graupel- que son gotas grandes congeladas. “Para que crezcan tiene que haber alto contenido de agua líquida sobreenfriada y fuertes corrientes ascendentes que van a permitir la recirculación dentro de la nube”, enseña la meteoróloga. Cuando el empuje hacia arriba finaliza o las pelotitas alcanzaron un peso que ya no puede ser sostenido por la masa de aire, caen dentro de la “cascada de hidrometeoros” para luego ir hacia la tierra.
Le pasa a Francella.
El tema es que, a pesar de estar en un punto geográfico donde arrecian las tormentas graniceras, particularmente durante la noche, no existen estudios nacionales específicos ni se cuenta con la tecnología de medición para ello. Tal como sucede con los tornados, las turbonadas y los ciclones extratropicales -todos diferentes entre sí-, se necesitan radares Doppler para pronosticar con más precisión la evolución de las líneas de tormenta. Uruguay no cuenta con ninguno. Estos permiten hacer una radiografía de la tormenta; incluso ver su interior: cómo está girando el viento y cuánto y a qué nivel está el granizo.
Pero también hay que decir una cosa: este es un fenómeno difícil de pronosticar (como bien muestra Granizo, la película protagonizada por Guillermo Francella que está disponible en Netflix) porque es un evento muy localizado y de evolución rápida.
Medir la intensidad del granizo es otro asunto. El Instituto Uruguayo de Meteorología (Inumet) obtiene los datos de la Red Pluviométrica y de revisiones de prensa. En las estaciones se cuenta con sensores clásicos que están compuestos por cuadrados de espuma plast de 20 por 60 centímetros, envueltos en una hoja de papel de aluminio. Luego de una tormenta, un técnico interpreta las marcas dejadas en su superficie y se estima el diámetro y la energía cinética en el momento del impacto. Este sensor no es reutilizable y no permite saber la frecuencia de los impactos ni cuándo comenzó la tormenta ni cuánto duró.
Aquí entra en el partido la ingeniera Florencia Blasina. En el marco de su doctorado desarrolló un sensor acustoeléctrico para obtener información detallada y en tiempo real de una tormenta granicera.
¿Qué implica? Sin la ayuda de ninguna espuma plast, pero sí con placas de acrílico y múltiples componentes electrónicos, el prototipo es capaz de medir los impactos de todas las piedras de hielo con 10 milisegundos de diferencia; además, puede registrar el ángulo del golpe, lo que sirve para estimar la energía. Cada vibración es traducida a una señal de voltaje que puede ser procesada de forma digital.
Toda esta información es útil para establecer una escala de intensidad, algo que no existe para el granizo. Al definir, por ejemplo, qué implica un nivel leve, moderado o severo se podrá tener un indicativo global de una tormenta específica, lo cual, además, le servirá a las empresas aseguradoras o las personas que sufren pérdidas por estos eventos climáticos.
A largo plazo, Blasina sostiene que la medición mejorará los modelos predictivos en los que trabajan científicos uruguayos. Montesino cree que ofrecerá un complemento de información.
Además, Blasina cuenta a Domingo que ya tiene la autorización del Inumet para instalar su prototipo en estaciones meteorológicas de Montevideo para hacer una prueba piloto. Ahora trabaja para alcanzar una versión más pequeña y que resista la instalación a la intemperie.
Este sensor acustoeléctrico no tiene competencia en el mundo, aclara el doctor en física, Nicolás Pérez, quien ha sido el tutor de Blasina. Es una tecnología incipiente para estudiar las tormentas graniceras y lo único que existe en el tema son equipos nuevos fabricados en Suiza y Alemania. En este sentido, Blasina prepara ahora un nuevo prototipo y luego se avanzará en el desarrollo de una versión que pueda convertirse en un producto comercial conforme se consiga financiamiento.