Día de la Mujer
Referentes feministas señalan las carencias que existen pese al marco legal e institucional en el que se ha avanzado.
Dejé de ir a las reuniones porque me cansé de que me dijeran cosas que no se cumplían”, dice Mabel Simois. Ahora está retirada, pero por más de tres décadas presidió la Casa de la Mujer de La Unión, una de las ONG que trabaja sobre el terreno en la atención y el soporte a mujeres víctimas de la violencia de género. El hartazgo de Mabel Simois refleja no solo un malestar generalizado entre muchas feministas, sino un estado de situación complejo donde la red de apoyo a las víctimas de la violencia tiene agujeros por todos lados.
Desde otro lado, y también entre las activistas, el malestar se alimenta de ciertas posiciones políticas que se han manifestado contrarias a lo que denominan como “ideología de género”, en referencia a buena parte del movimiento feminista. Advertido como amenaza de retroceso para algunos de los derechos adquiridos, muchas feministas las ven reflejadas en corrientes que integran la coalición de gobierno.
Una breve compulsa entre referentes del feminismo realizada por Revista Domingo reveló este inquietante panorama. Si bien reconocen que los avances han sido considerables, la columna del debe exhibe preocupantes números rojos. De manera resumida podría expresarse así: la escasa representatividad femenina en los centros de decisión, la persistente brecha salarial en el mercado laboral, la paralizante falta de independencia económica entre los ítems principales. Pero en el centro de las preocupaciones persiste el más grave de los problemas: la violencia.
"NO ES CUALQUIER VIOLENCIA". Cuando se le consultó a propósito de los principales desafíos para esta etapa, la socióloga Teresa Herrera no dudó. “En primer lugar violencia basada en género y lo digo así porque no es cualquier violencia, no se puede hablar solo de la violencia doméstica porque si no atacamos las causas vamos a seguir con el problema”, sostiene.
Al igual que todas las activistas y representantes consultadas, Herrera sostiene que la Ley N° 19.580 de Violencia Hacia las Mujeres Basada en Género ha supuesto uno de los mayores avances en la materia. Pero pese a que la norma fue aprobada hace ya dos años y medio, esta permanece sin reglamentarse casi en su totalidad. Tampoco se le dotó de presupuesto, con lo cual un importante número de sus artículos no han podido ser implementados en la práctica.
“Es una ley que tiene 109 artículos y solamente se ha hecho dos o tres reglamentaciones”, explica Herrera.
Estas carencias han incidido directamente en que, por ejemplo, “en el sistema educativo esté el tema y empiece a enseñarse dentro de la currícula en forma integral a todos los niveles, desde jardinera hasta la universidad”.
Pero la falta de presupuesto ha llevado a situaciones bastante más acuciantes, según lo que apuntaba Mabel Simois.
La activista que tuvo una vasta trayectoria en una organización no gubernamental de base, pero también una breve carrera política como suplente en la lista 711 del Frente Amplio, relató de manera muy gráfica en qué se expresan estas carencias.
“Yo lo que vi el último año es que íbamos para atrás y que, en realidad, no se cumplían las cosas que se prometían, cuando tenías una mujer para mandar a un refugio no conseguías un refugio, te hablaban de las casas de medio camino y, mentira, no había lugares adonde llevarlas”, cuenta Simois.
“No hay recursos. Aprobaron una ley sin recursos. Si no tenés para una casa de medio camino, si no tenés para un refugio, si no tenés cómo mandar a una mujer a un hotel, si no tenés recursos ¿qué hacés? ¿La dejás durmiendo en el porche de la iglesia? Para hacer cosas necesitás presupuesto y los recursos nunca estuvieron”, se queja.
Pero también Simois cuestiona algunas medidas prácticas, como la polémica custodia policial cuando no se puede utilizar la tobillera electrónica. “Hay mujeres que yo conocí que le ponían dos policías de custodia y las echaron porque no querían que vayan con policía al trabajo. Hay que pensarlo de otra forma, pero no te escuchan”, dice la activista hoy retirada.
Pero aunque podría pensarse que un cambio de administración tal vez permitiera reparar estas carencias, algunas activistas advierten otro tipo de amenazas.
Algunos sectores muy conservadores aún discuten el nuevo rol de la mujer en la sociedad.
La restauración. Es la palabra empleada por una de las referentes con más trayectoria en el movimiento feminista: Andrea Tuana, directora de la ONG El Faro.
“Creo que se ha avanzado muchísimo en los derechos de las mujeres, pero esto ha traído una serie de movimientos que pretenden restaurar el sometimiento de las mujeres, por eso creo que el desafío hoy es defender lo conquistado”, señala Tuana.
