VIAJES
Chachapoyas junta armoniosamente montaña, selva y restos que permiten reconstruir las costumbres sagradas de los incas y culturas anteriores. Además, se descubren ciudades de colores.
Llegamos a Chachapoyas de noche. En este recorrido en busca de hospedaje, ya vemos una ciudad hermosa con aire de pueblo y con una peatonal que conduce a la plaza de armas marcada por la belleza de sus balcones. Es una ciudad con mucha luz y con una herencia colonialmuy presente. A la mañana siguiente notamos los colores y aromas que tanto habíamos esperado. Chachapoyas tiene construcciones con fachadas de mucha piedra y ladrillo.
Los balcones están repletos de flores y los colores caen desde las ventanas altas en forma de telas, adornos o la misma ropa que se seca al sol.
Tradición funeraria
En la provincia de Luya, cerca de la ciudad de Chachapoyas, están los sarcófagos o estatuas funerarias conocidas como Karajía. Este tipo de enterramiento corresponde a la cultura Chachapoyas (500 - 1470). Es una tumba en forma de cápsula ubicada en los resguardos que se encuentran en la montaña. Aquí se colocaban los cuerpos junto con ofrendas y se construía la pared con piedras y barro creando verdaderos mausoleos. Estos eran finalizados con estas esculturas antropomorfas. Estas antiguas tumbas y monumentos funerarios tienen hasta 2,50 metros de alto y sus cabezas están coronadas con cráneos. Los sarcófagos están localizados en la parte superior de un acantilado que da a un hermoso valle.
Llegar a estas esculturas es una tarea imposible si no se hace con todo el instrumental de ascenso de montaña, cosa que lo hace aún más hermoso, enigmático y atrapante. Al estar colocados en lo alto de un barranco, se conservaron lejos de delincuentes, cazadores de tesoros o personas que simplemente destruyen sin motivo. En los escritos sobre el lugar, se lee sobre un sarcófago que ya no existe, que seguramente cayó tras algún terremoto. Los sarcófagos están unidos entre sí; cuando se cayó este desprendió y rajó parte de un sarcófago contiguo. De esta manera se pudo mirar su contenido: una momia envuelta en sus telas mortuorias, objetos de cerámica y otros tipos de ofrendas. Con la técnica del Carbono 14 se pudo precisar la fecha de datación de la momia: 1450 d.C. aproximadamente. Hay que ir a verlo.
Tras la ida en transporte desde Chachapoyas hasta Luya y de Luya a Cruzpata, comenzamos la caminata de una hora hasta Karajía. Lo particular es que estuvimos a poco de no verlo y volver por el camino. Esto se debe a que se encuentra en lo alto de la montaña y puede pasar desapercibido. Levantamos la mirada y encontramos los sarcófagos. Regresamos a Cruzpata y visitamos el pequeño y rústico museo del pueblo, custodiado por los herederos de los antiguos residentes.
Balcones a las montañas
Chachapoyas es un lugar donde hay espectaculares miradores hacia las montañas. Es así que visitamos el cañón del Sonche. Un lugar mágico donde la profundidad del cañón es de más de mil metros.
Para llegar nos dirigimos al poblado de Huancas. Sus habitantes son maestros en los trabajos textiles y de cerámica. Son los herederos de la antigua cultura Huanca, quienes resistieron ante el avance del Imperio Inca.
Una vez allí, comenzamos la caminata al mirador de Huanca Urco. Luego vamos al Sonche. Caminamos largo rato bajo un sol que nos derrite, pero vale la pena y llegamos al mirador.
Quedamos fascinados y, por largos minutos, también mudos. Este mirador se ubica al norte del pueblo de Huancas a unos 2.700 msnm y Huanca Urco proviene del vocablo quechua que significa Cerro Sagrado. Desde ese lugar apreciamos la belleza de los Andes Amazónicos.
De Nuevo Tingo a Leymebamba
Viajamos al pequeño poblado de Nuevo Tingo, que queda bien cerca de la ciudadela de Kuelap.
Si hablamos de Kuelap, hablamos de la antigua cultura Chachapoyas (500 - 1470). Descubierto por el mundo occidental en 1843, es el sitio más representativo y simbólico de esta cultura preincaica. Es un viejo centro religioso amurallado con viviendas. Fue habitado hasta la época inca y luego se habla de un cierto abandono tras la conquista española.
El icono del lugar es el Templo Mayor, también conocido como el “tintero”. Tiene forma de cono trunco, más de 13 metros de diámetro y cinco de altura. En la parte superior hay un agujero por donde hacían las ofrendas. Se han descubierto huesos humanos, de animales, semillas, piedras preciosas, artesanías.
Kuelap se encuentra a unos 3.000 metros y posee una vista estratégica por sobre toda la región. Está coronado por una gran muralla de 800 metros y en algunos lugares con 20 metros de altura. En su interior se encuentran más de 400 edificaciones y terrazas agrícolas escalonadas. Un detalle que hace más lindo al paseo es que se llega mediante cable carril. Y las vistas son impresionantes.
Otro lugar para visitar en la región es Leymebamba. Es un sitio pequeño y hermoso. La plaza es el centro de la vida. La rodean restaurantes, hospedajes y la iglesia con sus dos torres de piedras. La piedra domina el lugar. A Leymebamba lo ingresamos a la lista de lugares a visitar por su famoso museo sobre las momias. Tras jugar un partido de fútbol en la plaza del pueblo con un grupo de niños, partimos hacia ahí.
Lo primero que hacemos es ir al Museo de Leymebamba y para esto subimos a un carro taxi, ya que son cuatro kilómetros y el sol está muy fuerte. El Museo fue inaugurado en el 2000 y tiene en su interior a más de 200 momias y sus respectivas ofrendas funerarias, que fueron recuperadas en 1997 de la Laguna de los Cóndores. Estamos hablando de una zona de difícil acceso donde la selva manda y estos tesoros estaban a merced del vandalismo y de los buscadores de tesoros.
A pesar del clima y del agua que cae en cascadas, la conservación de los restos se da gracias a las condiciones de las llamadas chullpas; construcciones de piedras que protegen a las momias y que poseen un microclima seco y frío, que contribuyó a la preservación de los restos orgánicos.
Los estudiosos hablan de la enorme habilidad de los embalsamadores de la Laguna. Trabajaban la descomposición de los cuerpos vaciando la cavidad abdominal por el ano y tapando el orificio con un tapón de tela. Y además de los trabajos en el cuerpo, los embalsamadores finalmente lo envolvían en diversas capas de telas que actuaban como aislante.
En los distintos enterramientos también se encontraron, junto con los restos, quipus. Una herramienta que utilizaban los incas (y antes los grupos preincaicos) para llevar el registro y la contabilidad. La palabra “quipu” proviene del quechua y se traduce como “nudo”. Se han encontrado quipus muy antiguos, incluso algunos que datan del 2.500 a.C. Un quipu tenía una cuerda central desde la que salían distintas cuerdas de diversos colores, tamaños y formas.
Chachapoyas junta armoniosamente montaña, selva y momias.