Por Nicolás Dovat, especial para Domingo
El jugador de ajedrez llega a las mesas del Parque Rodó y allí se detiene a contemplar la escena. Es cerca del mediodía; los rayos de luz se filtran entre las hojas de los árboles Pitanga, testigos de innumerables partidas. Hay mesas ocupadas: un visitante coloca sus piezas, otro apronta el mate y un tercero lo ve todo desde afuera. Se presentan ilusionistas, curiosos, filósofos de barrio y aficionados de distintas procedencias. Hasta un heladero, entusiasta del tablero, llega para ofrecer su visión del juego: “Vos tenés que proponer”, dijo, y se fue.
Facundo Vázquez (2004) nunca jugó en estas mesas. Comenzó a mover las piezas en un tablero Royal a los 8 años gracias a la motivación de su tío, que vio talento en él y por eso decidió buscar en internet un referente en el área. Dio con el Maestro Internacional Bernardo Roselli, profesor del Club Banco República. Tiempo después llegaría a tener tres entrenadores.
En 2022 obtuvo el título de Maestro FIDE (Federación Internacional de Ajedrez) y, además, superó la barrera de los 2.300 puntos de ELO —método estadístico creado por el físico Árpád Élo para comparar la fuerza ajedrecística de los jugadores— tras varios años de estancamiento general debido a la pandemia. En 2023 obtuvo en Argentina una norma de Maestro Internacional y, de esta forma, dio un paso importante en la lucha por obtener el título que precede al de Gran Maestro.
—¿Es importante arrancar de chico a estudiar ajedrez?
— Siempre que empezás de chico tenés una mayor evolución, porque las ideas las tenés más claras. Eso igual depende de lo que quiera hacer cada persona con el ajedrez. Cuando yo era chico no ganaba los torneos. Recién gané en 2017.
—Estás entre los tres mejores ajedrecistas uruguayos, de acuerdo al sistema de puntuación ELO. ¿Qué importancia tiene esto para vos?
— No me preocupa tanto alcanzar un logro con determinado ELO, no me obsesiono con eso, sino que estudio y veo qué pasa. Siento que si te enfocás en eso no lográs mejorar en ajedrez o en otras disciplinas. En mi entorno no me presionan y el puntaje en realidad no te cambia nada porque seguís siendo la misma persona.
Un estado mental... y físico.
Los conceptos que transmite Facundo —también estudiante de la carrera de Ingeniería Eléctrica— pueden ser aplicados al ajedrez y a cualquier otra disciplina que requiera un método para alcanzar ciertos objetivos. Incluso si uno se olvida por un rato del tablero, da la impresión que está hablando de asuntos cotidianos. “Mi psicólogo me dijo que lo principal son las ensaladas y no mucha harina, para regular el cansancio”, cuenta el ajedrecista que recientemente adquirió el hábito de comer frutos secos durante los torneos, algunos con doble ronda, lo que puede implicar cerca de ocho horas de intensa competencia. “Soy del chocolate, pero en los torneos no”, aconseja. Tampoco toma café.
¿Cómo hace para alternar el ajedrez con la Facultad? Dice que es complicado, puesto que no se quiere atrasar. En el primer semestre jugó tres torneos importantes, incluido el campeonato uruguayo. En el segundo semestre jugó menos. “Lo trabajé con mi psicólogo. Hay poca gente que termina la carrera en cinco años. Hay que meterle y no importa el tiempo que te lleve”, reflexiona.
— ¿Te encontrás con emociones negativas en la competencia ajedrecística?
— (Silencio). Podés tener emociones negativas pero en general no es algo negativo, porque pasan en la vida normal. Ponerse triste, estar frustrado, estar enojado con uno mismo: son cosas que te pueden pasar en el día a día. No lo veo como algo negativo sino como una herramienta que te ayuda a mejorar y aprender de eso. Antes me enojaba un montón. Cuando terminás una partida hacés un “stop” para enfocarte en lo que viene, para que esa sensación negativa no te arrastre a la siguiente partida.