Al igual que otras activistas, Tuana piensa que, pese a los avances sobre todo en materia legal e institucional, el foco del problema es cultural.
“Hemos logrado muchas cosas, en muchos aspectos y prácticas, pero no hemos logrado cambiar una cultura que sigue siendo fuertemente machista. Me parece que ahí hay un gran desafío que como feminista me parece que tenemos que dar la batalla”, afirma.
Tuana también está de acuerdo con la necesidad de dotar de presupuesto a la ley votada en 2017 para aplicarla a cabalidad. Pero advierte que el problema va más allá y tiene que ver también con la mentalidad de los operadores judiciales.
“Todo esto nos lleva a un desafío mayor que es el de transformar el Poder Judicial, la cabeza del sistema de Justicia, porque ha sido y es un sistema fuertemente machista que no tiene perspectiva de género y eso hace que, por más que tengamos una ley muy buena, haya problemas en su aplicación”, indica Andrea Tuana.
La nueva institucionalidad tendrá, por lo visto, una buena cantidad de desafíos por delante. En este tema el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), dependiente del Mides, tiene un papel clave.
POLÍTICAS DE ESTADO. “Creo que en una democracia madura tenemos que empezar a aprender -ya que la tenemos tan consolidada la democracia en el país-, tenemos que aprender sobre todo para la gente que hace política que se establezcan políticas de Estado y no que cada gobierno que viene invente el paraguas”, dice Mónica Bottero, flamante directora de Inmujeres.
Bottero reconoce que, desde lo institucional, se han hecho bien muchas cosas. Puso como ejemplo los 33 centros de respuesta que el instituto tiene en todo el país y los dispositivos de respuesta para mujeres víctimas de distintos grados de violencia de género. Sin embargo, la falta de recursos parece conspirar contra las mejores intenciones.
“Lo que está pasando es que en estos años se trabajó muy bien en la construcción de un marco legal para darle andamiento a ese cambio cultural que el mundo de hoy está requiriendo, en función de los nuevos roles sociales de las mujeres”, apunta Bottero. No obstante, ello no se ve reflejado ni en dotaciones presupuestales, ni en representación de la mujer en cargos de decisión, entre otros aspectos.
Bottero ponía como ejemplo que más del 60 por ciento de los títulos universitarios, graduaciones y posgrados son obtenidos por mujeres. “Pero tenemos solo un 20 por ciento de legisladoras, ¿es porque no hay mujeres capaces?”, se pregunta.
La brecha salarial, recuerda Bottero, todavía se sitúa en un 23 por ciento en favor de los varones. “No es que se lo tienen que ganar por capacidad, están cansadas de pelearla por capacidad sin resultados y hay una cuestión cultural que hace que su condición de mujer las tire para atrás por más capacidad que tenga”, sostiene.
El último año de una década, el principio de una nueva administración, finales y principios suponen la revisión de desafíos o nuevas conquistas para el futuro. La agenda del feminismo, como se ve, tiene varios pendientes. Algunos urgentes.
Mujeres con uniforme en puestos clave
Poco antes de asumir el presidente Luis Lacalle Pou se anunciaba el nombramiento como edecán militar de la comandate María Etcheverry, de la Fuerza Aérea. Es la primera vez que la Casa Militar de la Presidencia de la República cuenta con una mujer en el cargo. Pero las novedades no terminaron allí ya que la vicepresidenta Beatriz Argimón también designó a dos mujeres como edecanes militares. Se trata de la capitana Liliana Bayardo, del Ejército, y de la teniente de navío Valeria Rodríguez, de la Armada. A su vez, la fuerza de mar también designó a su primera oficial jefe, la capitana de corbeta Valeria Sorrenti, quien fue la primera mujer en ingresar a la Armada en 1999.
El ojo puesto en el presupuesto
En una reciente entrevista en el programa Todas Las Voces, de Canal 4, la vicepresidenta Beatriz Argimón señaló que se viene trabajando en la dotación de presupuesto para los temas vinculados a la violencia de género. “Hemos trabajado con la ministra (de Economía) Azucena Arbeleche el tema presupuestal, especialmente lo destinado al Poder Judicial y el tema de las tobilleras”, señaló Argimón. En cuanto al dispositivo electrónico de control sostuvo que “no es mágico, pero ha sido una de las herramientas que más efecto ha surtido y, por lo tanto, no puede no haber stock de tobilleras”, indicó la vicepresidenta durante la mencionada entrevista.