Una vida dedicada al mar

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Richard Tesore, al frente de SOS Rescate de Fauna Marina

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Desde hace 27 años Richard Tesore se dedica a salvar fauna marina y asistió cerca de 10.000 animales. La Intendencia plantea su traslado.

Richard Tesore, al frente de SOS Rescate de Fauna Marina
Richard Tesore se dedica a salvar fauna marina. VEA EL VIDEO.

Hay silencio y hace frío. El frío no se termina, no se va, al menos no por ahora. El silencio sí. El silencio se corta cada tanto, se rompe, se interrumpe, lo interrumpe un grito agudo. Hay viento, también, pero en la costas casi siempre hay viento durante el invierno. No hay movimiento, no hay autos, no hay personas. Hay un cartel que dice SOS Rescate de Fauna Marina, que indica que es allí. Hay piletas, piedras, barro, pasto, plantas, un galpón, caminos marcados que llevan hacia un lado o hacia otro, un museo, un mirador, acceso directo al mar y animales marinos. No son muchos: un lobo subantártico que perdió un ojo por una infección está solo en una piscina, dos lobos cachorros andan sueltos y responden a su nombre, uno Joaquín y otro Chucho, y uno que acaba de llegar de Colonia y está bajo techo porque tiene un problema respiratorio, cuatro pingüinos magallanes en un espacio separado, una gaviota que tiene lastimada el ala en uno de los galpones y un petrel gigante oscuro que nada en una pileta aparte. Richard Tesore (55) es la única persona que está en el lugar, que además es su casa. Es que para los animales no hay licencia ni vacaciones, ni domingos ni feriados. Su vida está dedicada a su proyecto, o, por el contrario, su proyecto conforma la vida que empezó a construir hace más de dos décadas.

El lugar está en Punta Colorada, sobre la rambla Costanera. Ese es el espacio en el que Richard instaló hace casi 27 años un sitio que fue construyendo de a poco para rescatar y rehabilitar animales marinos y por el que ahora está en negociaciones con la Intendencia de Maldonado.

Todo empezó en 2016, cuando Richard tuvo que someterse a un transplante de hígado que lo tuvo entre dos y tres meses fuera de actividad; ese año, una serie de temporales y condiciones climáticas hicieron que el lugar se viniera abajo y, si bien había gente que se encargaba de mantenerlo, él estaba ausente. Las quejas de algunos vecinos con respecto a las condiciones de SOS Rescate de Fauna Marina empezaron a hacerse notar y ahora el conflicto salió a la luz. "Todo esto fue a un mes de los temporales, pero esto se logró reconstruir sin ayuda alguna y logramos reconstruirlo totalmente. Faltan cosas, evidentemente, sé que es un lugar turístico y hay que mejorarlo, pero el hecho de que esté lindo, no hace a la rehabilitación de los animales".

El predio en el que funciona SOS Rescate de Fauna Marina, en Punta Colorada
El predio en el que funciona SOS Rescate de Fauna Marina, en Punta Colorada. Foto: R. Figueredo

Los motivos de los reclamos de los vecinos de la zona son varios, como la contaminación por el agua de los animales que se vierten a las playas o la estética del lugar; la idea que se viene manejando desde la Intendencia de Maldonado es el traslado del sitio a la Estación de cría de fauna autóctona Cerro Pan de Azúcar. "La opción que manejamos es que Richard Tesore pueda tener en el lugar en el que está algunas instalaciones mínimas de rescate y suelta de animales, así como también un espacio para que se mantenga el museo, por sus fines educativos, pero que la parte de rehabilitación de los animales, sea en otro espacio; en principio la propuesta es en la estación", sostiene Betty Molina, directora de Medio Ambiente de la Intendencia de Maldonado.

Los argumentos de Richard para permanecer donde está también son varios, entre ellos, que los animales necesitan estar cerca de la costa para no perder contacto con el mar, además más de dos décadas dedicándose por completo a rescatar y curar animales, y financiándolo sin apoyo estatal, parecen suficiente para hacer frente a cualquier excusa. "Creo que en algún momento, que es la propuesta que estamos viendo con el alcalde y también con la Intendencia, después de casi 27 años que me hice cargo de todo, ayudaría que la Intendencia se hiciera cargo al menos de los gastos fijos que es lo que más complica".