En sus inicios, Facundo jugaba al baby fútbol en el Club Maeso, después al basquetbol —otra de sus pasiones— y finalmente decantó como ajedrecista. La diversidad de disciplinas también lo formó como deportista en un sentido más global del término. Cuando tenía 13 años no pensaba que podía alcanzar el nivel que tiene ahora. Recién con 15, cuando salió tercero en un torneo sudamericano, comenzó a tener otra visión de lo que podía pasar. “Me motivó eso”, cuenta el jugador.
Estilo y entorno de juego.
Dentro del Club Banco República circulan deportistas que se recrean o entrenan con la idea de competir. Entre ellos figuran los ajedrecistas, que tienen su salón propio con tableros, libros (de ajedrez y de otros temas) y un profesor a cargo, el actual campeón uruguayo.
Bernardo Roselli dirige la actividad ajedrecística, y en esa institución recibió a Facundo cuando este tenía 8 años. Después de muchos años de trabajo en conjunto concluye que “no ha habido un jugador como él desde que surgió Martín Crosa en el año 2000 (...) Facundo tiene un estilo muy posicional en el que no arriesga mucho, como lo fue Enrique Almada con su aumento gradual de la ventaja; crece lento, pero firme”.
Para seguir creciendo a nivel ajedrecístico, Facundo está tomando cursos avanzados con los que pretende incorporar una faceta más agresiva, sin descuidar su estilo posicional. “Si mi rival es un jugador táctico, jugarle algo posicional es más eficaz”, explica.
Para desarrollar un estilo o una personalidad, el jugador precisa de otros jugadores y de una comunidad. En el caso del ajedrez uruguayo, Roselli indica que Facundo se desarrolla en un ambiente donde el ajedrez “no se está jugando tan bien” y no hay un grupo con el que pueda seguir creciendo, entonces “tiene que salir a buscar el ajedrez afuera del país”. En Uruguay solo hay un torneo o dos por año, mientras que en Europa son más de diez.
Por su parte, el coordinador de programas de ajedrez educativo para el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) y la Universidad de la República (Udelar), Esteban Jaureguizar, cuenta a Domingo que al ajedrez uruguayo le cuesta recuperarse de la pandemia y que “todavía se están pagando las consecuencias”. “A Uruguay le cuesta tener un equipo, una estructura de jóvenes talentos que vayan destacando a nivel internacional. Como que se sube a la bicicleta, pedalea, para y arranca de nuevo. No se percibe que la bicicleta esté andando”, sostiene.
Como ya es costumbre en los útimos años, durante el mes de febrero de 2024 se llevará a cabo uno de los torneos de ajedrez más importantes de la región. Se trata de la Copa Duchamp, que rinde tributo al artista y ajedrecista francés Marcel Duchamp.
Del 1° al 9 de febrero se disputará la VII Copa Duchamp en la Intendencia de Montevideo, en el marco de los 300 años de la capital. En esta edición también habrá un torneo paralelo (del 5 al 9 de febrero) destinado a los aficionados y jugadores con menos de 1.500 puntos de ELO.
El Gran Maestro alemán Georg Meier —que desde 2022 juega con bandera uruguaya— hará su debut en este certamen. También van a estar en este Duchamp: Luka Budisavljevic, el jugador más joven de la historia de Serbia en alcanzar el título de Gran Maestro; Leonardo Tristán, Gran Maestro argentino, campeón del Duchamp en 2019; Neuris Delgado, Gran Maestro cubano-paraguayo campeón de la penúltima edición; y la Maestra Internacional Femenina Inna Agrest de Suecia.
De los maestros que juegan con bandera uruguaya confirmaron asistencia: el Maestro FIDE Facundo Vázquez, el Maestro Internacional Bernardo Roselli, el Gran Maestro Alejandro Hoffman, el Maestro FIDE Manuel Larrea, el Maestro FIDE Diego Carbone, el Maestro FIDE Alejandro Bauzá, el Candidato a Maestro Guillermo Carvalho y el Maestro FIDE Gabriel Curi.
