Vigilarse a sí mismo: Panóptico Bentham

| El sistema de cárceles de un filósofo inglés nunca fue puesto en práctica pero resultó una fuerte influencia para ciertos establecimientos modelo en el mundo.

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El País

MARTÍN FABLET

El pasaje del relator especial de Naciones Unidas sobre la Tortura, Manfred Nowak, generó gran conmoción y motivó la enérgica reacción del presidente Vázquez. Quince días es el plazo para que comiencen los traslados de presos a cuarteles. Este inminente colapso carcelario no es nuevo; es una vieja historia que data al menos desde los años ochenta, del motín de 2002 en el Penal de Libertad y de la Declaración de Emergencia Humanitaria del 2005.

Algunos dicen que hay muchos presos, otros dicen que hacen falta más cárceles. De todas formas el resultado es el mismo: el hacinamiento y la sobrepoblación carcelaria.

Es inquietante que no se encuentre una solución efectiva al problema, o al menos copiar de forma inteligente lo que hace el mundo desarrollado; ya que ellos han recorrido el mismo camino años atrás.

Sin dudas, nuestras cárceles no resultan establecimientos correccionales ni rehabilitadores, es más, la mayoría de los reincidentes consiguen su maestría y los muy aplicados su doctorado (ojo que la letra con sangre entra). En cambio para aquellos primarios, un período de reclusión puede resultar una experiencia verdaderamente traumática. Más que nada por vincularse a un mundo diametralmente opuesto al cotidiano.

Tanto para unos como para otros las cárceles uruguayas son un verdadero infierno que comparadas con las de Papillon, éstas resultan hoteles 5 estrellas.

Se dice que las cárceles son lugares donde se realizan experimentos sociales de todo tipo, y vaya si esto sucede en nuestro país. Contar con una población carcelaria en las actuales condiciones, habla muy mal de todos nosotros. (Habla mal, pero no significa que seamos los responsables.) Si bien están superpobladas también se encuentran en un desastroso estado, y los únicos responsables de esto último son los propios reclusos. Nadie discute que el Penal de Libertad supo ser un edificio nuevecito de paquete.

El gobierno de las cárceles se sustenta a base de autoridad, de represión. Poca es la integración aplicada. Personalmente me resulta paradójico este concepto, ya que la mayoría de los reclusos son relativamente dóciles, pero a ellos también se les aplica el rigor necesario de los más beligerantes. Esta hipótesis se pudo confirmar con la aplicación de la Tele vigilancia, ya que logró captar una realidad que sólo se suponía.

La vigilancia de la población carcelaria a través de cámaras de circuito cerrado (CCTV) ha logrado un cambio radical en el comportamiento de los presos. Las cámaras consiguen en tiempo real y diferido conocer la realidad de distintas situaciones. Generalmente la información queda registrada en formatos de fácil acceso (disco duro o de estado sólido).

A partir de allí se pueden reconstruir situaciones y son sin duda una gran herramienta probatoria en caso de serios inconvenientes. Pero, ¿cuál es el origen de esta técnica y dónde radica su poder?

El padre de la video vigilancia y del utilitarismo fue un niño prodigio de nombre Jeremy Bentham. Filósofo y pensador inglés nacido en 1748, contemporáneo a la Revolución Francesa e inventor del Panóptico, del latín (pan - todo y óptico - visión). Este buen señor que se encuentra momificado en el University College de Londres, diseñó un modelo de cárcel en la cual todo se puede vigilar desde un punto único, con la ventaja de poder hacerlo sin ser visto ni oído. En la cárcel diseñada por Bentham, el vigilante se sitúa en el centro del edificio, y tiene acceso visual a todas las celdas. En este panóptico ni siquiera hace falta que el vigilante vigile, basta con que los reclusos sientan que podrían ser observados haciendo algo indebido. Luego de experimentar la paranoia de ese sistema, el vigilado termina por vigilarse a sí mismo y actuar en consecuencia. Es la cárcel perfecta. Los reclusos se auto controlan. El número de vigilantes se reduce y por lo tanto el costo de mantenimiento se ve acotado.

La clave del funcionamiento, propio de la época, era el de generar terror, gobernar a los reclusos con el miedo. "Es necesario controlar para poder modificar su conducta" decía Bentham. Las condiciones humanas en los establecimientos carcelarios del siglo XVIII eran terribles. Bentham luchó contra el sistema sin mucho éxito.

Este Gran Hermano carcelario jamás llegó a construirse. Sin embargo, desde entonces, muchos establecimientos penitenciarios y centros de trabajo se han erigido siguiendo los preceptos del modelo panóptico de vigilancia. (Cárcel de Caseros, Buenos Aires). Bentham fue sumamente criticado en su época por su invento, al que siempre consideró como una verdadera genialidad (es que realmente lo era y lo es).

Hoy los delitos y en especial los delincuentes han evolucionado mucho, volviéndose extremadamente peligrosos y sumamente sofisticados. Por ello, la solución de Bentham puede resultar algo ingenua. Pero de él rescato el concepto de autocontrol y de represión selectiva. No todos los reclusos son iguales y necesariamente necesiten un trato diferencial.

Gracias a Dios vino este relator de ONU. A lo mejor podría venir otro dedicado a monitorear la delincuencia en las calles. Es más, podríamos invitarlo all inclusive. Tenga en cuenta que son mejor escuchados que los propios ciudadanos. Fuente: The Panopticon Writings de Jeremy Bentham.

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