Por otro lado, reconoce que los reclamos de algunos vecinos son "totalmente válidos y genuinos" y cree que hay muchos aspectos para mejorar en el lugar.

El origen.

No había cumplido los cinco años y todavía vivía en Montevideo, donde nació. No recuerda exactamente cuánto tenía, pero fue por esa época la primera vez que cuidó a un pingüino que había llegado a la costa empetrolado. Tampoco sabe muy bien por qué, pero desde entonces hubo algo que se despertó y se quedó con él. Después se mudó con su familia a Punta Colorada y el contacto con los animales empezó a ser constante. A partir de ese día, empezó lo que mucho tiempo después se convertiría en SOS Rescate de Fauna Marina.

Richard residió en la zona hasta que en 1981 se fue a vivir a Buenos Aires. Antes, había estado conociendo distintos lugares del mundo. En Argentina participó como voluntario de distintas organizaciones que trabajaban rescatando pingüinos empetrolados en la zona de la Patagonia. Cuando volvió a Uruguay sabía que quería seguir dedicándose a los animales, así que empezó a colaborar con el zoológico del cerro Pan de Azúcar. "Cuando decidieron no trabajar más con pingüinos porque no era el lugar adecuado para hacerlo, yo protesté y la solución a esa protesta fue que me los llevara conmigo". Y se los llevó. Creó un "encierro" al costado de su casa y tuvo dos, 20, 30 pingüinos, hasta que llegaron a ser cerca de 50. "En ese momento dije bueno, esto no es para mí. Los agarré a todos, vinimos caminando hasta la costa, se fueron y yo volví a mi casa. A las tres horas escucho ruido en las chapas del encierro que les había hecho. Habían vuelto todos". Ese día se dio cuenta de que tenía que seguir con el proyecto.

Richard Tesore curando pingüinos empetrolados
Richard Tesore curando pingüinos empetrolados. Foto: R. Figueredo

Además, el tema de los animales era una actividad que encontró para hacer junto a su hijo adolescente y poder compartir algo que los uniera.

Primero consiguió una piscina y otro encierro y después consiguió el espacio en el que está actualmente. Era 1994 cuando Richard empezó a construir el refugio que hoy, dice, cree que es referente de la zona. Desde entonces y hasta la fecha, el centro lleva entre 8.000 y 10.000 animales asistidos. "Decir cuántos llevamos rehabilitados es difícil, porque muchas veces hay algunos que solamente están enredados en una red o tienen anzuelos y son animales que ni siquiera se traen, se soluciona el problema en el momento y se los devuelve al mar. Lo importante es que siempre que el animal se pueda devolver, se devuelva al mar, cuanto menos contacto tengan con el ser humano es mejor, porque sino se genera acostumbramiento y domesticación", explica Richard.

Lo ideal, dice, sería que no hubiera animales en el refugio, pero eso es casi imposible. Aunque su hijo ya no sigue en el proyecto porque se dedicó a sus estudios, Richard ha contado desde el principio con un grupo de voluntarios que siempre varía. Hubo momentos en los que fueron 70 trabajando con más de 300 animales, pero también hay épocas en las que está él solo con tres o cuatro animales; siempre, eso sí, tiene a un equipo de biólogos, veterinarios y dos o tres personas más que están disponibles para ayudarlo todo el año. Porque los animales requieren que Richard esté todos los días y él eligió estar siempre para ellos.

Las formas.

"Vamos Joaquín", dice Richard y Joaquín lo sigue, como si fuese un perro o una mascota que responde cuando lo llaman por su nombre. Joaquín es un lobezno que cuando llegó a SOS Rescate de Fauna Marina se llamaba Joaquín Crabit. "No es que yo les ponga nombre, pero generalmente cuando la gente encuentra al animal, le pone uno, entonces después cuando llaman o vienen, preguntan por él y te preguntan por Joaquín". No solo él reacciona por su nombre, también lo hace Chucho y también lo hacen todos los que llegan desde cachorros.