El ritmo de juego será de 90 minutos con 30 segundos de incremento para cada jugador, bajo un sistema suizo de nueve rondas en días consecutivos.
De Kiyú a Gorlero y al Danubio.
En la Avenida Gorlero de Punta del Este circulan transeúntes que buscan un lugar para detenerse entre la muchedumbre. Hay otros que pasean sin rumbo y también están los cazadores de talentos. Desde Kiyú a Gorlero —dos mundos en apariencia desconectados— Natalia Silva comparte un momento de gran relevancia en su carrera.
Es 2008, la jugadora se encuentra lejos del tablero y trabaja como joyera en el famoso balneario esteño. Un día recibe la visita del Maestro FIDE Gabriel Curi —quien actualmente es el entrenador del equipo femenino—, y este le ofrece ser parte —nuevamente— del equipo de mujeres. Hace siete años que no compite. Había abandonado dos veces: de los 12 a los 17 y de los 21 (su mejor momento) hasta los 28. Las razones del alejamiento —dice con dolor— tienen que ver principalmente con bajones sufridos en un entorno machista. Ese mismo año Uruguay se plantea enviar, después de 18 años de ausencia, un equipo femenino a las olimpiadas de ajedrez.
A partir de ese encuentro clave en Gorlero participa en cinco olimpíadas, la última disputada a fines de 2022 en India, lugar donde se originó el ajedrez antiguo —alrededor del siglo VI—, según afirman algunos historiadores. “Los organizadores nos hacían sentir como estrellas de cine, paraban la calle para que cruzáramos, andábamos con policías para todos lados”, cuenta sobre su experiencia en la ciudad de Chennai, donde se realizó la última olimpíada de ajedrez, luego de que la FIDE vetara a Rusia como anfitrión.
Natalia y las jugadoras uruguayas entrenan para contar con un lugar en agosto en la Olimpíada de Budapest (Hungría) de 2024, donde también viajará un equipo absoluto con los mejores jugadores sin distinción de género. La sede húngara además tiene un valor simbólico para las ajedrecistas, ya que es el país de la Gran Maestro Judith Polgar, la única en la historia que entró en el top 10 absoluto.
Todas las jugadoras uruguayas interesadas pueden participar de forma gratuita en encuentros por la plataforma Zoom como parte del entrenamiento previo a la olimpíada, hasta que se cierre la convocatoria. También esperan —agrega con entusiasmo— una charla del Gran Maestro alemán Georg Meier, quien desde 2022 juega con bandera uruguaya y es el mejor rankeado del país.
Hasta el momento, los jugadores clasificados de forma directa son los actuales campeones, Bernardo Roselli en el equipo absoluto y Nahiara Fabra en el femenino.
Nahiara participó recientemente del XIX Festival Sudamericano de la Juventud en Florianópolis, un torneo con “buen nivel de jugadores”, apunta la ajedrecista a Domingo tras su regreso a Montevideo. También participaron de este torneo otros 17 juveniles uruguayos, entre ellos la vicecampeona femenina, Sofía Roepke, y el finalista del campeonato uruguayo, Lorenzo Ressia. En cuanto a la organización de este torneo, Nahiara manifiesta que las condiciones “no estuvieron tan buenas”, ya que las mesas eran “demasiado angostas”, además de que tenían rueditas. “No te podías apoyar porque se movían”, critica la jugadora. A su vez, a los acompañantes que pagaron la acreditación no les fue permitido ingresar a la sala de juego con excepción de las últimas rondas. “Todo fue un poco raro”, expresa.
De todas formas, la actual campeona ya está enfocada en la siguiente partida: “Esto me sirve para conocer mejor mis fallas saber qué cosas debo mejorar de aquí a agosto”.