Todos los días baja a los lobos cachorros al mar
Todos los días baja a los lobos cachorros al mar. Foto: R. Figueredo

Los animales vienen de todo el país e incluso han llegado de varios lugares de Brasil. Justamente, en Río Grande do Sur hay otro refugio como este y muchas veces coordinan para mandar los animales a uno o a otro.

Si bien en ese momento no hay demasiados, Richard cuenta que en general, sobre fines de julio o principios de agosto, que es cuando empieza "la migración de pingüinos", pueden llegar a tener entre 100 y 300; antes llegaban siempre empetrolados pero ahora, dice, llegan básicamente enredados en redes de pesca o con algún anzuelo que los lastima. La permanencia de los animales en el refugio nunca es la misma y siempre depende de la situación en la que se encuentre cada uno. "No hay una fórmula, si bien hay animales que se recuperan nunca y se mueren, hay otros que se recuperan rápido y se van y hay otros que se quedan con lesiones permanentes, qué hacer con esos animales es todo un tema, hay que generar alternativas para ellos".

Richard imita el sonido de los lobos y ellos responden. Los llama por su nombre y también responden. Les dice "vamos" y los lobos van. A los lobeznos hay que alimentarlos con leche Multi Milk, que se trae de Estados Unidos y es deslactosada: "Estos animales no toleran la lactosa y no pueden tomar leche de vaca", explica. Así, de a poco a su alimentación le empieza a agregar pescado licuado, hasta que pueden comer solo pescado. Además, requieren de ser alimentados cada tres horas todos los días.

Joaquín, uno de los lobos que está en SOS Rescate Fauna Marina
Joaquín, uno de los lobos que está en SOS Rescate Fauna Marina. Foto: R. Figueredo

No importa el frío ni el viento. Richard se pone un traje impermeable que tiene unas botas también impermeables unidas a las piernas. Agarra una toalla y llama a Chucho. "Los voy llevando a la playa de a uno todos los días, al menos para los cachorros es fundamental, para que no pierdan contacto con el mar, sino después para que se vayan en todo un tema". Richard se mete al agua con él, lo hace jugar, lo llama, hasta que sale y vuelve a subir. Chucho se queda en la arena por un rato. Los animales que están más acostumbrados, van y vienen a la playa solos, hasta que cuando están bien, un día se van y no vuelven. Es que en el refugio varios de ellos andan caminando sueltos y por donde quieren. "A veces la gente dice yo no quiero ir a un lugar a donde haya animales encerrados, creen que esto es un zoológico y esto es un centro de rehabilitación, los animales no están encerrados si no lo necesitan", aclara.

Chucho se queda en la arena hasta que Richard le grita para llamarlo y él sube solo. Richard lo agarra, lo pone sobre un banco y lo seca. Después, Chucho se quedará en sus piernas por más de una hora.

El refugio funciona gracias a lo que logra recaudar durante el verano, que es cuando más lo visitan; para ir a conocerlo, hay que pagar un bono colaboración de $100. "La entrada que cobramos es para mantener a los animales, y también para limitar un poco la entrada. Antes cuando era gratis era una guardería de niños, el papá estaba en la playa y mandaba a los niños a ver los lobitos, y esto es un centro de rehabilitación de animales", sostiene Richard. "En este momento es muy difícil que se autofinancie, se autofinancia y deja recursos en verano, pero esos recursos en invierno no dan. Lo distribuís por los diez meses restantes que te quedan y nunca te da, siempre tenés que estar poniendo dinero, siempre estamos en rojo".

La ONG cuenta con ayuda de algunas empresas que le aportan donaciones, pero Richard dice que los gastos fijos como la luz, el agua, los medicamentos para los animales, la leche, el pescado y todo el alimento, es algo que tiene que pagar mes a mes y que cada vez es más difícil, en especial porque él vive dedicado de forma exclusiva a esa actividad; de hecho, su casa está en el mismo predio que el refugio.