Una niña de 9 años llega con su padre a la Biblioteca Goes para jugar un torneo de ajedrez. Es 1989, casi nadie tiene computadoras y los rusos se disputan entre sí la corona del ajedrez mundial. Cuando se acercan a la mesa de bienvenida, los organizadores anotan al padre, que no tenía pensado jugar. Les aclara que la jugadora es su hija, Natalia Silva, quien por ese entonces sacaba la dama “de una” y que tiempo después obtendría el título de Maestra Candidata Femenina (WCM, por sus siglas en inglés), además de tres campeonatos femeninos a nivel nacional (1999, 2000 y 2003). “Me trataban como la mascotita de mi padre, cuando se dieron cuenta que yo iba a jugar tuvimos que esperar dos horas para ver si podían anotarme”, recuerda.
Los recuerdos de la infancia le surgen de manera espontánea: “Me acuerdo que me senté frente al tablero y me pregunté, ¿qué voy a jugar? Ni sabía que se jugaba con reloj”.
La jugadora también se formó en otros deportes: tomó clases de taekwondo, básquetbol y fútbol femenino.
—¿Te ponés nerviosa?
— Soy una persona con muchos nervios, tengo ansiedad. Siento mucha presión por representar al país. También respecto al ELO, ganar puntos es muy difícil y perderlos es muy fácil.
Amor por el juego.
Hay una mesa de ajedrez en el Club Español de Montevideo en la que jugaron —cerca de 100 años atrás— los campeones del mundo Emanuel Lasker y José Raúl Capablanca. El dato lo aporta el jugador uruguayo Ubaldo Belistri (nacido en 1942), que comenzó a competir con 17 años, cuando la escena ajedrecística era más “romántica” y se destacaban algunos maestros como Luis Roux, Lorenzo Bauzá y Walter Estrada. Llegó a disputar 17 finales del Campeonato Uruguayo y hasta el día de hoy sigue jugando torneos, ya que entiende —desde su profesión de psiquiatra— que “el ajedrez mejora evidentemente lo cognitivo”.
“Un neurólogo recomendó practicar ajedrez, realizar crucigramas y hacer una hora de caminata. Yo me reía, pero es cierto. Como decía Lasker: el ajedrez es el boxeo de la mente”, expresó. Actualmente participa de torneos en Punta del Este. “Voy con mi señora y algún jaque doy”, dio cuenta el experimentado ajedrecista, quien considera al ajedrez como un “hobby” y, también, un “amor”.
Respecto a la utilidad del ajedrez para la vida, o dicho de otra manera, sobre los beneficios concretos que esta disciplina tiene para la formación de una persona, Ubaldo explicó que “es muy difícil andar sin un plan en la vida” y en ajedrez eso es justamente lo que uno aprende, a tener planes realizables. Para ello es necesario no solo jugar, sino también estudiar y comprender mejor todas las facetas de este deporte. Además, agregó, el ajedrez “mejora sustancialmente en la muchachada joven la atención y la memoria”, en tiempos donde hay “gran dificultad” para mantener la atención.
“Que el juego te lleve a estar en paz con el otro”, cierra el jugador uruguayo de ajedrez.
A comienzos de la primavera se presentó en la sede del Instituto Nacional de la Juventud (INJU) el libro Ajedrez, arte y cultura, en el marco de un torneo de partidas “blitz” abierto a toda la población. Esteban Jaureguizar, coordinador de programas de ajedrez educativo para el MEC, reunió a diferentes especialistas de España, Argentina y Uruguay que aportaron sus conocimientos en la publicación y compiló artículos de ajedrez que tratan sobre cine, historia y filosofía.
Se trata de un “producto que la Universidad de la República genera desde sus propios recursos para ponerlo al servicio de la comunidad”, explicó, y dijo que no se necesita saber jugar ajedrez para disfrutar la lectura de este libro.
Es muy variado el contenido que se puede encontrar en esta compilación: desde películas no muy conocidas que giran en torno al ajedrez, la presencia femenina frente al tablero desde épocas medievales y hasta una porción de historia del artista francés Marcel Duchamp, que viajó en barco de Nueva York a Buenos Aires para enfocarse en el estudio de ajedrez con gran intensidad. “Juego día y noche y nada me interesa más en el mundo que encontrar el movimiento adecuado”, escribió Duchamp en ese entonces.