Richard se dedica por completo al cuidado de los animales
Richard se dedica por completo al cuidado de los animales. Foto: R. Figueredo

Hasta ahora, Richard vive de la venta de dos propiedades, el tema, dice, es que tampoco le va quedando tanto dinero como para seguir manteniendo SOS Rescate de Fauna Marina, y es por eso que cree que en esta nueva etapa la Intendencia se debería hacer cargo de los costos fijos.

Además de ser un centro de rehabilitación de animales marinos, SOS Rescate de Fauna Marina funciona como centro de educación. Es que a Richard lo visitan constantemente escuelas y colegios de todo el país y es esa, justamente, su principal misión de ahora en delante. "Más allá de salvar a los animales, el objetivo de los próximos años es concientizar, en especial con el tema del plástico. El 90% de los animales que llegan, llegan porque comieron plástico, o lastimados por redes de pesca que también tienen plástico. Hay que intentar no generar basura, para mí no tiene sentido reciclar, el tema es no generarla, porque el reciclado genera muchas veces más contaminación, lo que se logra muchas veces son productos que están muy sucios y contaminados, entonces creo que lo fundamental es cambiar la cultura para directamente no generar plástico de acá en delante".

¿Te parece que eso es viable?

Yo creo que sí, que es viable. Hay que intentar concientizar a la gente para que cambie sus hábitos, nada más.

A Richard le suena el celular y le avisan que apareció un lobo en la zona. "¿Qué tamaño tiene?", pregunta. "Pero si lo comparás con un perro, ¿un pastor alemán, un cocker? Bien. Pasame una foto y la ubicación exacta", dice. Después llama a una de las voluntarias que ayuda prácticamente todo el año para ver si puede ir hasta el lugar a ver y recoger el animal.

Un museo para educar y concientizar

El museo cuenta con un área para audiovisuales
El museo cuenta con un área para audiovisuales . Foto: R. Figueredo

En el predio de SOS Rescate de Fauna Marina, también funciona un museo que, según Richard, "en los últimos tiempos ha sido el mejor logro porque interesa muchísimo". De esta forma, el museo cuenta con un espacio para audiovisuales y hace poco funciona un pequeño laboratorio, en especial para cuando las escuelas visitan el lugar (a las que no se les cobra ninguna entrada). Antes, dice Richard, los grupos iban siempre en primavera, por lo que había varias escuelas que se quedaban afuera. Ahora, en tanto, se están animando a visitar el lugar durante todo el año. "Los niños no vienen a visitar, vienen a trabajar como voluntarios, aprenden a prepararle la mema a los lobitos, recogen algas para alimentar a las tortugas, tienen una charla en el laboratorio con una de las biólogas". Además, tratan mucho con ellos el tema del plástico en el mar.

Varias puntas de un conflicto que empezó hace dos años

El alcalde de Piriápolis, Mario Invernizzi, visitó la ONG en los últimos días para ver la situación y las condiciones en las que se encuentra.

Aunque los reclamos de los vecinos no son nuevos sino que empezaron en 2016, el tema ahora tomó notoriedad y entre la alcaldía y la Intendencia de Maldonado buscan soluciones que respondan a la situación de Tesore y también a la de los vecinos.

Si bien la zona no le corresponde al municipio, sino que "la franja costera es jurisdicción del ejecutivo departamental", desde la alcaldía están dispuestos a colaborar para que el refugio permanezca donde está y mejore, siempre y cuando "los papeles estén en orden y cumpla con todas las normativas", dice Invernizzi. "Nosotros entendemos el valor icónico, emblemático, motivacional y turístico del lugar, pero también entendemos que hay que regularizar la parte edilicia y legal y que cumpla también con los criterios ambientales", añadió el alcalde.

Es que, según explicó Betty Molina, directora de Medio Ambiente de la Intendencia de Maldonado, el terreno en el que funciona la ONG es propiedad de la comuna.

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